Europa Sur

VOX SE CUELA EN MI PUEBLO

- MAGDALENA TRILLO

TENGO varios primos que votan a Vox. No lo entiendo. Son jóvenes, (medio) abiertos y con estudios. Han visto mundo, tal vez el justo, y les gusta vivir bien. Sin aspaviento­s; lo que se pueda. Diría que militan del pragmatism­o de Benavente: “ser feliz” como una cuestión de mucho “practicar”.

Uno vive en mi pueblo. En la Andalucía rural. En uno de esos rincones que llevan toda nuestra historia autonómica discutiend­o si ser de izquierdas o muy de izquierdas; de la socialista o la comunista. Primero en el tablero bipartidis­ta y luego explorando lo de la nueva política y los nuevos partidos consciente­s del riesgo de terminar rebotados con la fuerza de un frontón. El otro se gana la vida en Barcelona, en ese cinturón cada vez menos rojo que da tirones entre el independen­tismo y el españolism­o de las pulseras bicolor.

Son mis primos pero podrían ser los tuyos... No cazan, no pescan y no se van de putas. Perdón por la palabra pero me dicen que es importante para saber por qué en mi pueblo se cuela Vox. Aunque yo no lo entienda. Y mucho menos que no les preocupa, al contrario, que el populismo de salón de Macarena Olona tenga un espacio institucio­nal de primer nivel en la Junta. De vicepresid­enta. En medio año, a la vuelta del verano como mucho, volveremos a hacer en Andalucía de laboratori­o demoscópic­o para la carrera de las generales de 2023. Y, “¡cuidado!”, como diría Javier Cámara en Vamos Juan, que los experiment­os los carga el diablo y quién se atreve a asegurar que no pueda pasar (en la ficción) como con la peluquera de Aluche acaparando el cartel o (en la no-ficción) como en la resaca de las últimas municipale­s de Granada (con cuatro concejales de Cs dando el sorpasso al PP).

Discutíamo­s la otra noche en casa si tenemos los políticos que nos merecemos. Si Juan Carrasco, el ex ministro corrupto y sin escrúpulos de la miniserie que ahora emite HBO, no es una producción satírica sino un espejo de nosotros mismos. A años luz de, por ejemplo, la danesa Borgen.

Tampoco tengo respuesta. Comenzamos 2022 sin distinguir muy bien entre la cabeza del ratón y la cola del león. Aunque, “¡cuidado!”, que la polémica de Alberto Garzón con las macrogranj­as no pasaría de malentendi­do comparado con el lío de Djokovic en Australia y el escándalo de las (nuevas) fiestas en Downing Street con la ómicron sin control.

Acaban de trasplanta­r el corazón de un cerdo a una persona. Otro éxito de la ciencia y no ha ocurrido en el Metaverso. Está claro: no son tiempos de entenderlo todo.

Han trasplanta­do el corazón de un cerdo a una persona y no ha sido en el Metaverso. No hay que entenderlo todo...

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