“Tal vez sobren los sermoneadores”
–Quizá sea la persona que más sermones haya leído del periodo barroco. ¿Es el sermón un arma cargada de presente?
–Los sermones son una fuente de primer orden para comprender la mentalidad, la actitud ante la vida y los valores del Barroco, una época histórica de monarquía autoritaria que exigía mantener un sistema de control ideológico que favoreciese el dominio sobre el pueblo. Evidentemente, la función de los predicadores es fundamental. En este sentido, es un arma cargada de presente. Ahora pueden aparecer sermoneadores con el objetivo de imponer un pensamiento único.
–¿Hay más sermoneadores hoy que en el Siglo de Oro?
–Ahora tal vez sobren. Y además, sobrepasando lo religioso, en el entorno civil y político. Después de haber estudiado cientos de sermones, tengo que decir que el dominio y la elegancia del lenguaje de los predicadores del Siglo de Oro eran muy superiores.
–Los medios de masas forman, informan y entretienen. ¿Qué tal lo hacían los sermones?
–La máxima de los preceptistas, los teóricos de la predicación, era “enseñar, deleitar, mover”. Es decir, enseñar entreteniendo para persuadir al auditorio y orientar las conductas. Y una hora de sermón, manejando bien los resortes psicológicos, daba para mucho.
–¿Un andaluz del Barroco podría escuchar tantos sermones al año como horas de televisión ahora?
–No tanto. Son muchas horas de televisión las que diariamente se consumen; la mayoría para adormecer a la gente. En la Edad Moderna, un andaluz de a pie, sin ser excesivamente devoto, podía escuchar más de 100 sermones al año entre domingos, fiestas, funerales y otros acontecimientos. En una sociedad analfabeta, sin radio, sin televisión, sin cine, la importancia del púlpito como entretenimiento y adoctrinamiento era evidente. Cada tiempo tiene sus medios de control y adoctrinamiento.
–Ha estudiado la figura de Cristina de Noruega, cuñada de Alfonso X el Sabio, que cayó muerta muy joven, poco después de su travesía desde Noruega a Sevilla. El mito dice que murió de tristeza. ¿Era la corte noruega entonces de samba y caipiriña?
–Es una historia de puro romanticismo. Una muchacha de 23 años que llega de la fría Noruega a la calurosa Sevilla en el año 1257 para casarse por cuestiones políticas. Desconocía a su marido. Tuvo la suerte de poder elegir entre los príncipes solteros. Los calores de Sevilla y una enfermedad pudieron con ella. También pudo influir en su prematura muerte la morriña, su tierra, su gente y costumbres.
–Cerca no estaba.
–Aquí vivió obligada a la soledad y el encierro. Eso distaría mucho de su Bergen natal, capital de los fiordos, abierta al mar y a la naturaleza, con bosques cerca de la*
corte, la aventura, el jugueteo... Cristina de Noruega sigue siendo hoy un mito en la Colegiata de Covarrubias, en Burgos, donde descansa. La leyenda dice que las jóvenes que buscan al amor tocan la campana del claustro que hay encima de la tumba.
–Hablamos del tiempo de Alfonso X, cuando se extiende el mito de las Tres Culturas.
–El asunto de las Tres Culturas es muy recurrente en la
Edad Media. Evidentemente, convivieron tres culturas, cristiana, judía y musulmana, pero no en igualdad de condiciones. La tolerancia no fue tanta, ni en Al-Ándalus ni después, tras la Reconquista. El poder era el poder y la cultura que lo detentaba toleraba a las otras, pero siempre desde un sistema de privilegios y a base de tributos y quebrantos... y persecuciones cuando llegaba una crisis.
–Los judíos eran los únicos que prestaban dinero en la Edad Media. ¿Era algo más que los cuernos y el rabo del diablo?
–La Iglesia condenaba para sus fieles el préstamo con usura, pues consideraba el dinero como una cosa estéril. De ello se aprovecharon los judíos y muchos se hicieron prestamistas. Si al calificativo de usurero se le añade una atribuida culpabilidad de la muerte de Cristo, fácilmente se plasma esa imagen de seres con cuernos y rabo que ha llegado casi hasta nuestros días.
–Y volvemos a los sermones... porque hubo quien salió alguna vez de misa como el que salió a buscar ovnis después de escuchar a Orson Welles...
–En muchas ocasiones así sucedió. El progromo de la España medieval más conocido fue en 1391, empezó en Sevilla y fue alentado por un clérigo, Ferrand Martínez. La Inquisición animó también la expulsión de los judíos en 1492, aludiendo a la perniciosa influencia sobre sus congéneres conversos. Al grito de conversión o muerte los fanáticos han hecho muchas barbaridades. También ahora.
–Los profesores encuentran a menudo una inquietud en su alumnado. “¿Y esto para qué?”.
–Con las Humanidades minusvaloradas y el valor del conocimiento subestimado, afirmándose que todo está en internet, aparece el “esto para qué sirve”. La tarea de enseñar deleitando es más ardua para los profesores de Humanidades. Pero si uno es capaz de hacer convulsionar la mente de los alumnos, abrirla al espíritu crítico, ganará la batalla, porque el alumno entenderá la enseñanza como medio de esquivar manipulaciones y de apostar por una sociedad de ciudadanos libres.
–En los sermones siempre hay un para qué para todo, ¿no?
–La religión acompaña al creyente de la cuna a la sepultura. Y los sermones procuran dar respuesta a la existencia, a las situaciones transcendentales y a las que no lo son tanto; además de interpretar acontecimientos desde una doctrina que se acomoda al momento histórico.
Al grito de conversión o muerte los fanáticos han hecho muchas barbaridades, también ahora”