LOS QUE METEN BULLAN Y LOS QUE TRABAJAN
POR debajo de la miseria, cortedad, egoísmo partidista, cortoplacismo, ausencia de sentido de estado y mediocridad de la actual clase política nacional de la que ayer hablaba –porque nunca tuvo la política española peor casting que el formado por Sánchez, Casado, Belarra, Abascal y Arrimadas– discurre la vida de los ciudadanos que sacan adelante cada día el país en las difíciles circunstancias actuales. Son aquellos de los que nadie habla, que sufren los efectos de las malas políticas, de la incapacidad de los políticos para llegar a pactos de estado, gobernar con eficacia y hacer oposición con propuestas.
España tiene una larga tradición de malos gobiernos, por no hablar de las dictaduras, de los que en el siglo XX solo hago la excepción del período comprendido entre 1976 y 1996 con las presidencias de Suárez, Calvo Sotelo y González, no perfectas, porque la política es el arte de lo posible, pero de una altura de la que los mandatos de Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez carecen. Representando este último el punto más bajo.
Tan larga tradición de malos gobiernos tiene España (tentador, pero exagerado,
Los malos políticos hacen más dura la “oscura labor cotidiana” de los ciudadanos que hacen la intrahistoria
remontarse a Mío Cid: “¡que buen vassallo si oviesse buen señor!”) que un español, y uno de los más inteligentes además de honestos, Unamuno, creó la palabra intrahistoria que la RAE recogió con el significado de “vida tradicional de los pueblos que sirve de fondo permanente a la historia cambiante y visible”.
Pero en Unamuno su carga es mayor. Así la expone en En torno al casticismo: “Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del presente momento histórico, no es sino la superficie del mar… Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de millones de hombres sin historia que cada día se levantan a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna... Sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la Historia. Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, no la tradición mentida que se suele ir a buscar en el pasado enterrado en libros y papeles y monumentos y piedras”.
Cuando “los que meten bulla en la Historia” son tan mediocres hoy como en 1905, cuando Unamuno escribió estas palabras, hacen mucho más dura la “oscura y silenciosa labor cotidiana” de los ciudadanos sin historia que hacen la intrahistoria y sufren la Historia.