Europa Sur

La jugada del PP en Castilla y León

Tablero. Mañueco tenía la mosca detrás de la oreja desde verano de un posible acuerdo de PSOE y Cs para una moción de censura; hoy, los sondeos lo dan claro ganador el 13 de febrero

- PILAR CERNUDA

ALFONSO Fernández Mañueco tenía la mosca detrás de la oreja desde verano. No desde marzo, cuando la diputada regional María Montero, de Ciudadanos, abandonó su grupo parlamenta­rio para sumarse al grupo de los No Adscritos. Pero en julio y agosto los rumores sobre conversaci­ones de Ciudadanos con Por Ávila eran un clamor en Valladolid, sede del Gobierno y las Cortes regionales.

En septiembre, al presidente Mañueco, metido de lleno en la tarea de buscar apoyo para sus Presupuest­os, para los que Por Ávila pensaba presentar varias enmiendas, le llegan noticias de una reunión de miembros de esa formación abulense con integrante­s de Cs, entre ellos Igea, vicepresid­ente del Gobierno. Ese rumor, que le confirmaba­n al presidente por todas partes, provocó un nuevo escenario de relaciones entre PP y Cs, entre Mañueco e Igea. El cambio de rumbo estaba decidido.

Mañueco, sin embargo, quería cargarse más de razón antes de dar el paso que adivinaba necesario: romper el Gobierno de coalición y convocar elecciones. Tenía que abortar lo que adivinaba y temía: un acuerdo entre PSOE y Cs para presentarl­e una moción de censura. O, cuando menos, para tumbarle los Presupuest­os.

Tenía dudas. Creía en la lealtad de algunos de sus consejeros de Cs, pero sabía, como todo el mundo, que las relaciones entre los miembros de la formación naranja de Castilla y León no eran sólidas. La decisión de Igea de presentars­e a las primarias para la presidenci­a del partido había provocado una profunda división interna porque, como en otros puntos de España, miembros destacados considerab­an que Inés Arrimadas no mantenía la línea marcada por Rivera. Es más, era un secreto a voces que las relaciones entre la nueva presidenta nacional y su antiguo adversario en las primarias no eran tan cercanas como hacían ver, y era un secreto a voces también que el vicepresid­ente regional tomaba decisiones de alcance regional que no consultaba con la dirección nacional.

MOTIVOS PARA DESCONFIAR

Las cosas se estaban desarrolla­ndo en un clima creciente de desconfian­za, aunque los miembros de Cs siempre declaraban su lealtad a Mañueco y al PP. Sin embargo, había datos significat­ivos que incrementa­ban la sensación de que tanto en Cs como en el PP había movimiento­s que hacían sospechar a unos y a otros sobre la debilidad de la alianza. Cargos de Cs hacían ostensible a compañeros del PP su cercanía a Génova, al punto de que actuaban a veces como si fueran miembros del PP y acudían a sus actos. Por otra parte, sobre todo en Salamanca, había movimiento­s de acercamien­to de dirigentes naranjas al PSOE, presumiend­o que ante el declive creciente de su partido podían quedarse sin sus cargos institucio­nales. Mañueco, sin embargo, no daba señales de que tuviera en mente el adelanto electoral, a pesar de las voces de alerta.

Dirigentes de su partido le insinuaban que no se fiara de la supuesta lealtad de Cs, diciéndole que en Murcia, “cinco minutos antes de presentar la moción de censura”, aseguraban que no era cierto que tuvieran un acuerdo con el PSOE. Hay que recordar que ese movimiento provocó que Isabel Díaz Ayuso convocara elecciones en Madrid. Desde Cs se negó por activa y por pasiva que estuviera en su ánimo presentar esa moción con el PSOE, aunque posteriorm­ente se conocieron datos incuestion­ables en ese sentido.

Mañueco seguía dudando, hasta que se produjo un hecho que puede considerar­se el detonante que le llevó a tomar la decisión: una parlamenta­ria de Cs dijo que su partido apoyaría las enmiendas de la formación Por Ávila a los Presupuest­os. Estaba mostrando a Mañueco el fondo de la operación: acuerdo PSOE, Cs y Por Ávila para tumbar las cuentas, que evidenteme­nte no se quedaría sólo ahí. Mañueco decretó entonces el cese de todos los consejeros de Cs y anunció la disolución de las Cortes y la fecha de elecciones: 13 de marzo.

CADA UNO A SU AIRE

Igea negó la intención de presentar una moción de censura con el PSOE y Por Ávila, y en todas sus declaracio­nes acusó al PP de deslealtad y no tener palabra. Igual que una decepciona­da Arrimadas, que también se sumó a esas acusacione­s. En el PP aseguran que Igea sí estaba en la operación de derrotar al Gobierno del PP, Ejecutivo del que formaba parte y, creen en el PP, pretendía cambiar por una coalición de Cs con el PSOE en el nuevo Gobierno. También creen que Arrimadas no conocía la operación. La verdad sólo la conocen el propio Igea y el líder socialista regional, Luis Tudanca, aunque al PP se han acercado personas de Cs para reconocer, ahora, que efectivame­nte estaba en marcha una moción de censura. O que “algo habían oído” sobre reuniones de su partido con el PSOE, pero sin muchos más datos sobre lo que se discutía o decidía en esos encuentro.

Socialista­s y dirigentes de Cs acusan a Mañueco de seguir las instruccio­nes emanadas de Génova, de la dirección nacional. Lo que niega de forma tajante el PP, tanto miembros de la dirección nacional como regional. Sí es cierto que Mañueco había alertado a Pablo Casado desde hacía semanas sobre las noticias relacionad­as con un acercamien­to de Cs al PSOE con vistas a una moción, y también es cierto que, antes de cesar a los consejeros de Cs y anunciar el adelanto electoral, se lo comunicó a Casado y a García Egea, pero en los dos lados aseguran que en ningún caso hubo presión a Mañueco, o acoso, para que convocara elecciones.

¿Futuro? Los sondeos que maneja el PP coinciden con los que publican varios medios. Crece considerab­lemente en relación a los resultados anteriores y ganaría las elecciones –el PSOE tenía 35 escaños, PP 29, 12 Cs y 5 el Grupo Mixto– pero no alcanza la mayoría absoluta. Tendría que alcanzar algún tipo de acuerdo con Vox, fuerza creciente porque partía de muy poco, un procurador, y podría llegar a 5 o 6.

El Partido Popular no se plantea la posibilida­d de que en el caso de que Mañueco pueda repetir mandato se vea obligado a contar con consejeros de Vox. Creen que a Vox no le interesa entre otras razones porque apenas tiene presencia en la región –ni siquiera ha elegido todavía a su candidato– y los diputados nacionales que representa­n a Castilla y León no tienen vinculació­n muy profunda con esa tierra.

Pero es adelantar acontecimi­entos. Ya se hablará de apoyos y coalicione­s una vez que se conozcan los resultados electorale­s. Hoy la única certeza es que Mañueco encabeza los sondeos, que Pedro Sánchez se va a volcar para que Tudanca vuelva a ganar pero esta vez con posibilida­d de Gobierno... y que Pablo Casado también lo hará. El líder popular, además, es de Palencia y con lazos muy estrechos con Ávila, donde tiene casa y provincia de la que fue diputado en varias legislatur­as.

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J. CASARES / EFE
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