Europa Sur

ESPADAS SALDRÁ... UN DÍA

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

JUAN Espadas es la prueba de que el tiempo es una magnitud relativa, sujeta a los caprichos de los campos gravitator­ios, viajas en una nave a la velocidad de la luz durante un año y, cuando regresas a la Tierra, tus paisanos ya están cobrando la pensión. El buen hombre de Espadas tardó más de siete años en afiliarse al PSOE, a pesar de que, nada más licenciars­e en Derecho, entró de asesor en Medio Ambiente, después jefe de gabinete y, además, redactaba papeles para los programas

socialista­s. Se tomó su tiempo. Como lo de dejar la Alcaldía de Sevilla.

Sus esquemas mentales se expanden sobre el tablero de ajedrez. Quiso ganar el relato de que el PSOE no era el que se oponía a pactar el Presupuest­o de la Junta, de modo que ha vuelto una y otra vez a la mesa de Juan Bravo, hasta que el audio de Juan Marín le ha dado la victoria. Bueno, al menos no ha perdido.

Juan Espadas, que padece el síndrome del alcalde de Sevilla, afectación por la que habla de sí mismo en tercera persona –“con este alcalde tiene que hablar la Organizaci­ón Mundial de la Salud”– , quiere dejar listo el presupuest­o municipal de su ayuntamien­to antes de marcharse a la sede socialista de San Vicente. Entiende que los electores andaluces

sabrán distinguir entre un un presidente (Juanma Moreno) que no ha sido capaz de ponerse de acuerdo con dos partidos y él, que firma su presupuest­o con la izquierda, después de haberlo hecho en anteriores ocasiones con Ciudadanos.

Es un error, porque el elector andaluz no suele estar mirando qué ocurre en el Ayuntamien­to de Sevilla a no ser que sea sevillano capitalino. Y, a veces, ni eso, por lo que Espadas se confunde y confunde, comienza a parecerse a Juan Ignacio Zoido, que fue presidente del PP andaluz, pero lloraba como Heidi cuando divisaba en lontanaza la corona del monumento de Fernando el Santo de la plaza Nueva.

Espadas, que es muy complicado, iba a anunciar su marcha hace dos semanas, después explicó que lo haría desde Sevilla Este, porque el alcalde sencillo no es, pero ahora nos ha dejado, de nuevo, en la incertidum­bre. No se sabe. Juanma Moreno puede pulsar el botón rojo de las elecciones cualquiera de estos días, pero Espadas no se inmuta: la que debe haber liada en el Ayuntamien­to entre los partidario­s del futuro alcalde, Antonio Muñoz, y los de Cabrera. Parda. Pero Juan no pega ni una voz.

La que debe haber liada en el Ayuntamien­to entre los partidario­s del nuevo alcalde, Antonio Muñoz, y los de Cabrera

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