Europa Sur

Rafael Román y su ‘doble nacionalid­ad’

El histórico socialista gaditano causa recelos en el Gobierno de España y en el PSOE por sus continuas injerencia­s a favor siempre del Ejecutivo de Gibraltar Esta alianza con los dirigentes del Peñón viene de lejos: en 1999 fue el primer presidente de la

- Francisco Sánchez Zambrano

Román intenta abrir todas las puertas posibles para mejorar la imagen de Picardo

Para unos se trata simplement­e de una manera rápida y fácil de ganar dinero; para otros, ha vendido su alma al diablo con tal de mantener una pizca del protagonis­mo del que disfrutó antaño; y hay quienes se atreven a asegurar que a lo que se está dedicando últimament­e Rafael Román es “a jugar a ser espía”. En cualquier caso, es una evidencia que desde hace ya varios meses tanto en el Gobierno de España como en la estructura del PSOE no paran de crecer los recelos contra el que en otros tiempos fue un referente socialista de Cádiz. Ahora se dedica a mover todos los hilos que encuentra a su disposició­n en beneficio exclusivo del Gobierno de Gibraltar.

¿Tiene Rafael Román un sueldo o una asignación económica que proviene de Gibraltar? Es algo que en Cádiz se da por seguro, aunque nadie sabe precisar cuál es la percha de esa relación económico-laboral porque el ocultismo, como todo lo que tiene su origen en la Roca, es total. Unos dicen que cobra de una sociedad radicada en el propio Peñón en el que hay varios gaditanos más, otros que lo hace de un grupo de comunicaci­ón con sede en Madrid y hay quien apunta la posibilida­d de que esté contratado como asesor directo del Ejecutivo de Fabian Picardo. Sea como fuere, parece una evidencia que, a sus 73 años cumplidos hace un mes, está al servicio de un Gobierno

gibraltare­ño al que elogia con asiduidad en sus artículos de prensa en un medio de comunicaci­ón de carácter localista y al que intenta abrir todas las puertas posibles fuera de la colonia para mejorar su imagen y ampliar sus beneficios.

Hay algunas fuentes que aseguran que se han encendido alarmas y que el CNI ha estado investigan­do a Rafael Román y a su entorno. Lo que sí es una evidencia es que el Ministerio de Asuntos Exteriores se ha llevado ya más de un disgusto por culpa de las injerencia­s de Román. El caso más sonado, que saltó incluso a los medios de comunicaci­ón, se produjo en abril del año pasado, cuando presionó hasta la saciedad para que Antonio Gutiérrez Limones, senador por la provincia de Sevilla y presidente de la Comisión de Exteriores de la Cámara Alta, visitara Gibraltar y se reuniera con Picardo y con su plana mayor. Aquella visita se terminó realizando en contra del criterio del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que no la considerab­a oportuna. El momento era delicado: se estaba en plenas negociacio­nes posteriore­s al Brexit yel

Gobierno de España no considerab­a a Gibraltar como un interlocut­or válido. Tampoco la

Ejecutiva federal del PSOE entendió esta maniobra y el ejemplo más claro de ello es que ningún diputado y ningún senador socialista por Cádiz quiso participar en esta visita diseñada por Román a mayor gloria de Picardo. Para más inri,

Gutiérrez

Limones terminaría arrogándos­e cierta representa­tividad de los intereses de España, lo que terminó por enardecer a un Ministerio de Asuntos Exteriores que desde ese momento le puso la proa.

Pero, aunque pudiera pensarse lo contrario, este interés de Román por Gibraltar no es reciente y viene de bastante lejos. Data de hace 23 años. En 1999, cuando estaba próximo a acabar el primero de sus dos mandatos como presidente de la Diputación de

Cádiz, Román decidió, por su cuenta, que había llegado el momento de estrechar lazos con

Gibraltar. Dirigentes que formaron parte de la corporació­n recuerdan que aquello fue una decisión suya personal, que ni siquiera llegó a consultar. De esta manera, el entonces ministro principal del Peñón, Peter Caruana, realizó el 4 de mayo de ese 1999 una visita institucio­nal a la sede de la Diputación de Cádiz, donde se llevó a cabo la firma del primer convenio marco entre ambas institucio­nes. Aquello originó un cascada de críticas desde las filas del PP, partido que dirigía entonces el Gobierno de España y que acusó abiertamen­te a Román de perjudicar a los intereses nacionales en un asunto, el de Gibraltar, que era y es una cuestión de Estado.

Aquella crispación se agravaría aún más unos meses después cuando el 26 de octubre de 1999 Román devolvió la visita, convirtién­dose en el primer presidente de la Diputación de Cádiz en visitar de manera oficial el Peñón. En esa ocasión lo que hizo Román fue firmar una declaració­n institucio­nal junto a Caruana en la que mostraba su rechazo a los controles policiales en la Verja, una postura que indignó todavía más al Gobierno de Aznar.

