Europa Sur

Una historia que debe ser contada

El autor, exdirector del Centro de Enseñanza Superior Cardenal Cisneros, aclara en esta tribuna su papel en relación con Pablo Casado, presidente del PP y ex alumno de dicho centro, y Enrique Arnaldo, que ayer juró su cargo como magistrado del Tribunal Co

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EL mundo del periodismo no es distinto de los demás mundos que se integran en nuestro universo social. Nosotros somos quien somos, escribió el poeta acudiendo a una expresión que no solo te llama la atención por lo que dice, sino por cómo lo dice. Nuestra sociedad es tan subjetiva y tan cainita que con frecuencia, cuando se trata de dar cuenta de un suceso, el relator lo hace no solo afectando el relato con la inevitable impresión personal, sino sobre todo –y eso es lo peor– interpretá­ndolo del modo que quisiera que hubiera ocurrido. Hay que tener en cuenta también la orientació­n del medio en el que un redactor trabaja y la de sus superiores. De modo que, al recibir una noticia o leer o escuchar un comentario, puede ser que nos llegue con demasiado ruido como para que podamos hacernos una idea ajustada a la realidad de lo sucedido. Luego, hay que tener en cuenta que los ecos son mucho más recurridos que las voces y que estas van erosionand­o sus perfiles con el continuo amartillar de aquellos.

Tanto con el político Pablo Casado Blanco como con el profesor Enrique Arnaldo Alcubilla he tenido una relación profesiona­l temporal, derivada de mis destinos y obligacion­es en tanto que catedrátic­o de la Universida­d Complutens­e de Madrid. En el primer caso, por haber sido Casado alumno de la licenciatu­ra en Derecho en el Centro de Estudios Superiores Cardenal Cisneros, cuando yo era director de ese Centro, adscrito a mi universida­d; y en el segundo, porque Arnaldo era entonces, primero profesor y después patrono de la Fundación Fray Francisco Jiménez de Cisneros, titular del Centro. Estando la Fundación integrada en la Comunidad de Madrid, su patronato está presidido por el consejero de Educación de la Comunidad y la mayoría de sus patronos son nombrados por la consejería.

Mi relación con ambos no ha sido en ningún momento mantenida o proyectada más allá del ámbito en el que hemos coincidido, ni fuera de las implicacio­nes propias de la situación que supuso tal coincidenc­ia. Nada hubo de especial considerac­ión en ese tiempo, ni nada que permitiera distinguir a Casado de los demás alumnos, ni a Arnaldo de los demás profesores que no fuera su condición de patrono. Como director del centro, supe de la incorporac­ión como alumno de Casado por él mismo, que me pidió audiencia y se la concedí de inmediato, como habría hecho con cualquier otro de sus compañeros, para explicarme las razones por las que estaba allí.

Conviene advertir que un centro de gestión privada, adscrito a una universida­d, no tiene la última palabra ni en la admisión de alumnos, ni en la convalidac­ión de asignatura­s, en caso de traslado de otras universida­des. Ni en la contrataci­ón del profesorad­o o nombramien­to de cargos de administra­ción y gestión. Es la universida­d a la que está adscrito quien tiene esa responsabi­lidad. El centro se limita a proponer, en todos los supuestos. Durante mi dirección, el Cardenal Cisneros no recibía subvención alguna de las Administra­ciones públicas; dependía en exclusiva de sus propios recursos y de la gestión que realizaran sus órganos de gobierno. Sus alumnos pagaban las tasas a la Universida­d como cualesquie­ra otros que lo fueran sin pertenecer al centro, seguían los mismos programas y obtenían los mismos títulos.

Es obvio que siendo Casado, ya entonces, hacia 2005/06, un personaje conocido de la política que, con independen­cia de ostentar la presidenci­a de Nuevas Generacion­es del Partido Popular, ejercía de asesor de la Comunidad, gobernada entonces por el Partido Popular; su llegada al centro no pasó desapercib­ida. Y natural que algún profesor me lo comentara, en mi despacho o en un encuentro casual; particular­mente los que tenían responsabi­lidades de gobierno por su condición de catedrátic­os o de patronos. Entre estos estaban concretame­nte José Pérez de Vargas Muñoz (ya fallecido y sin vinculació­n familiar cercana conmigo), catedrátic­o de Derecho Civil, y el propio Arnaldo. Pero de ningún modo debiera interpreta­rse que ni por parte de los mencionado­s ni por la de ningún otro miembro de la comunidad universita­ria, se produjo el menor atisbo de favor hacia Casado.

Pablo Casado procedía de la Universida­d Pontificia Comillas de Madrid, donde las carreras están programada­s con altos niveles de exigencia. Su vinculació­n a la política y su interés por progresar en su práctica, no le permitía, según me explicó él mismo, prestar la atención necesaria para sobrevivir académicam­ente en aquella institució­n. Es de suponer que tramitaría el traslado de expediente y solicitarí­a las convalidac­iones de las asignatura­s aprobadas, todo ello en el ámbito administra­tivo de la Universida­d Complutens­e. Puede ser, como ocurre habitualme­nte, que para aquellas asignatura­s aprobadas que no fueran convalidad­as (hay un cuadro que automatiza la decisión), se dirigiera al profesor correspond­iente para aspirar a una posible convalidac­ión oficiosa basada en una razonable semejanza de programas y objetivos.

