El Papa pide diálogo y no “atajos” en las tragedias que “se pasan por alto”
● Francisco denuncia que el mundo “corre el riesgo” de obviar “los gritos de dolor y desesperación” de quienes están en apuros
El Papa denunció ayer que la pandemia ha exacerbado “la tendencia a cerrarse” también en el ámbito internacional, lleno de “inmensas tragedias” que se “pasan por alto” y recetó diálogo y “no atajos”. De nuevo asomado a la logia central de la basílica de San Pedro, tras la ausencia del año pasado por la pandemia, Francisco golpeó de nuevo las conciencias con un mensaje de Navidad en el que aseguró que “nos hemos habituado a que las inmensas tragedias se pasen por alto” y que “corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas”.
Ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro, a pesar de la situación epidemiológica en Italia, afirmó que en este tiempo de pandemia “se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar”.
Pero lamentó que esto también se observa “en el ámbito internacional” donde “existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son éstos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos”.
Subrayó que todavía existen “muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos”. “Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas”, criticó.
Y como es habitual en sus mensaje de Navidad, que se convierten en un dura descripción de la actualidad, comenzó a enumerar los conf lictos en el mundo e inició con Siria que vive “más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados”.
Siguió con Iraq, “que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse”, y Yemen “donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día”. También recordó las “continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores” y habló de Belén sumida en una grave crisis económica provocada por la pandemia “que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa”, y el Líbano “que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes”.
Rogó para que no seamos “indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une”. Francisco concluyó antes de dar la bendición urbi et orbi deseando que podamos “escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas”.