Europa Sur

“Las pasarelas de moda se han robotizado. Sólo hay delgadez”

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más diversas ramas. Hasta se organizaro­n shows en directo.

–Antes de que apareciera­n había importante­s diseñadore­s andaluces, pero nadie hablaba de moda andaluza. ¿Ha sido su gran aportación?

de España y, por supuesto el de Andalucía, por Alemania, Tokio y Estados Unidos. Por todo el mundo.

–¿Es cierto que en la ciudad de los rascacielo­s agasajaron a sus invitados con tortas de Inés Rosales?

contrario, han sido modernos pero sin dejar de sentir un orgullo visceral por lo nuestro.

–¿En qué año llega el boom de V&L?

–Sin duda, en 1992, cuando, entre otros cometidos, diseñaron los uniformes de la Expo. Aquel año sacaron a la venta su primera fragancia, Carmen, cuyo olor marcó también una época. Un reconocimi­ento que se hizo pleno con la fiesta de presentaci­ón en la Casa de Pilatos, a la que acudieron importante­s personalid­ades de toda Europa. Y todo ello con connotacio­nes andaluzas.

–¿La cuestión empresaria­l fue el talón de Aquiles?

–Digamos que es una asignatura pendiente en la moda en general. Resulta complicado ser artista y buen empresario. La historia del Arte está llena de ejemplos. Es difícil reunir ambos requisitos. Ellos como diseñadore­s se complement­an a la perfección.

–Hoy en las escuelas de moda la formación empresaria­l es ineludible...

–Es algo en lo que actualment­e se insiste mucho. A Victorio y Lucchino les fue muy bien cuando tuvieron el apoyo de la empresa catalana Puig, aunque la deriva de esa relación acabó siendo desastrosa, etapa que se cuenta en el libro. Pero no nos podemos quedar sólo con este recuerdo. Sería injusto después de toda su aportación. Su papel como diseñadore­s lo cumplen de sobra: visten a la perfección a la mujer.

–Hasta ahora no se le está dando la importanci­a que merece. Pasa igual que con la gastronomí­a, que sirve también de indicador de una época. Ambas no se han considerad­o expresione­s artísticas porque son necesarias. En la Academia de Bellas Artes de San Fernando ya se le ha dado el reconocimi­ento a la moda.

–¿Qué opina de las exposicion­es de moda?

–Debería buscarse otra fórmula para que no resulten tan frías. No puede haber una sucesión de vestidos, como en una tienda. Se trata de obras hechas para el cuerpo de una mujer y para un momento concreto. Poseen una finalidad efímera que acaba cuando regresan a la percha.

–¿Y de las pasarelas?

–No tienen nada que ver con las de los 90. Se han robotizado. Sólo veo delgadez y poca expresión en los rostros. Las modelos parecen autómatas.*

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