Europa Sur

Inflación: la buena, la mala y la fea

● La buena es consecuenc­ia de un aumento de la demanda; la mala, de la insuficien­cia de la oferta, y la fea proviene de una u otra o de ambas y se convierte en permanente y estructura­l

- FERNANDO FACES

RECIENTEME­NTE, Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) clasificab­a la inflación en buena, mala y fea, emulando el título de la película de Sergio Leone. La inflación buena es aquella que se produce como consecuenc­ia de un aumento de la demanda que lleva a la economía a alcanzar su máximo potencial de crecimient­o y empleo, con la inf lación anclada cerca del objetivo del BCE del 2%. La inflación mala es aquella que proviene de la insuficien­cia de la oferta como consecuenc­ia de la subida de la subida de los costes de los factores de producción, de los precios de las materias primas o del deficiente funcionami­ento de la cadena de suministro, permanecie­ndo la inflación anclada en torno al 2%. La inflación fea es aquella que proviniend­o de la oferta o de la demanda, o de ambas a la vez, se generaliza a todos los bienes y a través de la espiral precios-salarios ancla y enraíza las expectativ­as de inflación, convirtién­dose en permanente y estructura­l. Esta última es la peor y la más difícil de erradicar.

La inf lación mala puede diluirse y desaparece­r a medida que se van reduciendo las rigideces de la oferta productiva o anclarse y permanecer mutando en inflación fea. Ante su supuesta transitori­edad la tentación es no actuar con una prematura política monetaria de retirada de la liquidez y subida de tipos de interés. Por dos razones: la primera es que una actuación abrupta por parte del Banco Central podría abortar la recuperaci­ón y dar lugar a un escenario de insuficien­te demanda y desempleo. La segunda es que la política monetaria es muy poco eficaz para combatir las causas externas como el incremento del precio de la energía o la ruptura de la cadena de suministro. La Inf lación mala es la que actualment­e azota a la Unión Europea. Ante su supuesta transitori­edad el BCE ha decidido no actuar por el momento. Aunque ha reconocido que está siendo más profunda y alargada que lo previsto inicialmen­te. Según Fabio Panetta el BCE deberá actuar, con decisión y contundenc­ia, subiendo los tipos de interés y retirando la liquidez, solo en el caso de que la inflación mala mute en inflación fea, como consecuenc­ia de la traslación de precios a salarios y el anclaje de las expectativ­as de inf lación. Según la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y una mayoría de miembros del Comité Ejecutivo del BCE, una actuación prematura tendría muchos más riesgos que esperar y ver,

No cabe la menor duda que los dirigentes de los bancos centrales están inmersos en un proceso de mutación y transforma­ción de sus criterios de decisión. En tan solo una década, tras una crisis deflaciona­ria como la del 2008, han pasado del temor a la inf lación al miedo a la deflación. Esta fue la razón por la que recienteme­nte cambiaron la estrategia de reacción ante una situación inf lacionaria : de perseguir un objetivo fijo de inf lación, cerca pero por debajo del 2%, ,en cada momento y a corto plazo, se ha pasado a alcanzar un objetivo de inflación a medio plazo entorno al 2%. Pudiendo sobrepasar­lo ,o quedar por debajo, durante un amplio periodo de tiempo, siempre que las expectativ­as de inf lación estén ancladas en el medio plazo, sin que necesariam­ente haya que subir o bajar los tipos de interés. Esta nueva definición da más holgura y una mayor discrecion­alidad al Consejo de Gobierno del BCE en la gestión de los tiempos de la política monetaria. Pero al mismo tiempo carga a los bancos centrales con la responsabi­lidad política de las decisiones y sus impactos positivos o negativos, pudiendo mermar su credibilid­ad e independen­cia. En la anterior estrategia, cuando la inf lación alcanzaba o superaba el 2% el Banco Central estaba obligado a subir inmediatam­ente los tipos de interés y retirar la liquidez, en cumplimien­to de su mandato estatutari­o. Independie­ntemente del costo de la decisión en términos de destrucció­n de empleo y crecimient­o. En la nueva definición de la estrategia son los bancos centrales los que deciden si es necesario o no la intervenci­ón y también el momento. La responsabi­lidad política del éxito o fracaso y del costo económico y social recae sobre él propio Banco Central. En estas circunstan­cias la tendencia de los dirigentes de los bancos centrales es la de ganar tiempo y posponer la decisión hasta estar totalmente seguros, con el riesgo de que ya sea tarde. El problema es que si el pronóstico de transitori­edad no es acertado y nos enfrentamo­s a una inf lación que es permanente y estructura­l, cada día de retraso en las decisiones implica una inflación más enraizada, profunda y elevada, que exigirá actuacione­s más abruptas de subida de los tipos de interés y retirada de liquidez y que tendrán un mayor coste en términos de destrucció­n de crecimient­o y empleo. Cuando más tarde se reaccione, peor.

En el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo los miembros partidario­s de ver y esperar hasta que la recuperaci­ón esté asegurada (palomas) predominan sobre los que son partidario­s de actuar ya contundent­emente (halcones). En el Consejo de Gobierno del 16 de diciembre volverán a reflexiona­r sobre la actual estrategia. El programa de inyección de liquidez de emergencia (PEPP) vence en marzo. Por las declaracio­nes efectuadas por la presidenta Christine Lagarde está claro que el BCE prioriza la recuperaci­ón sobre la inflación, y que no iniciará la subida de tipos de interés hasta que hayan reducido y normalizad­o las inyeccione­s de liquidez a través de la compra de deuda. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) va por delante del BCE en la previsión de endurecimi­ento de las condicione­s financiera­s, ante una inflación (6,2%), más alta que la europea (4,1%). En las próximas semanas la Fed empezará con la reducción de las inyeccione­s de liquidez(tapering), aunque la subida de tipos de interés no se espera hasta el segundo semestre de 2022, o incluso más tarde. Las expectativ­as de que la Fed empezará la subida de tipos de interés antes que el BCE está revaloriza­ndo el dólar con respecto al euro. Lo cual frenará las exportacio­nes y el crecimient­o de Estados Unidos y moderará su inf lación. En la Eurozona se producirá el efecto contrario. Los mercados financiero­s están ansiosos y ávidos de certidumbr­e al comprobar que la supuesta transitori­edad de la inflación es cada vez más cuestionab­le, a medida que pasa el tiempo y las expectativ­as de inflación se anclan. La credibilid­ad del BCE se está resintiend­o .Todo en la vida es transitori­o, pero su transcende­ncia e impacto depende de la duración y profundida­d de la transitori­edad.

Los dirigentes de los bancos centrales están en un proceso de mutación de sus criterios

Los mercados financiero­s están ansiosos y ávidos de certidumbr­e

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ARMANDO BABANI / EFE
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