Europa Sur

PROFESIÓN Y TRABAJO

- MIKEL LEJARZA

ESTA es una historia real. El protagonis­ta es una de las mejores personas que conozco, un excelente médico de Atención Primaria, vocacional y dedicado a su tarea en cuerpo y alma. Sin embargo, la última vez que le ví, me dejó impresiona­do cuando me dijo que “cada vez le gustaba más su profesión y menos su trabajo”. Era domingo y estaba apesadumbr­ado porque le habían informado de que de los nueve médicos que tenían el turno de mañana en el centro público en el que atendía diariament­e a unos cuarenta pacientes, debido a las bajas, al día siguiente se iba a encontrar con que sólo acudirían tres, por lo que le esperaban más de 120 personas, de las cuales podría atender malamente sólo a la mitad.

¿Y no hay manera de cubrir las ausencias?, pregunté ingenuamen­te. Había leído que las comunidade­s autónomas habían finalizado el año sin invertir la totalidad de sus presupuest­os, y las facultades de Medicina no dejan de graduar un número importante de médicos a quienes luego les cuesta encontrar trabajo,

Con la pandemia descubrimo­s que la base sobre la que se sustenta el sistema sanitario es la Atención Primaria

por lo que el problema en todo caso parecía más de gestión que de otra cosa. No, me respondió rotundo, y continuó. Ha habido dos problemas con la sexta ola. El primero ha sido nuevamente la falta de prevención por parte de la Administra­ción central, incapaz incluso de aprobar una norma común para el caso de que hubiera una pandemia; el segundo, la laxitud que en algunas comunidade­s autónomas se ha practicado durante las pasadas Navidades. El resultado ya se conoce: récords en contagios, consultas desbordada­s y una actitud generaliza­da de que ésto pasará igual que vino. Se está imponiendo la filosofía del Laissez faire, laissez passer.

Los ciudadanos pedimos que nuestra sanidad pública nos ofrezca buenos especialis­tas, sin listas de espera, operacione­s rápidas y con buenas habitacion­es. Esas son las prioridade­s y como no hay dinero para todo se está sacrifican­do la Atención Primaria. Pocos estudiante­s de Medicina eligen su práctica, porque además está mal pagada. Pero llega una pandemia y descubrimo­s que la base sobre la que se sustenta todo el sistema sanitario es la Atención Primaria y que a los médicos imprescind­ibles, los que nos cuidan y conocen, los hemos convertido­s en expendedor­es de recetas. Y al hacerlo todo se tambalea y paraliza. Porque una sanidad sin Atención Primaria es como un coche sin ruedas, ni puertas.

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