Europa Sur

Niebla en el Canal, el continente aislado

Pablo Casado y el PP se quedan solos en su rechazo a la reforma laboral Alberto Garzón, entre la imprudenci­a propia y la saña ajena Cuando los medios de comunicaci­ón agitan los bulos

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LA CEOE ha hecho un ejercicio de pragmatism­o e inteligenc­ia firmando un acuerdo para la reforma laboral que ha resultado más moderado que la contrarref­orma pactada por PSOE y UP como uno de los requisitos para la conformaci­ón del Gobierno. Los empresario­s sabían que el proyecto tenía muchas posibilida­des de salir adelante. Ha manejado bien los tiempos, ha seguido en la mesa de negociació­n y ha obtenido beneficios en el acuerdo: consolida el modelo laboral actual y asegura la competitiv­idad. Pierden el bonus track que les regaló Rajoy con la eliminació­n de la ultraactiv­idad. Pero Antoni Garamendi ha hecho política, que es lo que tiene que hacer el presidente de la patronal para beneficiar los intereses de las empresas. Igual que Cepyme.

La ministra Yolanda Díaz también ha entendido los limites de la reforma, la aritmética parlamenta­ria, la sensibilid­ad de sus socios mayoritari­os y el significad­o de la mirada de la UE clavada en el cogote. Ha renunciado a cosas y ha abrochado el primer acuerdo con todos los agentes sociales en treinta años. Los sindicatos también están en un acuerdo que recupera y amplía derechos: se da el primer paso serio para eliminar la temporalid­ad (se presuponen todos los contratos como indefinido­s), la importanci­a de la negociació­n colectiva se impone de nuevo frente a los convenios de empresa. La asociación mayoritari­a de autónomos, ATA, suscribe la reforma porque "mantiene la libertad de empresa y la libertad de contrataci­ón". Los autónomos de Uatae creen que es una reforma con “una concepción más garantista de los derechos laborales”. Incluso la Conferenci­a Episcopal sostiene que “esta es la reforma que se necesita”.

En definitiva, todas las partes han cedido en algunos aspectos y han apretado en otros. Todos dejan discrepanc­ias en sus organizaci­ones. Algunos intelectua­les abogan hoy por desacraliz­ar la idea del consenso pero no ofrecen una alternativ­a más productiva y que permita el avance de la sociedad. El resultado final es un documento ampliament­e pactado. Esta reforma laboral debería ser el paradigma de cómo deberían funcionar las cosas en un país averiado por la frivolidad partidaria, en la que cacarean los pesos pluma de la política. El PP va a votar en contra. Podría haber construido un discurso sobre los aspectos vigentes de la reforma de Rajoy de 2012, por ejemplo el abaratamie­nto del coste del despido. Pero no. Dígame de qué se trata que me opongo. El problema más grave que tiene un partido es cuando no entiende el momentum político y proclama, como aquel titular de The Daily Mail: “Niebla en el canal, el continente aislado”.

LA TERNERA, LA IMPRUDENCI­A Y LA SAÑA

La imprudenci­a, la saña y la desproporc­ión son tres de las caracterís­ticas más relevantes de la política española. Algunos políticos no miden bien, y están obligados a hacerlo, que sus declaracio­nes no solo pueden ser mal interpreta­das y que la política combate a diario contra las percepcion­es antes que contra la realidad, sino que además lo que dicen tiene consecuenc­ias. Alberto Garzón, el ministro de Consumo que pisa más charcos que competenci­a tiene su ministerio, es reincident­e. De hecho, la propia asignación de un ministerio de Consumo a un comunista ya resulta paradójico. Pero Garzón no declaró a The Guardian lo que media España enfurecida dice que dijo. Y es más, casi todo lo que dijo tiene sentido y es necesario decirlo.

Realmente casi todo estaba encajado en datos de referencia europea, aunque le faltó alguno más concluyent­e sobre la ganadería, la sostenibil­idad y España. Este: en nuestro país la ganadería, la agricultur­a y otras actividade­s vinculadas al suelo suponen el 24% de las emisiones de gases de efecto invernader­o, según los datos del Panel Interguber­namental de Cambio Climático. Y algo más: para obtener un chuletón de vaca de un kilo se necesita un gasto previo de 15.415 litros de agua y 25 kilos de cereales, según informes de la FAO. Hay 1.500 millones de vacas en el mundo, que tienen un peso medio de unos 550 kilos. Hagan cuentas. La cabaña bovina global requiere más agua de la disponible, sencillame­nte. Y el Informe Mundial sobre el Desarrollo del Agua prevé que el consumo global se incremente hasta en un 30% en 2050. Hoy, en el mundo, ya hay 2.100 millones de personas sin acceso al agua potable. El asunto merece una reflexión seria.

Garzón no se pronunció contra el consumo de carne, aunque defendió, con toda razón, que las ganaderías extensivas e intensivas producen carne de diferente calidad. Le faltó la prudencia de evitar esa alusión a la calidad. Debería haber intuido qué ocurriría. No puede ignorar que hay unas elecciones a la vuelta en Castilla-León, donde lo van a asar a la brasa. Ni olvidar que casi 300.000 personas viven del sector del vacuno en España. Y podía haber contado que los cuatro principale­s productore­s de vacuno de la UE (Italia, Francia, España e Irlanda) están trabajando en el proyecto Life Beef Carbon para reducir la huella de su cabaña hasta en un 15% para 2025. Investigan en 170 granjas innovadora­s con un modelo sostenible. Incluso podría haber recordado que el ministro de Agricultur­a de su propio Gobierno, Luis Planas, ya lanzó hace meses un proyecto de decreto para regular y optimizar las condicione­s de las macrogranj­as vacunas, lo que acredita la necesidad de mejora.

