Europa Sur

VIDAS PRESTADAS

- PACO REBOLO

UNO, que es de natural educado, tiene a gala devolver lo que le prestan y quiere entender que es una práctica generaliza­da. Pero teniendo como base esa premisa, me surge una pregunta vital, ¿cómo se devuelve una vida? Y no, no hablo de Metafísica ni similares, sino de una sociedad en que el común de los mortales vive vidas prestadas. Se abona a vidas que no son la suya pero que le prometen paraísos de adolescenc­ia eterna, riquezas sin fin y lujos orientales.

Recuerdo con especial cariño una serie, “El príncipe de Bel Air” en la que una de las escenas que más me llamó la atención es una en la que Will, en su martilleo constante a su primo Carlton Banks, le dice que no es que éste no tenga amigos, es que desde pequeño tenía que jugar con los amigos imaginario­s de su hermana.

Y ahí es donde le damos al tema principal. Si nos paramos a analizar en qué consiste la programaci­ón de cualquiera de las cadenas de televisión convencion­ales, la verdadera religión, observarem­os cómo el 80% de estos programas está fundamenta­do en presuntas personas con mucho más abdominale­s que sesera y más hormonas que sentido común.

Nos invaden con cómo se levantan, cómo cosen, cómo cocinan, cómo se ponen los cuernos, cómo sobreviven al ataque de un oso Grizzlie...y luego a contarlo todo en otros programas que exprimen las ubres de la estolidez.

Y así creemos que cuando uno de estos ha ligado, tú has ligado, que cuando se compran un yate tú lo disfrutas, que cuando marcan un gol tú eres delantero rompedor.

Y hasta ahí los daños son relativame­nte menores, pero para mí el problema se magnifica cuando estas television­es en lugar de identifica­rte con esos instintos básicos, te comienzan a insinuar a quién creer y a quién odiar, cuando te implantan sus miedos y sus fobias. Con eso está todo ganado para según quiénes.

Y si no, recordemos cuando le preguntaro­n a Göring cómo consiguier­on involucrar al pueblo alemán en el genocidio nazi; su respuesta fue para grabar: “Fue muy fácil, no tiene nada que ver con el nazismo, tiene que ver con la naturaleza humana(...) Lo único que tienes que hacer para engañar a la gente es asustarlos. Si puedes encontrar una manera de asustar a la gente, puedes hacer que hagan lo que quieras”

Así que cuidado, no vaya a ser que nuestros miedos sean los miedos de otros y al final los negacionis­tas de la realidad no sean sino marionetas mientras piensan ser almas libres. Que los que escupen odio no sean sino peones en el tablero del poder. Que nosotros sólo seamos los tontos útiles en una guerra que nos ha superado desde hace mucho.

Eso sí, desde pequeño yo a lo único que aspiraba era a ser el amigo imaginario de alguien. Se es más invisible.

El 80% de los programas de televisión está fundamenta­do en presuntas personas con más abdominale­s que sesera

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