Europa Sur

“Pasamos directamen­te de la ultratumba al superéxito”

Sale a la luz el disco con las grabacione­s perdidas desde hace 30 años de Dulce Venganza, en una lujosa edición del sello FA20XXI que incluye una novela autobiográ­fica del músico

- José Miguel Carrasco

Entre las grandes noticias que nos ha deparado la escena musical sevillana en los últimos meses está la reaparició­n de Benito Peinado, quien fuese artífice del grupo Dulce Venganza durante una dorada década y media de grandes y recordados éxitos. Después de aquello pasó tres décadas más desapareci­do, carne de rumores y leyendas urbanas, hasta que de la mano de Paco Trilita y su actual sello FA20XXI, título alusivo a los nuevos felices años 20 que puede tener también este siglo, ha salido de nuevo a la luz con el nombre de Bendito Venganza, presentand­o

Las pistas perdidas de Dulce Venganza, las canciones que la banda grabó en 1993 y permanecía­n inéditas hasta ahora, en un precioso disco LP de vinilo serigrafia­do, al que acompaña también el libro

Las cosas nunca son como uno quiere que sean, una novela de Benito sobre un antihéroe, una estrella apagada del firmamento del rock, que narra aventuras propias y también ajenas de personajes y ambientes que segurament­e reconocerá­n todos los lectores que sean roqueros de largo recorrido. Y todo ello envuelto en una maravillos­a portada triple llenas de collages, pinturas y técnicas mixtas de ilustració­n, de las que también es autor el propio Benito.

La génesis de esta obra se inició con una llamada que le hizo a este cronista Paco Trilita diciendo que estaba buscando el máster del disco que Dulce Venganza grabó en aquel 93 sin que apareciese por ningún lado, y que por indicacion­es de José Luis Ambrosio el que firma este artículo acabó encontrand­o en un cajón.

–Desde que grabó usted Quiero matar a una chica, todavía con sonido maquetero, en 1977 hasta la edición de Vida y color en 1991, su andadura en Dulce Venganza fue un camino bien asfaltado por grandes canciones.

–Éramos un grupo al que los

hippies nos tiraban cosas, como en el Salta la Tapia, hasta que en 1983 todo se puso de frente, todo brilló desde que encontramo­s el rollo de Madrid, del sello Dro, Servando Carballar, la movida, la gente de Rock-Ola, y pasamos directamen­te de la ultratumba al superéxito, y a tocar con un montón de gente. A raíz de aquello dimos conciertos con Glutamato Ye-Yé, con Alaska y Dinarama, con Minuit Polonia, Héroes del Silencio, Almodóvar & McNamara, Radio Futura; con The Vibrators, con Eric Burdon, con Olé Olé o Lole y Manuel, un surtido muy amplio y variado de grandes intérprete­s. Y lo más interesant­e es que nuestras canciones sonaban por todos lados y estaban también en las listas de éxitos.

–Y entonces, ¿por qué se fue todo al traste de la noche a la mañana? ¿Qué pasó para que grabasen un disco nuevo y no llegase a ser editado?

–A pesar de grabar este disco, que suena como una bala, no teníamos discográfi­ca. Habían llegado los años 90 y la gente no quería tener nada que ver con tonterías. Los 80 estaban denostados y con ellos muchos de los que protagoniz­amos esa década. Y me quedé sin recursos para nada que no fuese desaparece­r; estaba hasta el cuello porque pedí un préstamo para pagar la grabación.

–Por su banda pasaron muchos de los mejores músicos de nuestra ciudad y del país. ¿Quiénes colaboraro­n con usted en la grabación de este disco?

–Conté con Juanvi Acuña y con Juanjo Pizarro, que eran las dos llaves que yo tenía para que las canciones sonasen como tenían que sonar. Pero eso fue solo la primera parte; al margen de ellos busqué a Pacoco, que había estado con 091, Helio, Círculo Vicioso, además de un tío que me parecía genial por su forma de ser y de vestir. También a Goyo, que fue un apoyo coyuntural en las percusione­s de base y a José María Sagrista, que estaba allí en el estudio como técnico y yo no me cortaba nunca en pedirle que metiese algunos coros, que él canta muy bien.

–De Juanjo Pizarro hay aquí guitarras suyas que hasta ahora no había escuchado nadie, una obra inédita y póstuma que es otro gran aliciente para hacerse con este disco.

–Hay canciones que tienen hasta quince o veinte pistas de guitarra en las que Juanjo se volcó y creo que el resultado es lo más alucinante que he escuchado nunca de él. Las desarrollé mano a mano con él, porque como yo no soy un músico de partituras siempre me gustó trabajar con músicos que me dirigiesen para los arreglos, que me ayudaran a que algo sonara como quería. Y Juanvi y Juanjo lograron unas programaci­ones perfectas que consiguier­on darle a las canciones un rollo grebo, que era el cruce entre el rock y el dance que me tenía fascinado por aquella época.

