Europa Sur

HACIA UNA ESPAÑA MODERNA

- JOSÉ CARLOS CABRERA

HACE unas semanas la Red Española contra la Pobreza y la Exclusión social, en sus siglas en inglés EAPN-E, celebraba su asamblea general, donde claramente se trataron temas que son de verdadera actualidad y que tienen más interés que nunca después de una campaña mezquina y en contra de algún colectivo e, incluso, del servicio social que lo atiende.

Por primera vez en nuestra historia los servicios sociales, de alguna manera, han sido protagonis­tas y esto es debido a que hay una escasísima percepción de lo importante que son estos servicios para una sociedad moderna y, sobre todo, genera una imagen de escasa importanci­a que hace que estén mal financiado­s.

Sí, les estoy hablando de los centros de menores. Si los menores están como están también debiéramos fijarnos en la escasez de recursos con los que estos centros cuentan.

Fíjense. En nuestro país, los servicios sociales no son universale­s y eso estigmatiz­a a las personas que hacen uso de los mismos. Es simplement­e un error de enfoque, porque si tenemos derecho a la educación y derecho a la salud (recienteme­nte en la comarca del Campo de Gibraltar se levantaba frente a los atropellos del derecho a la salud, por ejemplo) también las personas deberían tener claro que deberían tener derechos sociales, que son igual de importante­s y que deberían ser para todos.

El problema está en que dichos servicios son reactivos y no preventivo­s. La manera por la que la gente llega a los servicios sociales es ya por una situación sobrevenid­a de pobreza, precarieda­d o de maltrato, lo que refuerza la idea de que las personas no deben ser atendidas hasta que esa situación ya la tienen encima. No debería de ser así.

Pero hagamos también crítica de lo que existe actualment­e: la sociedad civil, organizada en el tercer sector, está dando un servicio a la sociedad en donde la Administra­ción no llega y, sin embargo, el sector sufre una burocratiz­ación impuesta que le deja muy poco espacio en la prevención, repitiendo programas que priorizan la justificac­ión a la atención de las personas.

Además, se necesita que la Administra­ción tome conciencia de que es necesaria la elaboració­n de equipos compactos donde los funcionari­os trabajen codo con codo con los profesiona­les del tercer sector y no como actualment­e, donde los dos sectores trabajando en lo mismo son como el agua y el aceite.

Si en España nos queremos parecer a nuestros socios europeos debemos crear una sociedad avanzada y moderna, que ponga en el centro del debate al individuo y lo cuide. Eso significa que los agentes sociales no solo pueden ser las organizaci­ones de empresario­s y sindicatos, sino que la sociedad civil organizada tiene que estar ahí, al mismo nivel de interlocuc­ión.

Sabemos que este cambio es difícil, pero no por ello debemos de cejar en ello. Este cambio implica incluso la reforma de la Constituci­ón, pero queda claro que la España moderna tiene que tener un sector que cuida de ella y que ponga a los que lo necesitan en el centro de atención.

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