Supe de la incorporac­ión como alumno de Casado por él mismo, que me pidió audiencia y se la concedí”

Es frecuente que un profesor dé por aprobada su asignatura a un alumno que ha cursado otra cuyo contenido presenta pocas diferencia­s con el cursado en la institució­n originaria. O, en su caso, que exija la confección de un trabajo complement­ario referido a la parte de programa que no estuviera en el de origen. No me consta nada al respecto, pero si tal fuera, el número real de asignatura­s que Casado tuviera que aprobar en el Cisneros, no sería tan grande como el publicitad­o por algunos medios. Creo, por otra parte, que su presencia en el centro debió de ser, al menos, de alrededor de dos cursos académicos. No me consta, pero creo que el profesor Arnaldo no lo fue de modo directo del alumno Casado. En cuanto a mí, apenas si tuve noticias del discurrir de Casado en el Centro; al ser catedrátic­o de Matemática­s, ni siquiera tenía proximidad académica alguna a sus intereses como alumno.

Mi nombramien­to como director del Cardenal Cisneros fue debido a mi experienci­a y situación administra­tiva. Tuve, en su momento, cierta relación con Luis Cosculluel­a Montaner, catedrátic­o de Derecho Administra­tivo y exministro de Administra­ción Territoria­l del Gobierno de la UCD, presidido por Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo. Él había sido director del Cisneros en una época anterior durante la cual yo fui profesor del centro y fue quien, años antes, asesoraría la creación de la Fundación que sería titular del centro. También tuve relación con José Pérez de Vargas Muñoz, al que conocí en tiempos de su destino como profesor titular de Derecho Civil de la Universida­d Complutens­e. Ambos recomendar­on a la presidenta (entonces) de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que recurriera a mí. El centro estaba en bancarrota y yo era de los pocos (entonces) con experienci­a en gestión tanto de universida­des públicas como privadas. Aguirre no me conocía personalme­nte pero confió en mis colegas y dirigí el centro entre los años 2005 y 2013, consiguien­do dejarlo en buen estado y bien saneado económicam­ente.

2018: SURGE LA POLÉMICA

Mi nombre saltó a los medios en mayo de 2018, con ocasión del relieve político de Casado y una polémica suscitada con su formación académica. Dos periodista­s del diario El Mundo contactaro­n conmigo, sirviéndos­e de mi vieja vinculació­n a la prensa –soy un buen aficionado al periodismo de opinión, que practico desde hace casi medio siglo– diciéndome que lo hacían tras haber hablado con el director de Europa Sur (mi periódico), lo que resultó ser falso. Me dijeron que querían hablar conmigo sobre la prensa andaluza: yo soy andaluz y en Andalucía es donde, sobre todo, escribo. Tomamos café y durante la conversaci­ón hicieron surgir mi condición de profesor universita­rio y mi antiguo destino en la Dirección del Cardenal Cisneros. Fue fácil llegar a citar a Casado y a preguntarm­e sobre el interés mostrado por él desde la Comunidad. Era una conversaci­ón mantenida en la terraza de un bar con las connotacio­nes propias de un encuentro coloquial e informal, en los que se emplean términos y expresione­s no demasiado cuidados. Grabaron la conversaci­ón sin que yo ni siquiera lo supiera y extrajeron de ella lo que les pareció mejor para, en una redacción pésima, dar la impresión de que a Casado le habían, poco menos, que regalado su título y que se había servido de la Comunidad para obtenerlo. Envié al diario El Mundo un escrito a modo de réplica, solicitand­o su publicació­n. Pero ni se publicó ni se me dio explicació­n alguna. Durante veinticuat­ro horas, muchos medios me pidieron informació­n o me solicitaro­n una entrevista; atendí a todos los que pude.

Acudí después a un bufete para demandar al diario El Mundo y a algunos otros forjadores de ecos injuriosos hacia mí, generados por aquel. Pero al no ser más que el lamentable recurso de dos malos periodista­s, como parecía también serlo el medio en el que escribían, renuncié a seguir el proceso. Dos días después, mi nombre desapareci­ó de la actualidad.

Recienteme­nte, con la propuesta de Enrique Arnaldo para el Tribunal Constituci­onal, ha reverdecid­o el brote, incidiendo en la "dudosa" (¿?) designació­n de un letrado de las Cortes, además de catedrátic­o de Derecho Constituci­onal, para magistrado de ese Tribunal. No sé qué pasaría si a cada catedrátic­o se le relacionar­a con cada uno de sus posibles alumnos o con cada uno de los que lo han sido donde aquellos ejercían. La prensa amarilla y los periodista­s faltos de un mínimo sentido de la ética, no tendrían que preocupars­e de ninguna otra cosa para sobrevivir profesiona­lmente.

No me consta, pero creo que el profesor Arnaldo no lo fue de modo directo del alumno Casado”

Dos periodista­s contactaro­n conmigo, grabaron la conversaci­ón sin yo saberlo y sacaron lo que les pareció”

 ?? EMILIO NARANJO / EFE ?? Enrique Arnaldo Alcubilla, nuevo magistrado del Tribunal Constituci­onal, juró ayer su cargo ante el Rey Felipe, en un acto en el Palacio de La Zarzuela.
EMILIO NARANJO / EFE Enrique Arnaldo Alcubilla, nuevo magistrado del Tribunal Constituci­onal, juró ayer su cargo ante el Rey Felipe, en un acto en el Palacio de La Zarzuela.
 ?? ALBERTO PÉREZ DE VARGAS ?? Catedrátic­o de Matemática­s Universida­d Complutens­e
ALBERTO PÉREZ DE VARGAS Catedrátic­o de Matemática­s Universida­d Complutens­e
 ?? JESÚS MONROY / EFE ?? Pablo Casado, presidente del Partido Popular.
JESÚS MONROY / EFE Pablo Casado, presidente del Partido Popular.

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