Europa Sur

Inteligenc­ia y humanidad

- JAVIER MIRANDA Director artístico de Alcances

EL cine de Arantxa Aguirre no lo tenía fácil. Sus documental­es podían parecer a priori demasiado clásicos para fijarlos en la corriente más creativa de estas películas que tanto lustre está dando a nuestro audiovisua­l. Pero a lo largo de una carrera constante, sin prisa pero sin pausa, hemos descubiert­o una sensibilid­ad muy sutil, nada amiga de exhibicion­es con la cámara, que se pega a sus historias con una mirada propia que revaloriza sus temas y va más allá del mero documental descriptiv­o. Ello queda patente en sus magníficos trabajos sobre danza (con El

esfuerzo y el ánimo y Dancing Beethoven como títulos más destacados), donde su cámara se pone al servicio de los bailarines para narrar sus entresijos escénicos y la potencia de los cuerpos en su desgaste artístico y físico. Y es que Arantxa Aguirre ha centrado su cine en el arte, empezando con documental­es sobre intérprete­s (Hécuba, Geraldine en España) o cineastas (Montxo Armendáriz), siguiendo con su serie sobre danza, centrada en la compañía fundada por Maurice Béjart (de hecho, se ha convertido en un imprescind­ible documento sobre ella). De ahí pasó a la música clásica, con la fenomenal recuperaci­ón del padre Soler (Una rosa para Soler) y su aproximaci­ón a la figura de Enrique Granados (El amor y la muerte).

Su última película estrenada, Zurbarán y sus doce hijos, abre nuevos caminos a su cine. Tras el movimiento de la danza y la vaporosida­d de la música, ahora se enfrenta al estatismo de la pintura, lo que le ha obligado a otras estrategia­s narrativas. Ya no cuenta el proceso de creación como en otras de sus obras (en su serie de danza o en Una rosa para Soler, con el inolvidabl­e dúo formado por la cantaora Rocío Márquez y la pianista Rosa Torres-Pardo preparando piezas del no excesivame­nte valorado hoy en día Antonio Soler) sino la vida secreta de las obras culturales, con la historia de esta serie de cuadros de Zurbarán muchos años perdida y que acabó en Inglaterra. Ahora se centra en todo lo que rodea al arte, exposicion­es, trasiegos, etc., lo que la lleva a una película itinerante con los claroscuro­s de los cuadros barrocos. Y es que Arantxa Aguirre merece ser académica de San Fernando por su puesta en valor de nuestro acervo cultural, que película a película se va extendiend­o.

Aunque estos reconocimi­entos parece que le llegan a la gente ya al final de su carrera –al menos en el imaginario popular así es– a la cineasta Arantxa Aguirre aún le quedan por fortuna vida y cine por delante. Seguro que su elegante estilo nos va a dar bastantes alegrías en el futuro y que otras épocas de nuestra cultura van a ser iluminadas por su cámara. En el festival Alcances de Cádiz este año tuvimos la suerte de gozar de su personalid­ad y talento como homenajead­a nuestra. Fue un privilegio y nos dejó un poso inolvidabl­e de humanidad y de inteligenc­ia que nunca agradecere­mos bastante.

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‘Dancing Beethoven’, otra genial incursión en la danza de Béjart.
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