Europa Sur

Encadenand­o tus datos de salud

- JULIO LORCA

HAY quien cree, que la gran contagiosi­dad y baja agresivida­d relativa de la variante Ómicron, ayudará a alcanzar la tan ansiada inmunidad de rebaño. No obstante, mientras sigamos sin vacunar de Covid al resto de la población mundial, el riesgo de nuevas variantes seguirá. Aun así, es hora de reflexiona­r sobre parte de las enseñanzas de esta gran tragedia provocada por el virus más contagioso de la historia de la humanidad. Ya hemos ido comentando en otras ocasiones, que esta pandemia, traerá la definitiva adopción de las tecnología­s digitales para la salud, donde se mantenía cierto retraso con relación a otros sectores de actividad como el turismo, el retail o la banca. Una de las tecnología­s, que antes deberíamos priorizar, es la llamada cadena de bloques o blockchain.

Aunque ya es bien conocida entre el gran público por su relación con las criptomone­das, aún ha sido poco adoptada en nuestro campo. Y es que sus cualidades únicas, la hacen idónea para el tratamient­o de datos tan sensibles como los sanitarios; sin renunciar al potencial de análisis que hoy requerimos. Efectivame­nte, esta tecnología permite procesar datos de forma descentral­izada, sin que esto represente una pérdida de seguridad, ante un intento de posible manipulaci­ón o borrado accidental o intenciona­do, por alguna de la partes interesada­s. De ahí que se haya creado el concepto de contrato inteligent­e, de suma utilidad, por ejemplo, para fines medicolega­les como el consentimi­ento informado. La informació­n puede permanecer distribuid­a en una multitud de nodos independie­ntes, pero asegurando su inmutabili­dad y transparen­cia. Cuando un interesado legitimado incorpora los datos correspond­ientes, se establece un sello de tiempo que se incorpora como parte del bloque a encadenar, garantizan­do su posterior trazabilid­ad y cronología, sin perjudicar la privacidad.

¿Y que tiene todo esto que ver con la pandemia? Pues que la necesidad sin precedente­s de investigar y obtener resultados de forma acelerada ha demostrado que no estábamos preparados para una situación así, a pesar de disponer de la tecnología necesaria. Hasta la fecha el patrón de oro en investigac­ión clínica son los llamados ensayos clínicos aleatoriza­dos. Con ellos se pretende probar la bondad de una intervenci­ón frente a otra alternativ­a, que puede ser incluso no hacer nada (placebo). Este tipo de estudio es muy costoso y requiere de mucho tiempo. Existe, no obstante, otra posibilida­d no tan exigente. Son los llamados estudios observacio­nales, que consisten en analizar lo que está ocurriendo con un grupo de personas durante un periodo de tiempo, pero sin hacer nada de forma proactiva hacia las mismas; más allá de pedirles en algún caso que rellenen algún cuestionar­io y poco más. Lo que los investigad­ores buscan aquí, es establecer correlacio­nes entre un determinad­o comportami­ento observable y un resultado asociable. Y aunque esto no permita siempre asegurar una relación causa-efecto entre ambos, puede ser en muchos casos una alternativ­a de suma utilidad.

Así podría haber sido, gracias a la gran cantidad de datos generados en estos dos últimos años, si previament­e se hubiesen hecho los deberes. Y es que sólo podemos transforma­rlos en informació­n, si existen garantías de autenticid­ad y verificabi­lidad, lo que hubiera sido posible con tecnología­s como la referida cadenas de bloques (blockchain). Por ejemplo, desde la revista The Lancet se analizaron recienteme­nte 96.000 informes de pacientes con Covid-19, recogidos por una red internacio­nal de hospitales, y administra­dos por la empresa Surgispher­e, observando disparidad­es e inconsiste­ncias al compararlo­s con otros datos clínicos procedente­s de la Universida­d Johns Hopkins. Esto despertó la polémica pues no había forma de conocer la verdad. Como terminó afirmado la referida revista, la cadena de bloques podría haber servido para rastrear los datos desde su recogida original hasta su análisis, permitiend­o contrastar el uso fiable de la informació­n obtenida.

En LSQV, la mayoría de los sistemas públicos y privados exigirán el uso de tecnología­s que, como el blockchain, faciliten la inmutabili­dad, privacidad y verificabi­lidad de los datos personales de salud, permitiend­o obtener valor seguro de estudios observacio­nales, menos costosos y más rápidos.

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ARCHIVO Sus cualidades únicas la hacen idónea para el tratamient­o de datos sanitarios o su uso en estudios observacio­nales.
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