–Desde la primera canción, Oro y amor, parece que el disco se grabó hace treinta días en vez de hace treinta años. ¿Cómo han logrado sacar esto de algo tan precario como es lo que pudieron rescatar?

–Cuando grabamos el disco teníamos un montón de cintas DAT que fui distribuye­ndo por distintas discográfi­cas. La que me quedé para mí desapareci­ó en un viaje a Londres; supongo que me la dejaría por el camino no sé cómo. Y ahora tuvimos que hacer arqueologí­a pop. Partimos de la cassette que tú nos diste, y luego apareció otra que tenía una de mis ex novias y otra que encontré yo por mi casa. Desde ahí lo reconstrui­mos todo. Una vez que Juanvi montó el nuevo máster haciendo la última producción con Paco Trilita, restaurand­o lo que habíamos encontrado, Mario

Alberini lo remontó todo en los estudios Kadifornia; lo remasteriz­ó y consiguió que el sonido quedase así de brillante.

–¿Qué ha estado haciendo en estos treinta años, por cierto? ¿Y por qué ha vuelto de nuevo al camino?

–Pues durante todo el tiempo que he estado fuera de servicio he compuesto cientos de canciones, de todos los estilos, de todos los tipos; he construido miles de collages, pintado cuadros… no sólo la música, también me gustan mucho el arte pop, el expresioni­smo abstracto. Además he escrito mucho, y para escribir mucho hay que leer mucho, y eso también lo he hecho. El año pasado me llamó Paco porque se estaba metiendo en esta historia de su nuevo sello y quería saber qué pasaba con la gente de Sevilla de los años 80. Me dijo que le gustaría hacer esto del disco perdido y en un rato nos pusimos de acuerdo. Me dijo ¿lo hacemos?, yo le contesté ¡lo hacemos! Y lo hicimos.

–A partir de aquí comienza el futuro. ¿Qué espera de él?

–Ahora Paco y yo estamos preparando una nueva banda, muy multidisci­plinar, porque yo soy muy ecléctico: pop, fun, techno, rock, punk, glam, electro… lo que sería el grebo pero mucho más embrutecid­o, como el sonido Madchester; todo, en mi batidora cabe todo lo que me guste, desde la canción italiana hasta Black Sabbath. Y todo con mis influencia­s artísticas en el otro sentido, desde Basquiat, Warhol, Dalí, Picasso, Keith Haring y ponte a contar; y en cine lo mismo, la inf luencia es de lo más variada, pero creo que ese es el estilo básico de Dulce Venganza: una batidora.

–¿Y cuando podremos apreciar el fruto de esa nueva banda?

–Espero que pronto. Entre los próximos proyectos queremos grabar un disco doble en vivo con esta nueva banda mezclando de todo, canciones nuevas y antiguas; lo que siempre he hecho generalmen­te, mezclar y mezclar. Y también un disco en estudio con un montón de las canciones nuevas que tengo, que hay para elegir hasta aburrirse. Proyectamo­s también un disco de remezclas para las pistas de baile, porque al fin y al cabo Dulce Venganza desde el principio fue un grupo de música de baile; el rock and roll ha sido música de baile siempre, y el punk era música de baile, de pogo, pero baile. Y realmente no tengo ningún tipo de aversión a las pistas de baile, todo lo contrario, siempre han sido para mí una fuente de inspiració­n, desde Studio 54 hasta lo último de Manchester y el post Manchester, que era lo que más me apetecía, con Happy Mondays, Stone Roses, Primal Scream; me pondría a hacer una lista de cosas que me gustan y nunca terminaría.

Pero hay que terminar. Y lo haremos anunciando que este sábado tendrá lugar la fiesta del primer aniversari­o de FA20XXI en la futura sala de conciertos con la que Trilita quiere apoyar su proyecto discográfi­co y las canciones de Dulce Venganza serán protagonis­tas esa noche al ser reinterpre­tadas por algunas bandas sevillanas de aquellos años, reunidas para la ocasión, como Compañía Malpaso, Tiernos Mancebos y Helio, y algunas actuales, como los Ordinarios del prolífico Juani Misterfly.

Grabamos el álbum sin discográfi­ca. Habían llegado los 90 y lo que hacíamos en los 80 estaba denostado”

El trabajo de guitarras es lo más alucinante que he escuchado nunca de Juanjo Pizarro”

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PACO TRILITA El músico Benito Peinado.

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