El Atlético resurge en Oporto
● Tras las tradicionales paradas salvadoras de Oblak, un oportuno gol de Griezmann encauzó la clasificación ● Pese a la expulsión de Carrasco, llegó la roja para Wendell y la goleada final
Sostenido de forma determinante por Oblak, reivindicado con una actuación estelar, y lanzado por un gol de Griezmann en el minuto 55, después de resistir la presión y el desborde del Oporto, el Atlético de Madrid resurgió en la Liga de Campeones con una victoria indispensable, sentenciada por Correa y De Paul, que lo catapultó a los octavos de final.
No falló el equipo de Diego Simeone, entre la crítica, entre las dudas, entre la incertidumbre, entre la desconfianza de sus últimos encuentros, dentro de la pesadilla que últimamente es la Liga de Campeones para el conjunto rojiblanco, que se despertó de ella de golpe, para demostrar su carácter, para reencontrar la contundencia en las dos áreas, el argumento más irrebatible sea cual sea el escenario y el adversario, y para sobrevivir en una competición en la que surcó el precipicio muchas veces, varias este mismo martes.
No disponía Diego Simeone ni de Savic ni de Giménez ni de Felipe ni de Trippier, tres de sus cuatro centrales y el lateral derecho titular. Y a los 13 minutos perdió a su mejor goleador, a su futbolista de más jerarquía, al mejor de todos cuando delante está la portería contraria: Luis Suárez. Lesionado, desolado, incluso con alguna lágrima cuando tomó asiento en el banquillo, entre la frustración de apearse de un encuentro tan definitivo. Un severo contratiempo para el Atlético, otro más del que sobreponerse en una situación al límite. A doble o nada.
El reemplazo fue Matheus Cunha. No Joao Félix, que no disputó ningún minuto. Un indicativo hoy por hoy de cuál es el momento del portugués en este Atlético, más allá de que el brasileño sea quizá el cambio natural del 9 charrúa. También entraron Correa y Lodi. Él no.
La lesión de Suárez tampoco fue una excusa para el Atlético, que rebuscó su reinvención contra las bajas, por momentos rebelado contra las circunstancias y enfrentado a la realidad, que no es tan buena como en otras ocasiones, pero que fue capaz de agitar el duelo primero por medio de Carrasco, antes de decaer de nuevo, también por el mérito del Oporto, que lo devoró un rato con su presión, y después ganarlo con Griezmann.
Aún en el primer tiempo, entre la tensión, entre la intensidad, entre las pugnas, también hubo espacio para el talento. Carrasco dribló a tres, irrumpió en el área y armó un baile en torno a la portería contraria que nada más frustró el portero Diogo Costa. Hasta en dos ocasiones. Por un par de centímetros, no más, Griezmann no alcanzó bien el balón ni a batir al guardameta. Lo segundo habría sido una consecuencia segura de lo primero.
No sólo fue una oportunidad, sino también un grito sonoro de que el Atlético podía pasar a octavos. Que no iba a desistir. Que iba a dar todo lo que tenía, en su cuerpo y en su alma, por remediar en la última jornada todo lo que había permitido en las cinco citas anteriores.
Pero no era tan sencillo. Porque el Oporto es un buen equipo, presionante, ambicioso, potente. Y porque no sólo tenía que ganar él, sino que no lo hiciera, al menos por el mismo marcador y número
Antoine Griezmann Jugador del Atlético
Esto es el Atleti, es un orgullo haber vuelto, estoy disfrutando ahora, lo dimos todo”
de goles, el Milan al Liverpool. En San Siro, antes de la media hora, Tomori adelantó al conjunto italiano. Antes del intermedio, empató el bloque inglés. Aún había vida. Mucha vida, sobre todo porque había sobrevivido entonces a la ofensiva rival.
Pero necesitaba goles el Atlético, que lo pasó muy mal desde entonces, agobiado, con pérdidas constantes de balón, encerrado por el conjunto portugués... Y salvado por Oblak, que puede tener mejores o peores días, pero son tantos los primeros y tan pocos los segundos que es un portero que no admite discusión. Su parada a Luis Díaz fue formidable. Sin ella, habría sido gol.
De pronto, resurgió contundente en su ataque para golpear con el 0-1, en un saque de esquina que botó Lemar, que peinó un defensa y que remachó Griezmann, solo, en el segundo palo. Era el minuto 55. Y no sólo eso, sino que Origi, casi a la vez, anotó el 1-2 en Milán. Todo había virado y el Atlético puso rumbo por fin a los octavos.