Triste España
Un simple análisis de la política patria lleva irremisiblemente a una conclusión que en nada invita al optimismo. La llegada de la democracia fue posible gracias a la renuncia y la generosidad de todos, los odios del pasado no podían hipotecar nuestro futuro, la llamada Transición puede considerarse lo mejor que hicimos como pueblo desde Fernando VII. Por fin volvíamos a caminar juntos. La Constitución de 1978 consensuada por todas las fuerzas políticas y refrendada abrumadoramente pasó a ser la piedra angular de nuestra convivencia, y pese al empeño de algunos el edificio resistió, incluso a la mafia terrorista cuyas víctimas hoy avergüenzan al Gobierno.
Tras Rodríguez Zapatero el daño causado pudo conjurarse pero un gobierno timorato del PP por razones inconfesables no se atrevió a derogar la infame ‘Ley de Memoria Histórica’, reformar la Ley Electoral o garantizar un Poder Judicial independiente alejado de cualquier atisbo de arbitrariedad. Pedro Sánchez urdió una moción de censura y defenestró a Rajoy, se hizo con la presidencia del Gobierno tras mirarse al espejo y pactar con comunistas, golpistas y filoterroristas. Los ataques a la convivencia no cesan, todo vale con tal de dividirnos, incluso se resucita a Franco para estigmatizar al disidente. Acto seguido se impone el sambenito de fascista a todo el que no comulgue con la nueva religión progre. Pareciera que el país estuviera contaminado de una suerte de prejuicios inspirados en lo políticamente correcto y aventado por periodistas y tertulianos afectos que hacen irrespirable los aires de una libertad que se aleja irremisiblemente.
El recibo de la luz, el precio de los carburantes o la cesta de la compra son menudencia comparado con el nuevo objetivo mega-guay del presidente cual es acabar con la prostitución. Los trabajadores del metal, los transportistas o los agricultores entre otros muchos colectivos toman las calles, escenario perfecto a lo que se antoja para una reforma de la Ley de Seguridad Nacional que condena a los cuerpos policiales a quedar inermes ante los violentos. A estas alturas los palmeros, por mucha lava que expulse el volcán, ya sabrán que sólo saldrán adelante con su esfuerzo y con la solidaridad de gente anónima porque los Presupuestos Generales del Estado tienen otras prioridades.
Triste panorama el que nos espera en manos de un vendedor de humo, mientras el PP sigue enredando, media España pendiente de Rociíto y Europa mirando para otro lado incapaz de poner algo de orden es este disparate.