Nostalgia por lo recto, lo sólido y los dos rombos
● Rajoy presenta su libro, en el que critica el populismo y reivindica “una política de adultos y para adultos”
La tarde en la que estaba siendo desalojado de la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy era reemplazado en su escaño por el pesado y robusto bolso de Soraya Sáenz de Santamaría mientras su cabeza fluía sobre la mesa de un restorán cercano a la carrera de San Jerónimo. Aquella tarde, mientras se consumaba la primera moción de censura exitosa de la historia reciente de España, Rajoy reparó por primera vez en que el Congreso de los Diputados, pese a lo que había pensado, se había convertido realmente en una jaula de “chisgarabíes” a la que había dejado de pertenecer desde hacía tiempo. Sobrepasado por la nueva política que comenzó a colear con la crisis económica de 2010, el sexto presidente del Gobierno de España sucumbió en 2018 ahogado por la juventud de sus adversarios, por los discursos líquidos, por la política posmoderna. Había llegado la ola “populista”.
Rajoy se ha empleado a fondo en su segundo libro para reivindicar una forma de hacer política que considera que llevó a la práctica, en comparación con la ejecutada por aquellos adversarios que lo desposeyeron. Con el título de
Política para adultos (Plaza y Janés), el ex presidente no se arredró durante la presentación de su volumen, en un acto que tuvo lugar en el restaurante Abades y que estuvo organizado por la Cámara de Comercio de Sevilla, a la hora de lanzar un alegato de una forma de hacer política, la suya, y que, a su modo de ver, escasea como lo hacen ciertos valores en peligro de extinción. “De adultos y para adultos”. La ley, las instituciones, la Constitución, la presunción de inocencia fueron hitos que Rajoy mencionó frente a un foro de empresarios y políticos del PP, todos dilectos del ex presidente, que conformaron un ambiente de solemnidad, líneas rectas y grises marengos en la que el único atisbo esférico era la enorme luna de enero que aclaraba el Guadalquivir.
Lo demás, incluido el semblante de Juanma Moreno –que hizo de maestro de ceremonias–, era todo rectitud: orden, seriedad, realismo y claridad como las herramientas necesarias para hacer política. A su derecha, el presidente de la Junta asentía como un obediente discípulo. De Rajoy, de quien fue secretario de Estado entre 2011 y 2014, destacó la serenidad, la sensatez y la “retranca inteligente”. Rajoy correspondió a su epígono por su condición de “referente del equilibrio y el sentido común” y añadió méritos en la gestión de la economía andaluza, elevada a las más altas cotas.
En 2014, también en Sevilla, Rajoy avisó a Moreno cuando fue proclamado presidente del PP-A y candidato a la Junta. “Juanma, tú lo has querido”. Aquel mismo año, recordó el ex presidente, Pablo Iglesias advirtió a los españoles del presunto advenimiento de una nueva España, ajena a lo añejo y granítico que los ojos de Rajoy veían sencillamente clásico y sólido. “Pues siguen la Monarquía –enumeró Rajoy–, la Constitución y el bipartidismo; quien no sigue es él”, dijo para referirse a quien fue líder de Podemos, “antiguo comunista y reciente populista”.
Entre chascarrillos que hacían las delicias del respetable, el político compostelano desgajó las claves de su libro personificando el “populismo” imperante en personajes como Iglesias, Donald Trump, Boris Johnson o Artur Mas, aunque sin nombrarlos, e incidió en el peligro de ese modo de “decirle a la gente lo que quiere escuchar”, y tratarlos como a “niños”, un fango que se extiende en dirigentes como Emmanuel Macron o en aquel “presidente del PP que permitió unas primarias”, afirmó en un gesto autocrítico. Pablo Casado se convirtió entonces en el nuevo líder del PP pese a Juanma Moreno o Mañueco, que apoyaron a Sáenz de Santamaría. De aquellos polvos vinieron estos lodos, una historia ya para dos rombos.
El ex presidente elogia el “sentido común” de Moreno y la marcha de la economía andaluza