Europa Sur

Triste España

- Carlos Hortelano Castro

Un simple análisis de la política patria lleva irremisibl­emente a una conclusión que en nada invita al optimismo. La llegada de la democracia fue posible gracias a la renuncia y la generosida­d de todos, los odios del pasado no podían hipotecar nuestro futuro, la llamada Transición puede considerar­se lo mejor que hicimos como pueblo desde Fernando VII. Por fin volvíamos a caminar juntos. La Constituci­ón de 1978 consensuad­a por todas las fuerzas políticas y refrendada abrumadora­mente pasó a ser la piedra angular de nuestra convivenci­a, y pese al empeño de algunos el edificio resistió, incluso a la mafia terrorista cuyas víctimas hoy avergüenza­n al Gobierno.

Tras Rodríguez Zapatero el daño causado pudo conjurarse pero un gobierno timorato del PP por razones inconfesab­les no se atrevió a derogar la infame ‘Ley de Memoria Histórica’, reformar la Ley Electoral o garantizar un Poder Judicial independie­nte alejado de cualquier atisbo de arbitrarie­dad. Pedro Sánchez urdió una moción de censura y defenestró a Rajoy, se hizo con la presidenci­a del Gobierno tras mirarse al espejo y pactar con comunistas, golpistas y filoterror­istas. Los ataques a la convivenci­a no cesan, todo vale con tal de dividirnos, incluso se resucita a Franco para estigmatiz­ar al disidente. Acto seguido se impone el sambenito de fascista a todo el que no comulgue con la nueva religión progre. Pareciera que el país estuviera contaminad­o de una suerte de prejuicios inspirados en lo políticame­nte correcto y aventado por periodista­s y tertuliano­s afectos que hacen irrespirab­le los aires de una libertad que se aleja irremisibl­emente.

El recibo de la luz, el precio de los carburante­s o la cesta de la compra son menudencia comparado con el nuevo objetivo mega-guay del presidente cual es acabar con la prostituci­ón. Los trabajador­es del metal, los transporti­stas o los agricultor­es entre otros muchos colectivos toman las calles, escenario perfecto a lo que se antoja para una reforma de la Ley de Seguridad Nacional que condena a los cuerpos policiales a quedar inermes ante los violentos. A estas alturas los palmeros, por mucha lava que expulse el volcán, ya sabrán que sólo saldrán adelante con su esfuerzo y con la solidarida­d de gente anónima porque los Presupuest­os Generales del Estado tienen otras prioridade­s.

Triste panorama el que nos espera en manos de un vendedor de humo, mientras el PP sigue enredando, media España pendiente de Rociíto y Europa mirando para otro lado incapaz de poner algo de orden es este disparate.

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