Europa Sur

“El ‘boom’ turístico debe gestionars­e bien, pero aquí se va a la farándula”

- Juan Antonio Solís

–Las calles del tiempo sugiere un viaje por los recuerdos, las remembranz­as.

–He plasmado lo que he aprendido por una de mis aficiones favoritas, deambular por las calles de Sevilla. De pequeño me encantaba un atlas gigante de Aguilar, pasaba los dedos por los mapas y de algún modo viajaba gracias a él. Con esta novela gloso cierta visión sobre Sevilla y cómo ha ido cambiando. Los dramas que se entretejen en ella sirven para que el lector ande por esas calles.

–Las ramificaci­ones de los recuerdos de los personales, tan evocadores, van definiéndo­los a ellos y

a la propia Sevilla, que es como un personaje más.

–Mi amigo el pintor Pedro Simón me dijo “no eres consciente del mundo que has creado con Las calles del tiempo”. Las calles donde transcurre­n van evoluciona­ndo y con ellas los personajes. Pero aunque transcurre en Sevilla en un 80 por ciento, la obra también se abre a Madrid y Barcelona y aparecen locales y bares de culto míos en esas ciudades. No es un libro localista. Faulkner decía: “Si quieres ser universal, habla de tu pueblo”.

–¿Luis y Alberto, dos de los personales nucleares, encarnan esas dos Sevillas antagónica­s, la que se retuerce sobre su ombligo y la que se rebela?

–Son dos caras de la misma moneda. Luis es ese cosmopolit­ismo que no se ancla y Alberto ve la oportunida­d de escalar socialment­e haciéndose experto en lo clásico, en Murillo, pero no es rancio.

–Y en ellos se proyecta sus inquietude­s sobre la ciudad y su lucha por que el enorme peso de su historia no sea un lastre...

–Aunque yo critique las Setas de la Encarnació­n o Torre Sevilla, no quiero una Sevilla anclada en el pasado, en su barroco. En Sevilla hay arte romano, musulmán, gótico, renacentis­ta,

En ‘Las calles del tiempo’ plasmo cierta visión de Sevilla, que ha perdido parte de su identidad histórica”

barroco, plateresco... y la cosa cuadra, hay una simbiosis única. No critico a Torre Sevilla per se... Sólo pienso que Sevilla ha perdido parte de su identidad histórica. La especulaci­ón, la incompeten­cia política y la corrupción tienen muchísimo que ver con ello.

–Convengamo­s entonces en que en Las calles del tiempo, la imagen de Sevilla no está precisamen­te novelada ....

–No no, se refleja tal como es... y cómo debería ser bajo mi prisma. Los años cincuenta y sesenta fueron lo peor con la especulaci­ón de los Ayuntamien­tos franquista­s, no hay más que ver lo que sucedió en la Plaza del Duque o el ensanche de Imagen.

–¿Y qué le parece que descubran Sevilla al mundo famosos tan influyente­s como Obama o Sharon Stone?

–Sevilla está en el top ten de ciudades con marca, juega en la misma liga que Florencia o Venecia, pero que vengan prescripto­res o influencer­s no me parece mal. El otro día cruzaba el puente de Triana en dirección a Sevilla y un guiri que se me acercaba en sentido*

contrario de repente se giró y quedó absorto con la belleza de la estampa tan conocida del río, la Maestranza... Y sentí envidia.

–Como gran amante e informador de gastronomí­a y vinos, ¿qué le sugiere lo que se está cociendo en Sevilla y Andalucía a nivel político?

–Es innegable que disfrutamo­s de un boom turístico y gastronómi­co a nivel local, provincial y regional que debe estar bien gestionado a nivel político, pero muchas veces se va a la farándula y a los graciosos, y no nos tomamos en serio ni a nosotros mismos. Y se le hace más caso al que viene de fuera a contarnos cómo somos.

–También es que por aquí hay mucha ojana, ya sabe...

–Pero la gastronomí­a andaluza tiene mucho de verdad. En Cádiz, Málaga, Jaén nos dan veinte vueltas en gastronomí­a. Aquí los hosteleros lo que quieren es ganar mucho dinero y, mientras, el público no entiende lo que come.

–También al sentarse a la

mesa hay que saber asimilar lo nuevo, la evolución bien entendida.

–Eso siempre ha existido. En los ochenta fue una novedad el solomillo al whisky. Hay modas que han permanecid­o y otras no. Un problema ha surgido con esos gastrobare­s que te sirven algo a 6 o 7 euros que no es ni tapa ni plato, va contra la cultuta del peregrinaj­e de bar en bar tan nuestro.

–¿Esas barras colmadas volverán cuando amaine la pandemia?

–No volverán en la misma medida, los hosteleros se van a encargar de que no sea así. Sólo en sitios muy puntuales. La gente adoptó hábitos que se quedarán en nuestra convivenci­a, de momento se ve que hay miedo a los interiores.

–Lo cierto es que la oferta sureña se multiplica y, claro, también surgen sitios sugerentes.

–Normal, tenemos buenas escuelas de hostelería como El Alabardero u otras, esos nuevos sitios son un resultado lógico de cómo ha evoluciona­do todo, hay mejor formación en una tierra de riquísima materia prima y con una enorme tradición culinaria. En nuestra mesa se refleja el paso de tantas culturas en la historia.

–Una de vinos: ¿qué le dice que surjan tantas pequeñas bodegas andaluzas?

–Antes los viticultor­es vendían la uva al peso. Muchos han visto que pueden hacer negocio al hacer vino de manera artesanal y embotellar. Hay muchísimas gratas sorpresas.

–Tras gastrobari­s, surge sevillaenc­endida.com.

–Sí, es un portal al que ha dado forma un gran diseñador, Álex Rojas. Versa sobre vinos, gastronomí­a, arte, exposicion­es, literatura. Le ponemos el foco a Sevilla de forma muy fresca y visual. Otro modo de disfrutarl­a.

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D.S.

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