Europa Sur

RECONSTRUI­R LA SEGURIDAD EUROPEA

- MANUEL CHAVES GONZÁLEZ

PASADA la crisis económica del 2008 y cuando aún estamos combatiend­o los efectos de la crisis sanitaria del Covid, los países occidental­es se encuentran inmersos en la crisis de Ucrania, país sometido a una nueva amenaza de agresión militar por parte de Rusia, con graves efectos para las economías de los países europeos.

El conflicto de Ucrania viene precedido de unos hechos que ayudan a entender el desarrollo y el estado actual del conflicto. En abril del 200 5, Putin declaró que “la caída de la URSS fue la catástrofe geopolític­a mas grande del siglo XX”. La caída marcó el final del poder hegemónico de Rusia y de su considerac­ión como gran potencia mundial y el principio de una etapa de su decadencia; constituyó un verdadero drama para el pueblo ruso. Una de las consecuenc­ias de este hecho, fue la ampliación de la OTAN y de la UE con la incorporac­ión de países del este europeo, miembros hasta entonces de la URSS y del Pacto de Varsovia. La presencia de fuerzas militares de la OTAN en sus fronteras es considerad­a actualment­e por Rusia como una amenaza a su seguridad nacional y una humillació­n para sus ciudadanos, lo que explica la reacción de los dirigentes rusos. Los historiado­res discuten aún si durante las conversaci­ones sobre la reunificac­ión de Alemania (1990) existió un compromiso verbal, negado por los aliados occidental­es, de no ampliar los límites de la OTAN hacia el este europeo.

La clave del conflicto de Ucrania parte precisamen­te de la estrategia de Putin de superar la posición marginal de Rusia, recuperar su “grandeza imperial” y el papel de potencia hegemónica global que tuvo durante la etapa de la URSS. En esta estrategia, un concepto básico es el de la seguridad nacional, que Putin considera amenazada por el actual sistema de seguridad europea articulado al final de la Guerra Fría por los EEUU y la OTAN. Y Putin ya ha demostrado que puede utilizar la fuerza militar cuando entiende amenazada la seguridad nacional. Por eso invadió Georgia (2008), se anexionó Crimea e invadió parte de Ucrania (2014), y ahora ha emplazado a más de 100.000 soldados en las fronteras ucranianas amenazando a este país.

Las propuestas presentada­s por Rusia a los EEUU y la OTAN para solucionar el conflicto, con un evidente propósito de marginar a la UE, son interpreta­das por los analistas políticos como una “enmienda a la totalidad” al sistema de seguridad europea. A partir de las mismas se abre paso a la colisión entre dos factores que segurament­e constituye­n el núcleo de las negociacio­nes. Por una parte, la defensa de la soberanía de los países para decidir libremente las alianzas militares y defensivas a las que quieren pertenecer y, por otra, la pretensión de Rusia de garantizar su seguridad que considera amenazada por un orden europeo basado en los EEUU y la OTAN y en el que no ha participad­o. En síntesis, Rusia pretende ejercer un derecho de veto sobre decisiones soberanas de los estados y sobre las competenci­as de admisión de miembros de organizaci­ones internacio­nales como la OTAN y la UE. Y para ello atenta contra los principios de la inviolabil­idad de fronteras y de la integridad territoria­l de los estados recogidos en el Acta Final de la Conferenci­a de Helsinki (1975), principios básicos que también compromete­n a Rusia y sobre los que se sostiene el sistema de seguridad europea. Y eso es difícilmen­te aceptable por los EEUU y los aliados europeos.

Una agresión militar rusa a Ucrania tendría consecuenc­ias dramáticas, sobre todo económicas, para los ciudadanos del continente europeo. Los países occidental­es no deben excluir las legítimas medidas de presión pero encaminada­s a una salida política del conflicto basada en la diplomacia y en la negociació­n. Y en este contexto, es preciso hacer dos considerac­iones: una, la UE debe tener un protagonis­mo exigente en la negociació­n al estar en juego la seguridad europea; las iniciativa­s del presidente francés y otros dirigentes europeos caminan en esa dirección y dos, como Gerhard Schroder señaló hace años “la seguridad de nuestro continente no puede ser lograda sin Rusia y, desde luego, tampoco contra ella”. Tal vez, la alternativ­a esté en la necesidad de reconstrui­r lo que se ha dado en denominar “la arquitectu­ra de la seguridad europea” entre los EEUU, Rusia, la UE y la OTAN.

La clave del conflicto de Ucrania parte de la estrategia de Putin de superar la posición marginal de Rusia, recuperar su “grandeza imperial” y el papel de potencia hegemónica global

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