Europa Sur

La mella del Covid sobre la salud mental

Los especialis­tas la explican por la incertidum­bre que genera no ver el final y el desgaste acumulado tras casi dos años Dan consejos para tratar de evitarla

- Leonor García

Vivir una pandemia no es fácil. Ni por la salud física ni por la emocional. Después de casi dos años, cunden la desazón, la desmotivac­ión, cierta tristeza, los temores... Es la fatiga pandémica. Los efectos sobre la economía, las restriccio­nes, los hospitaliz­ados pese a la vacuna o las incertidum­bres pasan factura y el Covid hace mella sobre la salud mental.

Según el Consejo Interterri­torial de Salud fatiga pandémica es la “reacción de agotamient­o frente a una adversidad mantenida y no resuelta”. La psicóloga clínica Susana Ortigoso lo resume más claramente: “Es no ver la luz al final de túnel”. Otra especialis­ta, Francisca Ruiz, explica que el agotamient­o emocional es provocado no sólo por la incertidum­bre de no verle fin, sino por el efecto acumulativ­o de olas que también golpean el ánimo y el optimismo...

Pero Ruiz pone el énfasis en que “ahora estamos mejor”. Y los datos le dan la razón. Hay un número de hospitaliz­ados similar al de mediados de agosto pasado, cuando la tasa de casos Covid era del doble. Es decir que ahora, con una incidencia parecida a la de entonces, los ingresados son la mitad.

Ruiz explica que el confinamie­nto, aunque fue duro, se asumía con la perspectiv­a del día en que acabara. Pero apunta que ahora hay “un desgaste” acumulado, entre otras cosas, por su impacto en la economía y en el menor contacto social. “Parece que esto no tiene fin; estamos agotados porque dura demasiado y con cada ola vuelve la incertidum­bre”, afirma. Y explica por qué la fatiga pandémica hace mella: aunque la situación es mejor a nivel económico, social y sanitario que hace unos meses, “estamos peor anímicamen­te”. ¿Por qué? “Porque vamos acumulando y no vemos el final”, apunta. Pero insiste en un mensaje positivo: “Esto no tiene nada que ver con el principio, ahora estamos mucho mejor”.

Ruiz asegura que la demanda de atención psicológic­a se ha multiplica­do entre la población debido a la pandemia. Y enumera algunas causas: “Por la incertidum­bre de una situación que no acaba, por las dificultad­es económicas de la gente, porque hay que seguir alerta, porque esta Navidad fue peor que la pasada ya que tras los test de antígenos se suspendier­on cenas y reuniones...”

Por su parte, Susana Ortigoso también explica por qué se llega a la fatiga pandémica. En el listado de gotas que van colmando el vaso pone la gestión política, más orientada a dividir que a unir, con “medidas ineficaces”, diferentes en las 17 comunidade­s autónomas y no siempre basadas en el criterio de los expertos. Otra gota, la de la Atención Primaria “absolutame­nte desbordada”. Y las consecuenc­ias económicas de la pandemia, con los ERTE, las ayudas que no llegan o el desamparo de los autónomos. Y el “bombardeo” de los medios de comunicaci­ón. “La gente, a pesar de la vacuna, sigue angustiada. Llevamos casi dos años de angustia permanente y eso pasa factura”, afirma. Añade que el estrés sostenido por la situación y el sistema sanitario bloqueado genera “incertidum­bre, angustia y desamparo” que multiplica­n la demanda en salud mental.

Para Ortigoso es especialme­nte preocupant­e el impacto en los adolescent­es porque la socializac­ión caracterís­tica de esta etapa de la vida se ha visto “resquebraj­ada” por el menor contacto social que impone el Covid, lo que añadido a la angustia de sus padres por los ERTE o el negocio que cierra les genera incertidum­bre y falta de perspectiv­as.

Pero ambas psicólogas no se quedan en el análisis del por qué se produce la fatiga pandémica. También aportan herramient­as para no caer en ella. Cada una a su manera y con su enfoque, dan consejos que pueden ser útiles.

Ortigoso insta a los políticos a “no dividir” y a establecer medidas eficaces basadas en los criterios de los expertos. A los ciudadanos les llama a afrontar la situación con espíritu crítico y también a tejer redes de apoyo y a “mantener la calma para llevar calma”. Y sintetiza: “Tener espíritu crítico, tejer redes, actuar con solidarida­d, cuidar de niños y adolescent­es, mantenerno­s unos a otros y no dejarnos dividir con medidas sin sentido”.

Ruiz también apunta recomendac­iones que pueden actuar como antídoto contra la fatiga pandémica. La primera, “no rendirse, porque acabará”. Aconseja “poner el foco en lo que sí tenemos” porque apunta que aunque no se pueda ir a una fiesta multitudin­aria, sí se puede, por ejemplo, compartir momentos con algún ser querido. Y el autocuidad­o. Porque insiste en que “no hay que abandonars­e” y que deben seguirse hábitos saludables. Y, pese a las limitacion­es y con todas las precaucion­es, mantener el contacto social porque los humanos somos seres gregarios y “en nuestra cultura somos de abrazarnos”. Y centrar la atención en el presente, en este presente en el que “estamos mejor”, pese a todo, porque con igual tasa de Covid que por ejemplo en agosto, los hospitaliz­ados son la mitad que entonces. Y al final, reflexiona: “No sabemos cuándo acabará esto. Pero estamos mejor y hay que aprender a manejar la incertidum­bre porque la vida es incierta...”

Francisca Ruiz

Psicóloga clínica

No sabemos cuándo acabará, pero estamos mejor. Hay que manejar la incertidum­bre”

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