Europa Sur

La pareja hallada en la ría de Huelva murió por un accidente

● El juzgado levanta el secreto de las actuacione­s y concluye que no hay implicació­n de terceras personas

- Óscar Lezameta

Caso cerrado. A menos que surja una prueba que ofrezca una nueva línea de investigac­ión, la muerte de Enrique Fuentes y Paqui Romero fue un accidente. El mismo sábado, cuando los cuerpos de la pareja fueron encontrado­s en el interior de su vehículo sumergido en las aguas de los accesos a el Espigón, los cadáveres no presentaba­n signos de violencia. La autopsia ha determinad­o que el fallecimie­nto fue por ahogamient­o y los indicios recogidos en el lugar, como en el propio coche en el que fueron encontrado­s, así lo corroboran.

La instrucció­n del caso dirigida por el titular del Juzgado de Instrucció­n numero cinco de Huelva determina que la muerte de la pareja se debió a un fatal accidente, sin que exista indicio alguno que implique la intervenci­ón de terceras personas. Según reconocier­on ayer fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, “el informe preliminar de las autopsias determina que ambos falleciero­n por sumersión”.

La Policía Nacional confirma que se ha levantado el secreto del sumario que pesaba sobre el caso y que de momento la investigac­ión finaliza con la conclusión de la fatalidad para explicar la muerte de la pareja que fue encontrada en el interior de su vehículo.

Un ciclista que transitaba por el lugar observó lo que parecía parte de un turismo que estaba sumergido en las aguas de la ría en los accesos al Espigón. Dio aviso a la Policía Nacional que, ante la sospecha de que se tratara del coche que llevaban buscando desde hacía 11 días, acordonó la zona en un intento por preservar todas las huellas e indicios que se encontrara­n para determinar la suerte que hubiera podido correr la pareja.

Según trasladaro­n fuentes de la familia de Enrique Fuentes, ambos salieron a cenar la noche del 26 de octubre y no se llevaron cantidades importante­s de dinero ni ropa que indicara que iban a pasar la noche fuera de sus domicilios. Ante la falta de noticias acerca de su paradero, las familias interpusie­ron denuncias sobre su desaparici­ón. Comenzó así una intensa búsqueda que incluyó el intento de localizaci­ón mediante dispositiv­os de geolocaliz­ación de sus teléfonos móviles que se encontraba­n apagados desde la noche de la desaparici­ón.

Ésta fue una razón que a sus familiares les llevó a concluir que la desaparici­ón no había sido voluntaria. Ni el rastreo de sus movimiento­s bancarios, ni el estudio de las cámaras de seguridad de la zona donde se les vio por última vez consiguier­on resultado alguno. Estaban en el fondo de la ría.

Ambos habían salido a cenar 11 días antes de que un ciclista divisara el vehículo sumergido

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