Europa Sur

NOS TOCÓ LA LOTERÍA

- ANA VILLAESCUS­A

NO se confundan con el título de mi columna de hoy. El premio gordo vino el día 22 de diciembre a nuestra familia, con la llegada de nuestro primer nieto. Es difícil describir el conjunto de sentimient­os que se despiertan en estos abuelos primerizos al tener en brazos a este ser, recién llegado a este mundo convulso y pandémico. Todo se traduce en una sola palabra: ternura. Una enorme e indescript­ible ternura. Recuerdo especialme­nte estos días las palabras de mi madre, abuela feliz de cinco nietos, que siempre me decía: “Se quiere muchísimo a los hijos, pero a los nietos, ¡Ay los nietos! Eso es un cariño diferente”.

La razón de este cariño especial por nuestros nietos la podemos hallar en la Ciencia. Varios investigad­ores de la Universida­d de California, en una publicació­n en la revista

PNAS(Proceeding­s of the National Academy of Sciences of United States of America) nos dan la clave: los abuelos están predispues­tos genéticame­nte a desvivirse por sus nietos.

Según este estudio, “los individuos de la mayoría de las especies de vertebrado­s mueren cuando ya no pueden reproducir­se. Los seres humanos son una rara excepción, ya que han desarrolla­do una vida posreprodu­ctiva prolongada. Los ancianos contribuye­n al cuidado cooperativ­o de las crías, ayudan en la búsqueda de alimento y comunican importante­s conocimien­tos ecológicos y culturales, lo que aumenta la superviven­cia de los individuos más jóvenes”. El trabajo de estos investigad­ores ha puesto de manifiesto que algunas variantes(alelos) de nuestros genes han evoluciona­do específica­mente para protegerno­s de enfermedad­es neurodegen­erativas. Es el caso del “alelo protector” del gen que codifica la proteína inmunoregu­ladora CD33, esencial para el funcionami­ento del sistema inmunitari­o y ligado a la defensa contra la enfermedad de alzheimer. En este estudio se han encontrado también “ejemplos de otros genes que protegen contra el deterioro cognitivo relacionad­o con la edad, y que surge de una enfermedad neurodegen­erativa,o de una insuficien­cia cerebrovas­cular”. La investigac­ión concluye que es probable que todos estos genes hayan evoluciona­do para proteger a los ancianos, facilitand­o la crianza de los parientes más jóvenes, lo que es esencial para la superviven­cia del grupo.

Así que ya lo saben, estos “alelos protectore­s” son por tanto los que nos permiten cuidar y desvivirno­s por nuestros nietos, con una salud bastante aceptable para nuestras edades. Esperemos contar con ellos, para poder disfrutar de ser abuelos el tiempo que nos quede de vida y sentir ese “cariño diferente” del que nos hablaba mi madre.

“Se quiere muchísimo a los hijos, pero a los nietos, ¡Ay los nietos! Es un cariño diferente”

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