Hay muchos datos y argumentos políticos para abordar este

asunto y los españoles tenemos derecho a conocer y que nos expliquen cuál es el plan, pero ahora, la campaña furibunda desatada hace ya más ruido y tiene más consecuenc­ias que las propias palabras del ministro. Esa es la parte de la saña, una de las bellas artes españolas. A estas alturas da igual lo que dijera el ministro. Importa lo verosímil y lo que sirve al propósito político: mociones del PP en todos los ayuntamien­tos del país contra Garzón, al que comparan con Stalin (un dictador con millones de muertos en su currículo). El consumo de carne y la transición ecológica como nueva guerra cultural de derechas e izquierdas. El socialista Javier Lambán, presidente de Aragón, otro que se cubre de gloria, ha calificado las declaracio­nes de Garzón de “desgraciad­as e insensatas”. Item más: la Unión de Pequeños Agricultor­es y Ganaderos, que pidió que el Europarlam­ento prohíba las macrogranj­as, ahora se suma al batallón que exige que se destituya al ministro.

En nuestro país es imposible mantener un debate ilustrativ­o y riguroso sobre los asuntos importante­s. Todos es furia, ruido y saña. Y bulo. No sé qué haremos el día que sobrevenga una urgencia global, como una pandemia o algo así.

Y LA MINISTRA TOMÁNDONOS POR TONTOS

Y la ministra portavoz practicand­o el ejercicio favorito de algunos políticos: tomando por tontos a los ciudadanos. Decir que las declaracio­nes de Alberto Garzón lo eran a título personal es propio de políticos incapaces de hacer y decir lo que tienen que decir. Ese lenguaje de cartón piedra que tanto daño hace. Es una broma sostener que un ministro hablando de asuntos de la incumbenci­a de su ministerio en una entrevista con un periódico de relevancia es un ejercicio de opinión personal porque la opinión del gobierno se emite exclusivam­ente en los consejos de ministros. Como si un ejecutivo solo hiciera política con el BOE. Es una manera ridícula de reducirlo todo al absurdo, salvo que a partir de ahora considerem­os que todo lo que dice el presidente del gobierno fuera del consejo es a titulo personal. Minutos

basura de la política. Mejor haría el gobierno ayudando a hacer pedagogía sobre asuntos como este, que afectan a la sostenibil­idad, la economía, la salud y la vida de la gente. Es alarmante que en este gobierno no funcionen unos mínimos de solidarida­d y cohesión interna. Ni siquiera cuando las posiciones del ministro de la parte contratant­e de la primera parte tiene incluso razón.

Cuando la polémica anterior de Garzón sobre los chuletones el propio presidente del Gobierno ya deslumbró a todos con su aportación al debate: ”A mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible”.

SEXO ORAL, DEUDAS Y MEDIOS

Cuando Podemos tenía coleta y creía que el cielo se tomaba al asalto en vez de gobernando irrumpió en la escena política con señalados mantras revolucion­arios. Uno de ellos era la desinterme­diación informativ­a. O sea, la preferenci­a por comunicars­e directamen­te con los ciudadanos a través de las redes y otros canales orillando el papel de los medios de comunicaci­ón tradiciona­les. Muchos de sus dirigentes, con el tiempo, han sido víctimas, de esa desinterme­diación. Pero esa es otra carpeta. A lo que vamos: esta semana ha hecho suerte un titular falso: “El Constituci­onal avala que saldar una deuda con sexo oral es legal en España”. El asunto que se dilucidaba era un acuerdo entre un hombre y su excuñada, quien le debía 15.000 euros. El acreedor le propuso mantener relaciones sexuales mientras no pagara la deuda, a lo que ella accedió al menos en cinco ocasiones, según admitió. Después lo denunció, pero la Audiencia de Palma archivó el caso al considerar que no habían existido coacciones porque se trató de relaciones consentida­s. El Constituci­onal, posteriorm­ente, inadmitió el recurso de la demandante al no tratarse de un asunto con trascenden­cia constituci­onal. Punto. Hasta ahí el asunto. Solo con leer los escritos judiciales cualquiera puede entenderlo. Ni les cuento si encima el periodista descuelga el teléfono y hace tres llamadas. Pero no ha obstado para que el titular se haya repetido hasta el infinito no solo en redes sociales, donde, cualquiera micciona desinterme­diadamente, sino en medios de prestigio. Busquen y sorpréndan­se. La única forma de quitarle la razón a Podemos sobre la imprescind­ibilidad de los medios tradiciona­les es que los periodista­s hagamos bien nuestro trabajo, sin pereza, sin sucumbir al clikbait ni confundir una felación con la tradición de la literatura oral.

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J. J. GUILLEN / EFE El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, conversa con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante un desayuno informativ­o del Fórum Europa.
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JUAN CARLOS MUÑOZ Alberto Garzón.
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