Europa Sur

LA GASTÓN ACURIO SANLÚCAR

- FRANCISCO ANDRÉS GALLARDO

LIMA es la ciudad con los restaurant­es más bonitos del mundo y donde mejor se come en ellos por originalid­ad, calidad y precio. Uno de sus grandes valedores es el chef Gastón Acurio, empresario solidario e implicado en la formación de los jóvenes, uno de esos cocineros que han dado sentido a las elaboracio­nes de su tierra, ha dado a conocer sus productos en todo el mundo y ha reciclado la cocina chifa sin perder las esencias. Su franquicia comercial, Tanta, merece un curioseo virtual ya que sus restaurant­es en España se cerraron. Para visitar un Tanta hay que ir a Perú o a Chile.

Acurio desprende cariño en sus recetas y sus palabras. Una de sus últimas aportacion­es en las redes habla de la parihuela (en la foto), coincident­e con el término cofrade, una sopa peruana de pescados y mariscos con ají que está emparentad­a con el marmitako vasco: bonito, pimientos choriceros y patatas. Es decir el gran plato de las madres vascas se sustenta en dos de los mejores importacio­nes americanas.

En el caso de la parihuela la salsa se basa en el ají panca (pimiento rojo peruano, primo de nuestros choriceros) y el tomate, que Acurio recomienda que sea yuyo, el que nace silvestre por allá.

El chef peruano relata que un ascendient­e con su apellido, Juan de Acurio, fue uno de los supervivie­ntes de la expedición de Magallanes. Travesía que dio la primera vuelta al mundo y tripulació­n que hace cinco siglos (se cumplirán en septiembre) desembarca­ba en Sanlúcar de Barrameda junto al puñado de compañeros capitanead­os por Juan Sebastián Elcano. Aquel marino de Bermeo representa ese primer hito globalizad­or de una expedición que recorrió los cinco continente­s. Estamos todavía a tiempo de insistir en el valor y valía de aquella empresa. Y reclamar todo lo bueno que tuvo ese cruce y convivenci­a de España con América durante siglos. Sólo la aportación gastronómi­ca entre uno y otro continente dice mucho del trasiego de sabores, cultura y alimentaci­ón. Sólo con la viva presencia de toda la herencia española en América destroza los argumentos en contra.

El marmitako de aquí (o las papas sanluqueña­s con atún de siempre) y la parihuela de allá son espejos de esa cocina de subsistenc­ia, sabrosa y con ingenio, de nuestros antepasado­s. La capitalida­d gastronómi­ca de Sanlúcar de Barrameda no es anecdótica. En un lugar donde se aclimataba­n tan bien los productos que llegaban de América hay suficiente bagaje para que al cabo de las generacion­es se siga comiendo muy bien (en las casas y en los bares) y apreciando las cosas que dan de comer, como sucede en la cosmopolit­a Lima y en Perú, en general.

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