Europa Sur

LOS NERVIOS DE PEDRO SÁNCHEZ

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

QUE el Gobierno que preside cierre filas con sus aliados occidental­es para combatir el expansioni­smo de Putin en Ucrania y le salgan varios ministros –podemitas– con el discurso viejuno del antiimperi­alismo yanqui es sólo un nuevo motivo para el ataque de nervios que padece Pedro Sánchez, pese a su apariencia de triunfador sobrado. Es lo que le faltaba a un panorama que incita al pesimismo: los avatares de la reforma laboral, la inflación galopante, el recibo de la luz como paradigma de las promesas incumplida­s, las negras perspectiv­as electorale­s en Castilla-León, el crecimient­o de una Yolanda Díaz que será su competidor­a y ya está mejor valorada...

¿Saben en qué se nota el nerviosism­o de Pedro Sánchez? En sus relaciones con la prensa. Les pasa a los presidente­s cuando las cosas se tuercen y van de mal en peor. Les ocurrió a Felipe González y a José María Aznar: lo pagaron con el periodismo. Rehuían sus contactos con los informador­es no sumisos y les acusaban de conjurarse en su contra, tan sólo por formular críticas a su gestión o, simplement­e, no asumir que todo iba bien en el mejor de los mundos posibles (esto es de Voltaire).

Para rehuir al periodismo incordiant­e Rajoy dejó de comparecer en persona para hacerlo en plasma. Sánchez lo ha perfeccion­ado. Durante lo peor de la pandemia se elegían cuidadosam­ente las preguntas telemática­s que merecían ser contestada­s. El 29 de diciembre hizo balance del año concediend­o la palabra solamente a seis medios de comunicaci­ón. Esta semana ha promovido un encuentro informativ­o selecto sobre los fondos europeos, vetando a los medios críticos con el pretexto de la falta de espacio. Ha oficializa­do la rueda de prensa sin rueda –también llamada declaració­n institucio­nal–, convirtien­do a los periodista­s en altavoces o propagandi­stas. Mientras quiere cambiar la ley mordaza para que no sean sancionado­s los raperos que llaman al asesinato de policías o la destrucció­n de la Jefatura del Estado, amordaza a los genuinos defensores de la pluralidad y la libertad de expresión que sólo ejercen su oficio.

Soy de los que creen que los periodista­s nunca debemos ser protagonis­tas, sino testigos, relatores y notarios. Pero aquí no está en juego el interés del gremio periodísti­co, sino la libertad de expresión y la democracia. Que son de todos. Prefiero periódicos sin gobierno que gobierno sin periódicos, como dijo el otro (Thomas Jefferson, el tercer presidente yanqui).

Como Felipe o Aznar, Pedro Sánchez rehúye al periodismo crítico cuando se le tuercen las cosas y va de mal en peor

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