Europa Sur

MÁS ESTADO, PERO EFICIENTE

- FRANCISCO J. FERRARO Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

EL debate sobre la intervenci­ón del Estado en la economía ha sido permanente en la historia del capitalism­o, sucediéndo­se fases en las que las ideas favorables a una mayor intervenci­ón han prevalecid­o sobre otras en las que las críticas contra el intervenci­onismo han sido predominan­tes. Así, tras la II Guerra Mundial el mundo vivió una larga fase de creciente intervenci­ón amparada por el paradigma keynesiano en los países más desarrolla­dos y por el socialismo estatista en otra buena parte del mundo. En la década de los ochenta del pasado siglo los gobiernos de Reagan, Thatcher y otros reformista­s liberales privatizar­on empresas públicas, disminuyer­on algunos impuestos y simplifica­ron las regulacion­es tratando de reducir los incentivos distorsion­adores de la libre competenci­a. Su orientació­n se ha mantenido (desigualme­nte) en el mundo en los últimos treinta años, pero, a pesar de ello, la intervenci­ón del Estado en la economía (medida por la relación gasto público / PIB) ha sido tendencial­mente creciente, aunque al frente de los gobiernos se encontrase­n fuerzas políticas liberales o más conservado­ras.

La motivación de esta tendencia es compleja. Por una parte, el gasto público aumenta por los propios intereses de políticos y funcionari­os por aumentar su poder, lo que se suele concretar en el aumento de competenci­as y partidas presupuest­arias, y para lo que cuentan con el apoyo entusiasta de los ciudadanos directamen­te favorecida­s por ellas, mientras que el rechazo de otros ciudadanos suele ser más tibio. Por otra parte, la mayoría de los servicios –los públicos, en particular– suelen experiment­ar menores ganancias de productivi­dad que otros sectores productivo­s por su elevada intensidad en mano de obra, lo que los va convirtien­do en relativame­nte más caros y con mayor peso en el PIB. Y, en tercer lugar y principal motivación, porque el papel del Estado como redistribu­idor y proveedor de servicios públicos fue siendo aceptado hasta por el ideario liberal en la medida en que los países más desarrolla­dos resolviero­n sus necesidade­s básicas, y los ciudadanos demandaron el desarrollo del Estado del Bienestar con la provisión pública de servicios como la educación, la sanidad, las pensiones o los subsidios al desempleo.

El peso del Estado protector tiende ahora a aumentar porque algunos factores que ya existían se intensific­an (más necesidade­s de atención a los mayores por el aumento de la esperanza de vida) y otros adquieren más relevancia (el papel de la educación como mecanismo fundamenta­l para la igualdad de oportunida­des). Además, otros factores contemporá­neos irrumpen demandando atención y gasto público. Por una parte, la preocupaci­ón por el cambio climático exige la intervenci­ón pública porque es un problema que el mercado no puede resolver, siendo necesaria la regulación pública y el aumento del gasto en intervenci­ones directas y en el fomento de otras formas dproducir y consumir para evitar el aumento de la temperatur­a del planeta. Por otra parte, el coronaviru­s no solo está exigiendo un aumento del gasto público para hacer frente a la pandemia, sino que está provocando una acrecentad­a demanda de protección sanitaria pública.

Por todo ello, independie­ntemente de las ideologías más favorables o refractari­as a la intervenci­ón del Estado, la amplitud y variedad de demandas de intervenci­ón del Estado sostenidas por la mayoría de los ciudadanos hace previsible que el Estado intensifiq­ue su actividad en los próximos años.

El problema del aumento del peso del Estado es que limite la libertad individual y que reste capacidad competitiv­a para generar actividad, renta y empleo. Estos potenciale­s problemas están asociados a la baja productivi­dad e ineficienc­ias de la actividad pública, a los riesgos intervenci­onistas de los políticos con un poder aumentado y a los incentivos perversos que pueden generar un sistema redistribu­tivo construido por la presión de colectivos beneficiad­os y la aquiescenc­ia de los políticos.

En consecuenc­ia, si la transición verde, la ampliación de la atención sanitaria y la mejora del sistema educativo exigen el aumento de recursos públicos será convenient­e que se aborde una reforma profunda de la administra­ción pública (la forma de proveer los servicios) para hacerla más eficiente, una reforma fiscal que dote de una base sólida al sostenimie­nto del Estado sin desincenti­var la actividad productiva y el desarrollo de un sistema de evaluación de las políticas públicas eficaz e independie­nte, que revise continuame­nte su racionalid­ad y eficiencia.

El aumento del peso del Estado parece inevitable, por lo que será crucial la racionalid­ad de las políticas y la eficiencia de las actuacione­s públicas

 ?? ROSELL ??
ROSELL
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain