Contra el grafeno y frente a Vox
● Jesús Aguirre arremete contra “partidos” con mensajes negacionistas ● El grupo de Abascal en Andalucía lleva semanas criticando el pase Covid
El orden del rumor, el desorden del bulo, contiene unos ingredientes que habría firmado el mismo Paracelso en sus tratados de alquimia. Toda transmutación de la verdad a la mentira necesita de aleaciones que mezclan una pizca de exactitudes y una barrabasada de inexactitudes, mayormente malintencionadas. La ficción, dictó Borges, necesita de un grado de verosimilitud a la que tanto ayuda un entorno de detalles accesorios. El grafeno ha sido uno de los principales ingredientes del “negacionismo” vacunal.
Durante meses, una parte de la población reacia a recibir los fármacos que han prevenido la gravedad del Covid-19 encontraron asideros variados para, al cabo, justificar mediante argumentos lo que a menudo son sensaciones. Es la vida misma. Circularon los vídeos de personas que sufrían una imantación del brazo después de vacunarse, extremo que puede suceder sin vacunas ni fármacos. Sólo es necesario ponerlo a prueba. No a todos convence el empirismo, la conocida como evidencia científica. Es el caso de la diputada no adscrita Luz Belinda Rodríguez, dada de baja por Vox tiempo atrás, en cuya pregunta parlamentaria del pasado 11 de noviembre insta al Gobierno andaluz a “contrastar” la existencia de grafeno en la vacunas y su toxicidad, defendido durante un periodo por un químico de la Universidad de Almería. Tal cuestión lleva meses siendo refutada por los biólogos, farmacéuticos, químicos y médicos que han tenido la generosidad y la paciencia de entrar en un trapo raído propio del judío errante, que rima con fantasmas y platillos volantes.
El hallazgo del grafeno ha sido un fin tan perseguido por la ciencia en el siglo XX como fue la piedra filosofal para los alquimistas durante centurias. El eureka se produjo hace poco más de unos lustros. Desde entonces, los inversores de este versátil material han aireado aplicaciones de toda condición, llegando incluso al abuso. El grafeno estaba en todos lados. Era como Dios. Alguna mente divina debió de fantasear con que las vacunas contra el Covid-19 contenían esa sustancia de carbono tan de moda, tan conocida pero desconocida. Y funcionó. Y los escépticos esta vez creyeron. Tal vez, quién sabe, esa mente había probado anteriormente con otros accesorios verosímiles, la técnica CRISPR o el Bosón de Higgs. Sólo funcionó el grafeno, que es sólo carbono, con una insólita propiedad de imantar.
“Pues hasta aquí hemos llegado”, ha debido de pensar estos días
El Gobierno ha llegado a ser cuestionado por la composición de las vacunas contra el Covid
el consejero de Salud, Jesús Aguirre, quien, en defensa de la campaña de vacunación –la única arma de los Gobiernos para combatir la pandemia ante el rechazo a medidas de contención–, cargó contra el “negacionismo” de “algunos” grupos políticos, según recogió ayer en Almería Europa Press. Aguirre lamentó las preguntas parlamentarias registradas “por un partido político determinado” en las que se fue acusado, según manifestó el consejero, de estar “matando a los andaluces como consecuencia del grafeno que tienen las vacunas” o de aplicar “medidas restrictivas de los certificados o el uso de la mascarilla”.
El titular de Salud se refirió, sin nombrarlas, a dos diputadas de la Cámara. Con el grafeno cargó contra Luz Belinda Rodríguez; en lo segundo, frente a la portavoz de Vox en materia de Salud, María José Piñero. El PP ha encontrado al fin una dialéctica, cuestión de utilidad en tiempos electorales; un modo de repelerse como hacen los imanes del mismo polo.