El sevillano Isaac Rosa gana el Biblioteca Breve de novela con una historia sobre pícaros
● ‘Lugar seguro’ huye del “temor al futuro” y recrea las andanzas de tres generaciones de pillos que tratan de dar el pelotazo con un negocio de búnkeres
Tres generaciones de granujas de una familia que aprovechan las grietas del sistema para prosperar. Esa es la trama de Lugar seguro, la novela firmada y protagonizada por Segismundo García, el pseudónimo empleado por Isaac Rosa, galardonada ayer con el 64 Premio Biblioteca Breve. No es la primera vez que este mismo jurado, apuntaba Pere Gimferrer, premia al autor sevillano, que lo reconoció con el Fundación Lara a una obra ya publicada por El país del miedo.
Lugar seguro es, a juicio del jurado, una historia que “atrapa e incomoda, y que refleja el momento de incertidumbre que vive la sociedad actual”. Isaac Rosa recrea, en una instantánea de 24 horas –al modo de John Cheever en El nadador o la Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf–, las andanzas de una dinastía de pícaros “obsesionados con el ascenso social y destinados a estrellarse una y otra vez”. Un abuelo encarcelado por pufo en clínicas dentales lowcost, un padre (el narrador) que vende búnkeres a precios acomodados, y un hijo que hace sus pinitos con las apuestas en el instituto. “Son pillos porque les va mal –aclara Rosa–, que si les fuera bien serían emprendedores”.
Lugar seguro, explicó, no es “una enmienda a la totalidad de las distopías, pero sí creo que vivimos rodeados, casi asediados, por ficciones futurófobas, que coinciden en su miedo al futuro, proclamando que nos repleguemos a él, que aceptemos el presente y miremos al pasado con nostalgia, y buscando formas de salvarnos”. Escenarios como el que marcaron en los lineales de los supermercados el inicio de la pandemia, Filomenea o, incluso, el reciente temor al Gran Apagón, contrastan con la realidad, “en la que al final vemos que nos salvamos gracias a la cooperación, la solidaridad o el apoyo mutuo”. De hecho, en el libro, la sociedad está dividida entre apocalípticos e integrados o, como señala el propio Segismundo, entre “prepas y botijeros”. “El narrador es alguien que no confía en las posibilidades de cambio, no sólo porque su propio negocio depende de eso –especifica el autor–, sino porque es un cínico absoluto. Que el narrador fuera un descreído me servía también para no caer en la ingenuidad y ver las limitaciones de cualquier intento de cambio”, que en la novela personifican distintas mujeres.
El reto del libro era, pues, “narrar un futuro en el que se abre una posibilidad de mejora”, añadió, admitiendo que en el desarrollo de esta historia ha tenido mucho peso su familia, su “búnker”, especialmente sus hijas, “Elvira, Carmela y Olivia, que son el futuro” y que le han hecho “replantearse muchas cosas” de su escritura, apuntando una voz “más optimista”.
“Este era el premio que quería ganar”, declaraba asimismo Isaac Rosa, nada más hacerse público el vencedor de este año. Tanto por la nómina de autores que recoge y por la línea editorial desarrollada por Seix Barral, como por coincidir como sucesor de Juan Manuel Gil, que se hizo el año pasado con el galardón por Trigo limpio, “y con quien tendrá que medirse”, afirmó. El autor sevillano ha sido reconocido ya con otras distinciones, como el Premio Andalucía de la Crítica por El vano ayer,
o el Premio Cálamo por La habitación oscura.
“La propuesta de Isaac Rosa es una propuesta incómoda, porque muchas veces vemos que estamos de acuerdo con algunas afirmaciones que hace su protagonista, y es que no hay respuestas sencillas a los problemas complejos que plantean los tiempos que vivimos”, añadía al respecto la editora y también miembro del jurado, Elena Ramírez, apuntando que
Lugar seguro es la mejor novela de Isaac Rosa, “aunque está afirmación es poner el listón muy alto”. La responsable también aprovechó para recordar dos recientes ausencias en el mundo de las letras, la de Almudena Grandes y la de Fernando Marías, que también obtuvo un Biblioteca Breve por La isla del padre.
El anterior ganador de la convocatoria, y en esta ocasión igualmente miembro del jurado, Juan Manuel Gil, destacó el “magnífico sentido del humor y la ironía” que presenta la novela, rasgos que volvieron a señalar el resto de miembros del jurado, Benjamín Prado, Pere Gimferrer y Andrea Stefanoni. Para Prado, Lugar seguro controla al mismo tiempo los “resortes de la ironía y de la melancolía, y muestra al dinero como gran motor y gran agujero”. Para Pere Gimferrer, la obra de Rosa es “verídica, veraz y hasta verdadera”, con corazón de “alegoría o lo que en otro tiempo sería cuento filosófico, sacando también a relucir los temores y manipulaciones de la era que vivimos”; mientras que Andrea Stefanoni destacó la habilidad para hacernos sentir “empatía por un personaje que vive del engaño, y el manejo del humor en una trama a veces oscura”.
Rosa cre que al final “nos salvamos gracias a la cooperación, el apoyo mutuo o la solidaridad”