¿Ha rematado ómicron el hartazgo pandémico?
● Cuando se cumplen dos años del primer positivo por coronavirus en España, no ha habido un día en que no se hable de la pandemia, lo que pasa factura en la salud física y mental de las personas
Aquel 31 de enero de 2020 era inimaginable que, 731 días después, se estarían contando casos por cientos de miles diarios, midiendo sin pausa incidencias, ingresos, muertes, olas, restricciones, desescaladas, vacunas y sus refuerzos, tratamientos... Pero así es.
El coronavirus lleva instalado oficialmente en España dos años de la mano de un turista alemán que dio positivo en La Gomera aquella noche de viernes. Desde entonces, no ha pasado un solo día en la que no se haya hablado de la pandemia.
“La sobreexposición a cualquier cosa siempre es negativa”, señala a Efe el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), Celso Arango, quien cree, no obstante, que la ingente carga informativa derivada del coronavirus hay que “relativizarla” porque “es lo que ha marcado nuestras vidas en los dos últimos años”.
Para la vicedecana del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Timanfaya Hernández, una de las cosas que ha traído consigo es que “estemos continuamente expuestos a datos y situaciones catastróficas sin mucha alternativa”, muchas veces a través de una información “descontrolada”. “Y esa información mal organizada provoca desconcierto”.
El problema no es la información en sí, “sino su exceso, que hace que nos habituemos a ese ruido de fondo y no prestemos tanta atención a lo realmente importante”, agrega Esther López Zafra, catedrática de Psicología Social de la Universidad de Jaén.
Sobre todo, lo que “más fatiga psicológica provoca –puntualiza– es que esta información sea contradictoria, confusa y no consistente”, lo cual genera “un efecto de ambigüedad y confusión que produce emociones negativas, desconfianza y hartazgo”.
“El estrés no se puede mantener indefinidamente y está incidiendo en la salud física y mental de las personas”, avisa Txetxu Ausin, científico titular en el Instituto de Filosofía del CSIC, que nombra un estrago más: el auge de la soledad no deseada.
Desde hace más de un año, los expertos en Salud Mental vienen advirtiendo de un incremento exponencial de las consultas por trastornos como la ansiedad o la depresión, que Arango cifra entre un 20 y un 25%. Con sus diferencias por olas.
“La sintomatología de antes tenía que ver con la incertidumbre y no saber a lo que nos exponíamos y, dos años después, estamos viendo las consecuencias de tanto cambio a nivel social, de nuestras rutinas y formas de relacionarnos, y eso aboca a la fatiga, la desesperanza y el hartazgo”, ilustra Hernández, psicóloga sanitaria y forense. Y es normal: “Debemos estar continuamente ajustando expectativas. Es una carrera de fondo en la que cuando creemos que llegamos a la meta, ves que te quedan aún muchos kilómetros”.
“La fatiga pandémica se relaciona también con las denominadas olas –coincide López Zafra, que preside la Sociedad Científica
Española de Psicología Social (Sceps)–. “Cada vez que parece que nos recuperamos, viene una nueva que nos hace sentir miedo, hartazgo y desesperación”.
Si hay algo que ha acrecentado la pandemia, opina el presidente de la SEP, es la brecha entre “personas más y menos preparadas: aquellas con mayor protección, resiliencia y estatus económico tienen menos posibilidades de sufrir consecuencias negativas para su salud mental”.
Distintos factores hacen que unas personas estén mas cansadas que otras: su situación social y económica, perspectivas de futuro o incluso la edad y sexo; pero el factor más importante, en opinión de López Zafra, es la percepción o no de apoyo social.
“El que haya personas que pasan del tema y otras que se cuiden protocolariamente genera sensación de injusticia respecto a lo que cada uno hace y las consecuencias que tiene. Y esto provoca falta de metas realistas y pérdida de conciencia sobre el riesgo real existente”.
Además de las consecuencias individuales, el empacho pandémico tiene también una dimensión social: “Se nos ha pedido mucha responsabilidad a los ciudadanos, que creo que se han comportado de manera ejemplar, y eso no se ha visto correspondido por las autoridades”, opina Ausin.
El investigador del CSIC pone el acento en otra huella imborrable de estos dos años, y es que “nos hayamos dado cuenta de la importancia de los vínculos sociales”, destrozados durante buena parte de estos 24 meses.
Txetxu Ausin Científico del CSIC
No se puede mantener indefinidamente el estrés y está incidiendo en la salud física y mental”