Políticos mal avenidos
Toda sesión de control al Gobierno en el Congreso resulta poco menos que un singular despropósito en donde discusiones y provocaciones, cuando no insultos, se escuchan por doquier. De forma parecida a como se expresan los políticos en general en cualquier tipo de conversación habitual dentro de su día a día. Sin duda un completo desbarajuste que en nada contribuye a mejorar la situación del país dando de lado a la ineludible necesidad de alcanzar el más mínimo consenso. Gobierno, oposición y demás partidos se critican entre sí sin otro objeto que descalificarse unos a otros. Pues bien, si esta manera de proceder resulta incomprensible entre políticos de distinto signo mucho más lo es cuando las discrepancias tienen lugar en el seno de la Moncloa, en ese Gobierno denominado de coalición y al que alguien ha bautizado, con manifiesta ironía, de colisión a tenor de los reiterados choques verbales entre algunos de sus diferentes miembros. Disconformidades desde que diera sus primeros pasos.
Mentir o carecer de palabra, tanto monta monta tanto. Pedro Sánchez aseguró por activa y por pasiva que jamás tendría junto a él a quien le quitaba el sueño, aludiendo a Pablo Iglesias, no dejándole dormir. Le produciría insomnio. Otro tanto así les ocurriría a una grandísima mayoría de los ciudadanos de este país. No tardó mucho el presidente en echarse otras cuentas y formó gobierno con el anteriormente despreciado festejando el acontecimiento con unos zalameros abrazos ante las cámaras de televisión. Pero como la alegría dura poco en casa del pobre pronto se tornaron las cañas lanzas. Continuados enfrentamientos y absoluta falta de confianza entre ambos líderes dieron lugar a que el vicepresidente abandonase la Moncloa poco después del año. Para entonces muchos habían sido los desacuerdos protagonizados por uno y otro socio; opiniones contrarias en cuanto a los Presupuestos Generales del Estado, acerca de la Ley de Libertad Sexual o sobre la calidad democrática en el país.
Recientemente hemos podido asistir a un total distanciamiento entre Díaz y Calviño, ambas vicepresidentas del Gobierno de coalición, al protagonizar una crisis interna de considerables proporciones a cuenta de la derogación de la reforma laboral. Rebajadas las fuertes tensiones tienen lugar nuevos enfrentamientos entre los dos bloques del Ejecutivo; desacuerdo sobre las pensiones o por la nueva ley sanitaria. Ciertamente nada nuevo en este sin parar de políticos mal avenidos.
Rafael Aguirre Grijalvo
(El Puerto)