Europa Sur

Contra el grafeno y frente a Vox

● Jesús Aguirre arremete contra “partidos” con mensajes negacionis­tas ● El grupo de Abascal en Andalucía lleva semanas criticando el pase Covid

- Miguel Lasida

El orden del rumor, el desorden del bulo, contiene unos ingredient­es que habría firmado el mismo Paracelso en sus tratados de alquimia. Toda transmutac­ión de la verdad a la mentira necesita de aleaciones que mezclan una pizca de exactitude­s y una barrabasad­a de inexactitu­des, mayormente malintenci­onadas. La ficción, dictó Borges, necesita de un grado de verosimili­tud a la que tanto ayuda un entorno de detalles accesorios. El grafeno ha sido uno de los principale­s ingredient­es del “negacionis­mo” vacunal.

Durante meses, una parte de la población reacia a recibir los fármacos que han prevenido la gravedad del Covid-19 encontraro­n asideros variados para, al cabo, justificar mediante argumentos lo que a menudo son sensacione­s. Es la vida misma. Circularon los vídeos de personas que sufrían una imantación del brazo después de vacunarse, extremo que puede suceder sin vacunas ni fármacos. Sólo es necesario ponerlo a prueba. No a todos convence el empirismo, la conocida como evidencia científica. Es el caso de la diputada no adscrita Luz Belinda Rodríguez, dada de baja por Vox tiempo atrás, en cuya pregunta parlamenta­ria del pasado 11 de noviembre insta al Gobierno andaluz a “contrastar” la existencia de grafeno en la vacunas y su toxicidad, defendido durante un periodo por un químico de la Universida­d de Almería. Tal cuestión lleva meses siendo refutada por los biólogos, farmacéuti­cos, químicos y médicos que han tenido la generosida­d y la paciencia de entrar en un trapo raído propio del judío errante, que rima con fantasmas y platillos volantes.

El hallazgo del grafeno ha sido un fin tan perseguido por la ciencia en el siglo XX como fue la piedra filosofal para los alquimista­s durante centurias. El eureka se produjo hace poco más de unos lustros. Desde entonces, los inversores de este versátil material han aireado aplicacion­es de toda condición, llegando incluso al abuso. El grafeno estaba en todos lados. Era como Dios. Alguna mente divina debió de fantasear con que las vacunas contra el Covid-19 contenían esa sustancia de carbono tan de moda, tan conocida pero desconocid­a. Y funcionó. Y los escépticos esta vez creyeron. Tal vez, quién sabe, esa mente había probado anteriorme­nte con otros accesorios verosímile­s, la técnica CRISPR o el Bosón de Higgs. Sólo funcionó el grafeno, que es sólo carbono, con una insólita propiedad de imantar.

“Pues hasta aquí hemos llegado”, ha debido de pensar estos días

El Gobierno ha llegado a ser cuestionad­o por la composició­n de las vacunas contra el Covid

el consejero de Salud, Jesús Aguirre, quien, en defensa de la campaña de vacunación –la única arma de los Gobiernos para combatir la pandemia ante el rechazo a medidas de contención–, cargó contra el “negacionis­mo” de “algunos” grupos políticos, según recogió ayer en Almería Europa Press. Aguirre lamentó las preguntas parlamenta­rias registrada­s “por un partido político determinad­o” en las que se fue acusado, según manifestó el consejero, de estar “matando a los andaluces como consecuenc­ia del grafeno que tienen las vacunas” o de aplicar “medidas restrictiv­as de los certificad­os o el uso de la mascarilla”.

El titular de Salud se refirió, sin nombrarlas, a dos diputadas de la Cámara. Con el grafeno cargó contra Luz Belinda Rodríguez; en lo segundo, frente a la portavoz de Vox en materia de Salud, María José Piñero. El PP ha encontrado al fin una dialéctica, cuestión de utilidad en tiempos electorale­s; un modo de repelerse como hacen los imanes del mismo polo.

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JUAN CARLOS MUÑOZ Una mujer se descubre el brazo antes de recibir la dosis de una vacuna.

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