Emprender en tiempo de pandemia
● La crisis sanitaria ha sido especialmente dura en Andalucía a la hora del desarrollo de nuevos proyectos económicos, especialmente en los puestos en marcha por las mujeres
El último informe del Observatorio del Emprendimiento GEM en Andalucía, presentado esta semana, ofrece una serie de datos comparados sobre el proceso de creación de empresas y el impacto de la pandemia en nuestra región.
La actividad emprendedora (TEA), medida en porcentaje de personas sobre la población de 18 a 64 años involucradas en poner en marcha una empresa nueva que no haya sobrepasado los 3,5 años, descendió un 15,5% en 2020. Aunque el descenso fue generalizado en todos los territorios analizados por GEM, en Andalucía el descenso fue más pronunciado que en la media de España y Europa. La región alcanzó su segunda cifra más baja de la serie histórica de los últimos 17 años, tras el mínimo de 2010. Descendió en 2020 a 4,9, por debajo del valor de España (5,2), lejos de la media de la UE (8,1) y muy distante de la de EEUU (15,5). La diferencia con la UE en los últimos cuatro años se ha multiplicado por más de cinco.
Las métricas del proceso emprendedor se completan con: las iniciativas que logran consolidarse tras 3,5 años, que se incrementaron tímidamente; el porcentaje de las personas que tienen la intención firme de emprender un negocio a tres años vista (7%), que descendió en más de un punto; y, con las que abandonan proyectos iniciados, que prácticamente alcanzó el mismo nivel de años anteriores. En el proceso se observa una prevalencia masculina en todas las fases salvo en la de abandonos que en un 56% estuvo protagonizado por mujeres.
Al escaso número de iniciativas se une su pequeño tamaño, limitado potencial de crecimiento, características tecnológicas y tímida orientación internacional, aspectos que no contribuyen a solucionar el problema de la generalizada debilidad del tejido empresarial de la región. El tamaño de las empresas nuevas queda patente en que solo el 0,6% del total crea 20 o más empleos, cifra inferior a la media de España (1%) y a que la capitalización media es un 28% inferior a la nacional. El 13% tiene un potencial de crecimiento, medido en creación de más de cinco empleos en cinco años, similar a la media nacional pero que desciende más en Andalucía (12 puntos) con respecto a 2019. Solo el 8% de las empresas nuevas usa tecnologías medias o altas, dato que también desciende. Un 5% de empresas nuevas tiene previsto exportar, nivel similar a la media de España.
Los indicadores de este comportamiento se complementan con los que se ofrecen en el informe sobre el ecosistema emprendedor. Los doce pilares que lo conforma se valoran de menos favorable (1) a más (10) utilizando la opinión de más de seiscientos expertos de todas las comunidades autónomas que han participado en 2020. En la serie, que comienza en 2003, se observa una estabilidad en las valoraciones que denota una fuerte resistencia al cambio. El pilar que año tras años sale peor valorado es el de la educación y formación emprendedora en la etapa escolar. Los pilares que no alcanzan el aprobado y tienen mayor diferencia negativa en comparación con España, son la financiación y las políticas de transferencias en I+D. Se observa un paralelismo entre las localizaciones de empresas nuevas de alto potencial (startups) con la inversión en I+D por comunidades. La distribución de startups en el periodo 2015-2020 se concentró en Madrid (27%), Cataluña (23%) y Andalucía (12%). La inversión agregada en 2019 en I+D fue en Madrid el 26%, el 23% en Cataluña y el 10% en Andalucía. La valoración de todos los pilares del ecosistema da lugar a un índice sintético del atractivo del territorio para impulsar el emprendimiento, en Andalucía alcanzó un valor de 4,5, en España 4,7 nota ligeramente superior a la de la UE pero por debajo de la que alcanza EEUU (5,2).
El informe pone de manifiesto que la pandemia ha tenido un impacto muy negativo en la actividad emprendedora, especialmente en las mujeres. A pesar de ello, se ha experimentado una ligera mejoría en la consolidación de algunos proyectos y una mayor resistencia al abandono. La motivación para emprender ha estado más del lado de la necesidad que de la oportunidad, “ganarse la vida porque el trabajo escasea” es la razón expresada por más del 70% de las personas que emprenden, lo que origina un bajo nivel de intenciones emprendedoras de la población acompañado de un fuerte descenso en la percepción de oportunidades y un escaso número de iniciativas de alto potencial de crecimiento o emprendimiento estratégico.
La convergencia con territorios de mayor calidad y cantidad de empresas requiere de estrategias innovadoras que sean capaces de corregir este escaso flujo de entrada de empresas de alto potencial en el proceso, hay que abrir la espita de entrada. Independientemente de los esfuerzos en el apoyo a los proyectos en curso, no se podrá incrementar de manera notable el número de empresas competitivas si no entran en gran cantidad iniciativas potentes en el proceso. Para ello, hay que orientar la estrategia hacia los semilleros de “embriones” de empresas que se generan especialmente en el sistema educativo y en el ecosistema de innovación y ciencia, impulsando universidades que tengan en su núcleo estratégico el espíritu emprendedor. En esa fase es esencial flexibilizar el marco regulatorio y fiscal, para que estas cuasi empresas experimenten y generen masa crítica. Paralelamente, es preciso reforzar los recursos que alimentan a esos embriones con más inversión en I+D y con más capacidades empresariales y directivas. Los informes regionales y específicos están disponibles en la web del Observatorio: https://www.gem-spain.com/