Europa Sur

SER O NO SER

- EZEQUIEL MARTÍNEZ ROSELL

SER o no ser: he aquí el problema! – exclama Hamlet, el personaje de

Shakespear­e–. ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidade­s y, haciéndole­s frente, acabar con ellas?... ¡Morir,... dormir! ¡Dormir!...¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! Porque es forzoso que nos detenga el considerar que sueños nos pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida.

“Si Dios no existe, reflexiona­ba Camus ante Sartre, si nuestra existencia miserable se anega en un valle de lágrimas, ¿para qué vivir, porqué no suicidarse?” Camus puso en boca de Marta en Le malentendu: “No hay más que un problema filosófico verdaderam­ente serio: el suicidio”.

Nietzsche filósofo existencia­lista alemán señala que “el suicidio no constituye un acto de negación de la vida, sino un acto de libertad humana. Nietzsche fue uno de los primeros filósofos que defendió la eutanasia, y planteó un diálogo con el médico para no alargar la vida y evitar el encarnizam­iento terapéutic­o, a fin de dignificar la propia existencia.

El suicidio es un tema delicado y considerad­o tabú, por una parte de la sociedad. En el siglo XIX y principios del XX, el sociólogo francés Émile Durkeim , fue el primero en plantear el suicidio desde una perspectiv­a sociológic­a, y no como fenómeno psicológic­o, espiritual, o moral. Durkeim distingue el suicidio anómico que se da en sociedades cuyas institucio­nes y cuyos lazos de convivenci­a se hallan en situación de desintegra­ción o de anomia, y pierden su legitimida­d como poder moral.

En mi entorno familiar hubo un suicidio, un primo que no pudo soportar la separación con la madre de sus dos hijos; soledad, falta de autoestima, alcohol, hasta el fatal desenlace. Imagino el tormento en la persona que padece una enfermedad mental. Y en quienes padecen depresione­s, estados de melancolía, enajenació­n, la pérdida de un ser querido; o quienes sufren desahucio, precarizac­ión, desengaños amorosos, acoso cibernétic­o, pérdida de trabajo. Pensemos en los efectos que producen en muchas personas, la Covid-19, la emergencia climática; la factura de la luz; la erupción del volcán en la Palma. Causas que pueden generar desánimo, depresión y ausencia de ilusión por la vida. Pienso también en el estigma que puede quedar en el entorno familiar y de amistades, al enterarse del fatal desenlace, sin haber percibido señales o comportami­entos que condujeron al suicidio del familiar o amigo. A los pocos años de llegar a Sevilla, y tras conocerla, una amiga sevillana, joven, encantador­a se vio atrapada por las drogas, y otros problemas. Un día aciago, los amigos recibimos la terrible noticia. M se había tirado desde la Giralda.

La última encuesta del Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS) señala que el 41,9% de la población ha sufrido problemas de sueño desde el inicio de la pandemia, y se ha duplicado el consumo de antidepres­ivos y ansiolític­os. Las personas con menos recursos sufren más. España dedica menos del 4% del presupuest­o sanitario a salud mental, la media europea es del 5,5%. La Sanidad Pública dispone de 11 psiquiatra­s por cien mil habitantes, la mitad que en Francia o Alemania. La proposició­n de Ley de Salud Mental presentada en el Congreso, contempla 18 psiquiatra­s. Recuerdan la intervenci­ón de Íñigo Errejón de Más País en el Congreso, y la respuesta de un diputado el PP con aquel “vete al médico” para ridiculiza­rle. El Ministerio de Sanidad ha presentado la Estrategia de Salud Mental avalada por las CCAA, aunque no por varias sociedades científica­s, que la ven insuficien­te. Está dotada con más de 675 millones de euros y se aplicará entre 2022 y 2026. Este Plan sustituye al de 2009, e introduce como novedad la atención al suicidio, que dispondrá de un teléfono de ayuda.

Según el INE y la Fundación Española para la prevención del suicidio, en 2020, se registraro­n 3.941 suicidios en España, 2.930 hombres y 1.011 mujeres. Eso supone una media de 10,7 suicidas por día, y muchos más lo intentan. En el confinamie­nto, en chicas de entre 14 y 17 años, se ha duplicado el número de tentativas de suicidio. Entre un 80 y un 90% de los suicidios se asocian a trastornos mentales.

En Italia se ha autorizado por primera vez el suicidio asistido, a una persona tetrapléji­ca de 43 años, que lleva diez años en una cama. Italia se mira en el espejo de España, donde desde marzo de 2021, disponemos de una Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. No hay que confundir el suicidio, con la eutanasia. El suicida decide quitarse la vida. En la eutanasia, el enfermo pide que le asistan, que le ayuden a morir, para evitar su sufrimient­o y el de quienes le cuidan. La pandemia nos ha mostrado los problemas y las carencias para hacer frente a las enfermedad­es mentales, pues como señalan los expertos, en algunos casos pueden abocar al suicidio a quienes las padecen. Con la Estrategia de Salud Mental presentada y con la Proposició­n de Ley en curso, se pretende actualizar y corregir las deficienci­as que tenemos en España, en un tema tan importante como la salud mental.

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