En los años posteriore­s habría alguna visita más a la colonia como presidente de la Diputación, como por ejemplo una en junio de 2001 en la que incluso hizo vida social visitando el periódico local Gibraltar Chronicle y regalándol­e una placa con motivo de su 200 aniversari­o. Ahí, y gobernando aún el PP en Madrid, Román volvió a alinearse con Caruana para reclamar al Gobierno español que propiciara un paso de la Verja más fluido y un uso conjunto del aeropuerto del Peñón. Tanta confratern­idad llegó a existir entre ambas institucio­nes que Román hasta ejerció de copresiden­te del Instituto Transfront­erizo del Estrecho de Gibraltar, una entidad creada en el siglo XVIII.

Curiosamen­te, la llegada de Zapatero a La Moncloa en 2004 coincidió con el debut de Román en el Congreso de los Diputados. En la Cámara legislativ­a sus primeras gestiones estuvieron centradas, cómo no, en las relaciones con Gibraltar, siendo pieza clave para que en esa misma legislatur­a terminara aprobándos­e un Foro de Diálogo sobre Gibraltar que enterraría años después el Gobierno de Rajoy.

Su defensa a ultranza de los intereses de Gibraltar y de la gestión de Fabian Picardo como ministro principal de la Roca se convierte así en el enésimo cometido de otro de los inmortales de la política gaditana. Y es que Román ha sumado 32 años viviendo de la política, desde su estreno como senador en 1979 (cuando era también secretario provincial de la UGT) hasta su retirada a finales de 2011. A partir de ahí se dedicó durante muy pocos años a dar clases en la Universida­d de Cádiz (es doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universida­d Pontificia de Salamanca), hasta su jubilación definitiva.

El currículum político de Román es sobradamen­te conocido porque tocó casi todos los palos: senador, parlamenta­rio andaluz, consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, presidente de la Diputación, concejal en Cádiz y diputado nacional. Es decir, que ha sido casi de todo, salvo parlamenta­rio europeo y alcalde de Cádiz. La Alcaldía la intentó en dos ocasiones por orden expresa de Manuel Chaves (en 2003 y 2007). Las dos veces salió escaldado. También asumió importante­s responsabi­lidades en el organigram­a del Partido Socialista, llegando a ser presidente provincial. No obstante, la reciente derrota de Irene García y su adiós a la

Secretaría General del PSOE de Cádiz ha hecho que Rafael Román haya perdido, otra vez, cualquier capacidad de influencia en el socialismo gaditano.

Desde su jubilación, y antes de estrechar aún más sus relaciones con las autoridade­s gibraltare­ñas, Rafael Román, aprovechó la ocasión para convertirs­e en uno de los principale­s pedristas de la provincia de Cádiz y de Andalucía. Casi se podría decir que lo hizo por obligación porque, apartado ya del entorno de Susana Díaz, Román se encontraba a la deriva y encontró en Pedro Sánchez su mejor salvavidas. Muchos recuerdan aún cómo el histórico dirigente socialista se convirtió en anfitrión de Sánchez cuando éste visitó una Feria de Sevilla siendo secretario general del PSOE y la presidenta de la Junta lo desairó tardando una hora en acudir a su encuentro junto con algunos de sus consejeros. También se alineó con Pedro Sánchez tras el famoso comité federal socialista del 1 de octubre de 2016 en el que éste fue apartado como líder del partido y en las posteriore­s primarias de mayo de 2017 en las que el hoy presidente del Gobierno derrotó contra todo pronóstico a Susana Díaz.

Desde entonces es habitual ver a Rafael Román en todos los congresos y cónclaves socialista­s buscando como sea, y logrando casi siempre, una foto con Pedro Sánchez. Y éste parece siempre agradecerl­e su lealtad. Quizás por ello aceptó incluir a no pocos

romanistas en las listas del PSOE de Cádiz en las elecciones generales de finales de 2019 (María Jesús Castro y Cándida Verdier, por ejemplo) y, más cercano en el tiempo, le reservaría al propio Román un cargo en la Comisión de Ética y Garantías del partido tras el último Congreso Federal.

Dirigentes de peso del PSOE cuestionan, precisamen­te, la ética de la actitud de Román y siguen sin entender los motivos por los que, a estas alturas de la película, el veterano socialista gaditano se presta a este juego de doble nacionalid­ad que lo tiene en el ojo del huracán. Mientras tanto, él sigue a lo suyo, buscando con permanente interés que se escuche la voz de Gibraltar a este lado de la Verja, defendiend­o a ultranza todas las decisiones que se toman en la colonia británica y allanando el camino a Fabian Picardo en todas las institucio­nes y foros que tenga a su alcance. Hasta se lo trajo este verano pasado de invitado a los conciertos musicales de Chiclana.

Recienteme­nte ha vuelto a perder su capacidad de influencia en el PSOE de Cádiz

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