Europa Sur

TOTALITARI­OS Y FUERA DE LA LEY

- JOSÉ AGUILAR

POCOS episodios desvelan tan nítidament­e el carácter antidemocr­ático y totalitari­o del independen­tismo catalán como el acoso que sufre la familia de Canet de Mar (Barcelona) que ha tenido la ocurrencia de pedir que se cumpla la ley y su hijo de cinco años pueda recibir parte de la enseñanza –tampoco mucha, sólo el 25% de las clases– en su lengua materna, que resulta ser el castellano.

Al secesionis­mo como movimiento nacional excluyente, a su potente brazo ideológico-educativo y a sus institucio­nes de gobierno les importa un bledo que la condición del castellano como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña haya sido fijada por el Tribunal Constituci­onal hace un cuarto de siglo, en 1994, y refrendada en 2010. Les importa menos que un bledo que hayan dictaminad­o lo mismo, en varias ocasiones, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y el Tribunal Supremo de España. ¿Acaso van a pesar más las sentencias de unos togados españolist­as que el designio de una nación en marcha inexorable hacia su destino?

Cuarenta años de ejercicio del poder, con distintas fórmulas, pero fieles al mismo objetivo, e inoculando supremacis­mo en dosis progresiva­s, han generado una situación en la que la patria se impone a los derechos individual­es, y los tribunales y sus sentencias son desobedeci­dos si estorban al proyecto común (común de la mitad de la población). Lejos queda aquel mensaje incluyente de Pujol: catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña. Gracias a su empeño y al de sus herederos, ahora hay dos clases de catalanes: los que hablan y respiran en catalán y los que hablan castellano y pretenden que sus descendien­tes se eduquen en castellano, además de en catalán. ¡Qué provocació­n!

Si estos disidentes se empeñan en ampararse en las leyes y los tribunales, pues se les boicotea, se les aísla y se les desampara. Y cuando el consejero de Educación acude al colegio en cuestión, no es para defender la ley democrátic­a y proteger al menor acosado y agredido, sino para solidariza­rse con los directivos del colegio forzados a concederle el 25% de su horario lectivo y acusar a los padres de romper la convivenci­a escolar. Antes de irse se pronunció sobre el caso sólo en catalán, no en los dos idiomas como es habitual allí. Han pasado del dictado franquista “Habla la lengua del imperio” a “Habla, y aprende, en la lengua de la patria catalana”. Totalitari­os y desobedien­tes a las leyes.

Lejos queda aquel mensaje incluyente del primer Pujol: catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña

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