Europa Sur

Abrir la puerta al duelo

● Los psicólogos de los equipos de emergencia­s acuden al escenario de un suceso para atender a los familiares con el objetivo de que “expresen sus emociones” y pueda comenzar todo el proceso

- Borja Méndez (Efe)

El móvil de guardia del Summa 112 suena en una mesita de noche a las 04:00 en la base de La Marazuela (Las Rozas). Un joven se ha suicidado en un municipio del sureste de Madrid. Cristina, una de las seis psicólogos del equipo, se desplaza rápidament­e a la casa para intentar aliviar el duelo de sus familiares.

Esta unidad, creada en julio de 2019, se ubica a unos 20 kilómetros de Madrid en el anexo a un centro de salud en el municipio de Las Rozas. Fueron los primeros miembros de emergencia de atención psicológic­a integrada dentro del Sistema Nacional de Salud.

Cristina junto a sus compañeros Miguel, Marta, Edurne, Rocío y Laura son los integrante­s de este equipo. Cada día se turnan en guardias de 12 horas.

Hacen una media de tres intervenci­ones al día y siempre están pendientes del teléfono para, cuando son requeridos, acudir a avisos de suicidios, muertes súbitas, abusos sexuales o asesinatos.

Precisamen­te, Cristina fue la encargada de atender a los familiares del último homicidio que se produjo en Madrid en noviembre. “Muchos familiares y una madre desbordada emocionalm­ente” es lo que recuerda. Tuvo incluso que apartar a la madre para que no escuchara las hipótesis sobre la causa de la muerte violenta de su hijo.

Esta psicóloga, de 39 años, ha trabajado con drogodepen­dientes, personas con enfermedad mental o pacientes oncológico­s.

“Con lo que sepas, haz lo que puedas” es el consejo que le dio uno de sus jefes y que siempre tiene en mente. Reconoce que los momentos más duros son las asistencia­s en casos de muerte súbita en bebés. Y es que muchas madres no pueden desprender­se del cadáver de sus hijos que tienen entre las manos. “En esas circunstan­cias esperamos el tiempo que haga falta para que se pueda despedir”, dice.

Efe ha acompañado a esta psicóloga en una jornada para conocer de cerca cómo es su trabajo y cuáles son sus funciones.

Cristina tiene un modus operandi. Nada más llegar al lugar, analiza y estudia la situación que se encuentra. “Siempre hay o silencio o situacione­s desbordada­s. Temo más el silencio porque eso significa que algo no está saliendo y tiene que salir”, explica. Sin embargo, cada suceso requiere una forma diferente de actuar.

En los suicidios, el objetivo es que la familia no se culpe de la muerte, en los abusos ganar poco a poco la confianza de la víctima y en los homicidios frenar la rabia de los familiares. A pesar de ello, todos tienen un punto en común, “que las personas expresen sus emociones”, lo que ella denomina “ventilació­n emocional”.

El trabajo principal de estos psicólogos es que familiares o amigos de las víctimas puedan comenzar el duelo. En caso de no hacerlo a tiempo, puede repercutir en las vidas de las personas afectadas.

“Cada historia es única”, resalta esta psicóloga, que está en cada suceso entre una hora y media y tres horas. Pero no siempre es así. En su cabeza permanece una tragedia ocurrida hace meses: un matrimonio falleció en un accidente de tráfico y los agentes de la Guardia Civil le pidieron ayuda para comunicar esta muerte a la hija de 15 años. “Me impactó la vulnerabil­idad de la niña y la situación en la que la dejamos”, reconoce. Fueron seis horas de atención, pero siempre se pregunta cómo habrá acabado esa joven.

Este equipo de psicólogos vienen de sufrir un frenético puente de diciembre con muchas intervenci­ones. Se han producido numerosos casos de suicidio de gente joven o muertes súbitas.

“Ahora está de moda la salud mental, pero los psicólogos escasean. Es necesario ampliar el personal para llegar a más gente”, afirma. Además, lamenta que “hoy por hoy es un artículo de lujo tener un psicólogo”.

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