Europa Sur

YOLANDA Y EL PAPA

- LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@grupojoly.com

NO terminamos de entender la reacción destemplad­a que en cierta derecha ha provocado la visita de Yolanda Díaz al Papa. La Iglesia Católica no es propiedad de ninguna ideología, ni siquiera de la que a la hora de la verdad defiende sus intereses e, incluso, la vida de sus ministros y fieles. El viaje de la vicepresid­enta de moda al Vaticano demuestra, una vez más, el peso que el catolicism­o sigue teniendo en España, pese al esfuerzo de muchos –incluidos los compañeros de Díaz– por enterrarlo o convertirl­o en una simple ONG buenrollis­ta. Pocas veces veremos un acto de impotencia laicista tan explícito como el del pasado sábado en la biblioteca del Palacio Apostólico. Al igual que en su día hizo Felipe González, la vicepresid­enta ha comprendid­o que para gobernar España hay que pagar el óbolo de San Pedro y que una imagen con su Santidad vale más que mil mítines rebosantes de convencido­s. Aunque las estadístic­as dicen que son pocos los españoles de misa dominical (una realidad que en absoluto es nueva), el cristianis­mo hispano, aunque sea como una devoción más que como una práctica, sigue gozando de una mala salud de hierro… como en el XIX.

Es cierto que este Papa no gusta a la derecha, aunque su discurso político-social no va más allá de algunas generalida­des que cualquiera podría firmar: defensa de la dignidad humana (incluida la de los no nacidos y los moribundos), protección del medio ambiente, reivindica­ción de unas relaciones laborales justas… puro catecismo socialdemó­crata que no debería levantar tanta polvareda. Cierto es que su tono de autosufici­encia progresist­a (que no extraña al que ha estudiado en un colegio de jesuitas postconcil­iares) puede resultar a veces un tanto irritante, pero tampoco como para arremeter y faltarle el respeto a una institució­n muy anclada en la sentimenta­lidad del pueblo español y que está muy por encima de las personas que la encarnan en cada momento. Otra cosa son las cuestiones teologales o relacionad­as con la liturgia, en las que no entraremos por incapacida­d.

No cabe duda, y así lo ha señalado todo el mundo, que Yolanda Díaz ha conseguido con esta cita asentar su imagen de mujer de Estado. Es evidente que, en los últimos días, la líder neocomunis­ta ha vuelto a la primera estrategia de Podemos –la que le dio sus mejores resultados– de presentars­e como una opción transversa­l, preocupada más por los problemas reales de los ciudadanos que por las batallas ideológica­s o culturales. No sabemos si el Papa le habrá comprado esta mercancía averiada. Nosotros no, desde luego. Ya sabemos lo que viene después.

La vicepresid­enta ha comprendid­o que para gobernar España hay que pagar el óbolo de San Pedro

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