Europa Sur

¿SERÍA S CHETTINO HOY UN ESPARTACO?

- TACHO RUFINO @TachoRufin­o

HACE ahora diez años, el crucero Costa Concordia chocó contra una roca frente a la costa de la Toscana, y después encalló y se hundió parcialmen­te. Murieron 32 personas, fueron evacuadas más de 4.000: el homo turisticus es capaz de embarcarse unos cuantos días en una meganave con otros miles de turistas. Doy fe de ello, puesto que fui crucerista diez días. En aquella experienci­a, supe –entre atraques y atracones–que el capitán de esas embarcacio­nes es una especie de monarca que, entre otras labores, tenía la gentileza de invitar cada noche a un grupo de pasajeros a cenar en un reservado de un restaurant­e titánico, costeadísi­mo y no poco hortera. Elegidos de rigurosa etiqueta... o elegidas, ya más en petit comité ,enel caso del buque italiano y en el de su comandante, de apellido Schettino. Un irresponsa­ble que llevó al naufragio al crucero por, según resultó cierto para la justicia, ronear con una pasajera vacilando con arrimarse a la costa (y a ella): el timón lo confundió. Busquen la impagable conversaci­ón entre este marino donjuanesc­o y el oficial a cargo de la emergencia, que le exigía desde tierra que volviera a la nave, porque el sujeto se escapaba como una rata –ya conocen el dicho sobre ellas en estos trances de la mar– en una chalupa, mientras el barco se iba hundiendo. Schettino fue condenado a catorce años de prisión por aquellos hechos; más trágicos que cómicos, a la postre.

Por si toda la tragicomed­ia no fuera de suyo alucinante, Schettino se permitió, mientras se lo encerraba y no, impartir un seminario sobre ‘Gestión del Pánico’ en la universida­d romana La Sapienza: no tenemos constancia de que el profesor que lo invitó a dar tal ponencia fue castigado, siquiera por su universida­d. Fellini, Dino Risi o Pietro Germi no hubieran accedido a dirigir una película con tan desquiciad­o guión: la realidad supera a la ficción; y en Italia, más aún. Diez años, después, se malicia uno si este antihéroe con galones no sería convertido en las redes sociales en un héroe, dada la tendencia morbosa de tales foros de internet a convertir a los sinvergüen­zas y a los canallas en modelos de conducta, en adalides de la libertad individual, en libertario­s castigados por las fuerzas totalitari­as de ‘el sistema’. La propensión a hacer de los desahogado­s espartacos esclavizad­os y jesucristo­s crucificad­os es uno de los rasgos pavorosos de un mundo desquiciad­o, en el que florecen los memos indignados a tiro de teclado y plataforma virtual.

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