Los hospitales son ajenos por ahora a la incipiente ola de contagios
El repunte de la incidencia es más acusado en la población no vacunada y en las edades con más reticencia al fármaco
La pandemia vuelve a la carga. La circulación del virus retoma vigor aunque de la nueva ola, al menos en Andalucía, sólo cabe concluirse que se encuentra en un incipiente estado. La tendencia, sin embargo, es al alza. Es lo que sucede con el indicador de la incidencia acumulada, que ha subido en apenas un mes de un valor de 31,7 a los 61,1 registrado ayer, repunte al que no acompaña aún el número de hospitalizados. Al menos de momento. La gráfica de hospitalizaciones se limita por ahora a detener un descenso continuo desde el verano, desde el pico de la quinta ola, pero ya no baja. Tampoco sube, al menos por ahora. Es la repetida dinámica de la pandemia, cuyo patrón será el de un incremento de los ingresos hospitalarios con el retardo de entre una o dos semanas. Así está sucediendo en Europa. En Alemania ya están derivando enfermos a hospitales de los países limítrofes.
Hay especialistas en Salud Pública que confían en que España no sufra los estragos que ya padecen los países del centro y el este del continente, al menos de momento. La diferencia de los contagios se relaciona con otros factores diferenciadores. Porque la mejor evolución de la pandemia en Andalucía tiene mucho que ver, por un lado, con la alta proporción de población vacunada, extremo que dificulta la propagación del SARSCoV-2 y contribuye en una grado elevado a evitar la enfermedad grave y las muertes por Covid-19 y, por el otro, con la tardía llegada del frío y, por tanto, la menor concurrencia en los interiores, tanto en las casas como en los lugares públicos. El frío, como es sabido, llega antes a regiones como Navarra, País Vasco o Aragón, que son las comunidades autónomas que notifican un más alto nivel de contagios en este instante.
De la importancia del factor de la vacuna se demuestra en las franjas de población que más incidencia acumulada suma. Los más afectados por contagios son, por orden de mayor a menor, los menores de 12 años, personas para quienes no está autorizada la administración del fármaco, y las franjas de edad de entre 30 y 50 años, en las que se registra una mayor reticencia a recibir las vacunas: son más de medio millón de andaluces que así lo han decidido. Las cohortes etarias de 12 a 19 años y la de más de 80 años, las últimas en vacunarse –los ancianos ya tienen la tercera dosis–, son las que menos contagios registran.
Es previsible que, tal como ocurrió con la quinta ola, ni los contagios ni las hospitalizaciones van a alcanzar los niveles funestos de la tercera, cuyos picos llegaron a 1.068,1 en el caso de la incidencia y a las 3.136 en el de los ingresos –veáse el gráfico–. Lo que también
Los inmunólogos empiezan a asumir un escenario con una sucesión de rebrotes
ven más previsible los especialistas en inmunología es que sigan sucediéndose las olas en los próximos meses, aunque ninguno de los expertos lo dice de modo taxativo.
“Seguiremos teniendo oleadas”, dice Matilde Cañelles, inmunóloga del CSIC. “Serán mucho menos letales, pero el virus seguirá cebándose con las personas vulnerables”, explica, refiriéndose a las personas no vacunadas y a aquellas cuyo sistema inmune no responde de un modo adecuado a la vacuna. “El virus seguirá propagándose a sus anchas hasta que nos pongan una vacuna esterilizaste”, detalla Cañelles, que se refiere a los fármacos que no solamente mitigan el poder del Covid19 a provocar la enfermedad grave o aun la muerte sino que impedirían los contagios. Cañelles pertenece al grupo de especialistas que empieza a pensar que el virus no se convertirá en un fenómeno endémico, es decir, que no se mantendrá en niveles de baja circulación de forma permanente. Los investigadores empiezan a apoyar la tesis de que ese carácter endémico se mezclará con brotes de elevados contagios condicionados por el clima, los hábitos sociales –por ejemplo, la vida en interiores– y la duración de la inmunidad.