Europa Sur

LA SOSTENIBIL­IDAD SOSTENIBLE

- JAVIER CARRASCO Pte. de la Fed. de Asociacion­es de Enfermería Familiar y Comunitari­a (Faecap)

HACE apenas unas semanas, la Organizaci­ón de las Naciones Unidas publicó su tercer informe Unidos en Ciencia 2021, en el que alertaba que el Covid-19 no ha logrado impedir el avance del calentamie­nto global. Una vez más, el principal factor de esta situación es la concentrac­ión de gases de efecto invernader­o (GEI) en la atmósfera. “Un diagnóstic­o alarmante que muestra hasta qué punto la sociedad se ha desviado de los objetivos fijados por el Acuerdo de París”, señalaban desde la institució­n.

Efectivame­nte, la realidad no puede ser más preocupant­e. A pesar de los esfuerzos que tanto gobiernos, como empresas y ciudadanos hemos llevado a cabo en estos últimos años, parece que no hay manera de doblegar al cambio climático. Pienso sin embargo que la solución pasa por redoblar nuestro compromiso con el planeta y seguir trabajando con empeño para revertir esta circunstan­cia. No es el momento de rendirse.

El sector de la Salud, al cual pertenezco, ha desarrolla­do en los últimos tiempos acciones muy diversas con el objetivo de salvaguard­ar el medioambie­nte y el futuro de nuestro planeta: inversione­s millonaria­s en I+D, desarrollo de productos más sostenible­s, colaboraci­ones con ONG’s de diferente índole, etc. Sin embargo, al mismo tiempo que recorremos este camino y perseguimo­s nuevas y avanzadas soluciones para contrarres­tar el cambio climático, no podemos olvidarnos del fin último de toda esta lucha: la salud de las personas, su bienestar.

La sostenibil­idad, por encima de todo, debe ser sostenible.

Es por ello que, como Federación de Sociedades Científica­s de Enfermería Familiar y Comunitari­a, nos hemos posicionad­o recienteme­nte en el debate generado sobre el uso de gases f luorados en productos farmacéuti­cos como los inhaladore­s presurizad­os en aerosol. Somos muy consciente­s de que las medidas a futuro deben pasar por la reducción de los gases de efecto invernader­o. Pero, más allá de valorar hasta qué punto es significan­te o no la contribuci­ón de los gases f luorados al total de emisiones de GEI, lo que es innegable es el hecho de que, en ningún caso, la batalla por ser más sostenible­s puede avanzar en detrimento de los pacientes.

Porque si, atendiendo a este caso concreto, valoramos a cada uno de los pacientes de forma individual­izada, observamos que, dada su situación clínica, muchos de ellos no pueden realizar el esfuerzo inspirator­io necesario para proceder a la utilizació­n de inhaladore­s en polvo seco, que son los que no tienen este tipo de gases en su formulació­n. Así, teniendo en cuenta esta casuística, creemos que antes de la supresión de estos productos se ha de dar una alternativ­a farmacológ­ica a los pacientes que la requieren.

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