Dos quintos premios van a parar a Cádiz capital y Bornos
El 92.052 y el 89.109 dejan 126.000 euros libres de impuestos a sus afortunados compradores
Al principio y al final del sorteo de la Lotería de Navidad cayeron dos quintos premios en la provincia de Cádiz. Por un lado, el número 92.052, el primero relevante que salió de los bombos, fue vendido en Cádiz y Algeciras. Por el otro, el último de los quintos premios, el 89.109, fue despachado en Bornos. La administración de Loterías número 1 de Bornos, situada en la avenida de la Constitución, 4 A, vendió una serie completa del 89.109, por lo que repartió un total de 60.000 euros. Los diez décimos fueron despachados por ventanilla, por lo que creen que fueron comprados por vecinos de esta localidad. Esta es la primera vez que este punto de venta da un premio de esta importancia. Una de las curiosidades de la jornada es que este pasado 22 de diciembre se casó el propietario de la administración, por lo que la alegría era por partida doble.
Por su parte, en la capital gaditana se vendió un décimo por terminal del 92.052 en el punto de venta situado en la plaza de las Canastas, 2, por lo que el agraciado se llevó 6.000 euros. “¡Pepe, que he dado el quinto premio, ahora te llamo que tengo aquí al Diario!”. Laura Vidal, de la administración de la plaza de Las canastas, en el barrio de Santa María, estaba exultante. Y eso que solo había vendido un décimo del quinto premio, el primero que sacaron en la mañana de ayer los niños de San Idelfonso. Vendido por terminal, el 92.052 le tocó a una sola persona. 6.000 euros no tributables en Hacienda. Importe íntegro para la cartera. “El agraciado puede ser cualquiera. Incluso a un turista, porque se ha vendido mucha lotería desde el verano”, explicaba Vidal.
“Ay Laura, que yo te compré uno el otro día, pero no recuerdo el número”, decía una vecina del barrio. “Pues corre a casa a ver si es este”, le contestaba Laura, que era un manojo de nervios mostrando el cartel con el premio a la vez que atendía al público, y que aseguraba estar “tremendamente feliz”. Por la mañana, antes del sorteo, había enviado un vídeo a sus amigas con este mensaje: “Chicas, hoy voy a dar un premio”. Dicho y hecho. Un cliente vaticinaba más alegría: “Oye Laura, que aquí no se va a quedar la cosa”. La euforia era contagiosa. Bastó muy poco para arrancar sonrisas.