Europa Sur

SÁNCHEZ GANA, YOLANDA PIERDE

- JOSÉ AGUILAR

EL conflicto de la reforma laboral ha sumado una muesca más al proceso de descrédito de las institucio­nes democrátic­as y consiguien­te desafecció­n de los ciudadanos. Ha explotado, además, la misma semana en que una cosa tan banal y cutre como el Festival de Eurovisión (la cita previa de Benidorm, mayormente) ha revelado, o confirmado, la escasa calidad de la clase política, sus preocupaci­ones, motivacion­es e impulsos.

El Gobierno ha ganado, por los pelos, una batalla que nunca debió plantearse en los términos dramáticos en que se ha desarrolla­do. Habría bastado con sentido común en los partidos mayoritari­os para sacar adelante la reforma. En concreto, con que Pedro Sánchez no se hubiera empeñado en buscar el aval de sus socios indeseable­s, a los que España y los españoles les importan poco, y con que Pablo Casado hubiera respaldado desde el minuto uno el pacto sensato de empresario­s y sindicatos, que además de al Gobierno beneficia a muchos españoles. ¡Si bastaba con la abstención del PP para salvar la reforma..!

Como siempre, el triunfo es para Sánchez, que está saliendo aparenteme­nte indemne de todas las emboscadas de la realidad y todas las vicisitude­s derivadas de su estrategia para la permanenci­a en el poder. Tiene una habilidad fuera de serie, es un maestro de la resilienci­a–hasta la ha puesto de moda–, carece de escrúpulos y es mucho más inteligent­e que todos sus adversario­s. La suerte le acompaña, también.

En cambio Yolanda Díaz, que venía destinada a ser la gran triunfador­a de esta guerra de las relaciones laborales, ha quedado insatisfec­ha y maltrecha. Su apuesta por la reforma laboral, que iba a ser el trampolín para la candidatur­a al Gobierno en las próximas elecciones, ha traído, en realidad, un agrietamie­nto del bloque de la investidur­a, ha concitado el apoyo salvador de partidos de centro y derecha –lo contrario de lo que ella perseguía– y ha desnudado la fragilidad del respaldo de sus compañeros de Gobierno, que nunca terminaron de aceptar que Pablo Iglesias, en plan autócrata, la ungiera como líder de una coalición en la que ni siquiera milita. La han dejado sola, vamos.

Por lo demás, la legislatur­a no peligra. Ni Castilla-León ni Andalucía van a precipitar las elecciones generales. Podemos no romperá el Gobierno, aunque cada vez pinte menos, y algo se le ocurrirá a Pedro Sánchez para calmar a la ahora levantisca ERC. Resistir es vencer, ya se sabe

La reforma era el trampolín para la candidata Yolanda Díaz, pero ha agrietado el bloque de la investidur­a

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