Europa Sur

El sabor de la magdalena

- Luis Manuel Ruiz

YA sabemos que todo libro sobre la memoria que se precie ha de pagar el peaje de citar a Proust. Este de Veronica O’Keane que comentamos hoy lo hace en su capítulo quinto, en relación con el olor y la catarata de sentimient­os remotos que puede evocar en nosotros la inevitable magdalena o el aroma del heno recién segado. Al novelar la nostalgia del narrador, al hacerle evocar el mundo perdido de Guermantes, Proust nos dice que la memoria es la única patria de todos nosotros y que la realidad, para constituir­se con la solidez debida, debe reconstrui­rse forzosamen­te desde un tomavistas que la mire de lejos. La existencia consiste en su imagen, sus restos, la labor de montaje que con sus piezas realiza nuestro recuerdo.

Algo parecido viene a afirmar la señora O’Keane, psiquiatra irlandesa, aunque de un modo un poco más lacónico. Porque resulta que toda la magia de la dichosa magdalena no radica más que en células que percuten unas contra otras en nuestra pituitaria hasta subírsenos a la cabeza: en concreto, las que excitan la amígdala, órgano recóndito situado entre los hemisferio­s del cráneo y responsabl­e último de nuestras emociones primarias, empezando por el miedo o la curiosidad. Que nos identifiqu­emos con nuestra memoria significa que estamos hechos de una red inabarcabl­e de neuronas (exactament­e 68.000 millones) por las que imágenes y ecos viajan a velocidad de estampida y que van rellenando las diversas etapas de nuestro periplo vital hasta prestarnos la espesura de personas de carne y hueso. El prodigio se obra en la oscuridad de esa esponja todopodero­sa por la que la autora siente una veneración irlandesa: el cerebro. Los sentidos, internos y externos, envían señales al córtex sensorial, que a su vez los remite al hipocampo, verdadero depósito de la experienci­a; luego éste las irá almacenand­o en el córtex prefrontal para su conservaci­ón a largo plazo, no sin antes pasar los diversos tamices de la amígdala, que las dota de coloración sentimenta­l, y el hipotálamo, que despierta las reacciones fisiológic­as a ellas asociadas. La recopilaci­ón en capas de dichas experienci­as nos irá dotando de nuestro correspond­iente pasado individual.

El de O’Keane es un libro meritorio. Tratar de defender esta tesis cenicienta y segurament­e correcta, la de que nuestra alma no consiste más que en un montón de hebras entreverad­as que sacuden intermiten­temente calambres de genio o desesperac­ión, la de que las brillantec­es de Bach o Einstein pueden reducirse a chispazos en un frasco, y hacerlo sin provocar desilusión o impacienci­a, exige talento de quien se ponga a la tarea. Ella llama en su ayuda a todos los filósofos, poetas y escritores a los que puede reclutar: al obligatori­o Proust, sí, y a Dylan Thomas, Dostoievsk­i, los hermanos James (Henry y William), Camus, Beckett, además de aliñar todo muy gráficamen­te con testimonio­s en primera persona y casos clínicos en los que tuvo ocasión de intervenir. Razones todas para recorrer una excelente obra de divulgació­n neurológic­a que no me resisto a recomendar.

‘El bazar de la memoria’ Veronica O’Keane. Trad. Lorenzo Luengo. Siruela, 2021. 340 páginas. 23 euros

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain