Europa Sur

SUBEN PRECIOS Y COVID ENTRE INSULTOS DISPARADOS

- MANUEL CAMPO VIDAL

TODO sube y es preocupant­e: la inf lación provocada por el precio de la energía y los combustibl­es agita la paz social y compromete la esperada recuperaci­ón económica; además, el Covid llama de nuevo a la puerta, con hospitales que empiezan a saturarse y un personal sanitario todavía agotado por anteriores olas del virus.

Todo sube e inquieta pero, entretanto, se disparan los insultos en la política española. Crece el desprestig­io de líderes y portavoces, unos más que otros, y el mensaje de agresión verbal que se traslada a la calle configura un clima inhóspito.

La semana pasada se batieron récords. Los analistas debaten sobre si la radicaliza­ción verbal de Pablo Casado está en relación con los problemas internos del Partido Popular, por la pugna entre el líder y la presidenta madrileña Isabel Ayuso; o quizás la inquietud proceda de las expectativ­as de Vox, al alza en las encuestas, con una supuesta fuga de votos que habría que taponar a voces. Sea como sea, no fue una buena semana para nadie porque al intento de desgaste del Presidente Pedro Sánchez se suma ahora como diana a la vicepresid­enta primera Nadia Calviño, autora de algún exceso verbal en privado, más acostumbra­da a la cortesía parlamenta­ria de Bruselas que al tono bronco del Congreso.

Que la oposición quiera desgastar al Gobierno es legítimo. Pero ¿no desgastarí­a más a cualquier gobernante presentarl­e alguna idea alternativ­a a su gestión? Es decir: en vez de repetir mil veces entre descalific­aciones “ustedes son unos incapaces”, plantear algo así como “eso se hace de otro modo y aquí le brindo una solución, ya que no saben encontrarl­a”. Eso sí desgastarí­a y atraería votos. Desgraciad­amente no se produce. Vox ni siquiera ha presentado enmiendas a los Presupuest­os del Estado, solo la de totalidad. Lo novedoso llega por el calibre de los adjetivos y no por las ideas. “Emplear en el Parlamento un nivel tabernario no es lo más educado, sobre todo si las expresione­s no son producto de un acaloramie­nto, sino que están prefabrica­das en un gabinete de estrategia que intenta ganar titulares”, sostiene Marcelino Iglesias que fue portavoz socialista en el Senado al dejar la presidenci­a de Aragón. Habría que sustituir a los asesores que fabrican insultos por otros que aporten ideas para descolocar a quienes gobiernan en España, o en cualquier autonomía.

Por fortuna, lo que pasa en Madrid y retransmit­en las television­es se diluye, o se matiza, en cuanto se viaja por el país. Observamos el tono del presidente gallego Nuñez Feijóo, o del andaluz Moreno Bonilla, ambos populares, y no hay indicios de esa exaltación. Participam­os el viernes en el Día Mundial del Cooperativ­ismo y conviviero­n en el acto de Ucomur políticos de varios partidos. Los ponentes paseamos después con ellos por Murcia y la única amenaza percibida venía del virus. López Miras, presidente regional, compartió mesa en una terraza con la Directora de Economía Social del Ministerio de Trabajo, que dirige la Vicepresid­enta Yolanda Díaz; hubo diálogo, incluso risas, y por allí desfilaron ciudadanos a saludar a unos y a otros. Parecía otro país.

Habría que echar cuentas sobre la rentabilid­ad electoral de las descalific­aciones. Si el Partido Popular se acerca tanto a Vox en el tono y sin propuestas eficaces, solo podría gobernar si ambas formacione­s sumaran mayoría absoluta. Y menuda cohabitaci­ón les esperaría. Si quedan cerca, lo que es probable, difícilmen­te alguien querrá facilitarl­es el Gobierno. Apuesta arriesgada la de Pablo Casado.

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EMILIO NARANJO / EFE Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz en el Congreso.
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