‘AL SUR’ Y LA CULTURA ANDALUZA
CONTEMPLAR –a ser posible en solitario y sin turistas ruidosos– los frescos de la bóveda de la capilla Sixtina está en la agenda de cualquier persona que se precie de amar el Arte. Pero sería erróneo atribuir el éxito de aquella obra exclusivamente a Miguel Ángel Buonarroti. ¿Habría sido posible sin contar con el mecenazgo del papa Julio II? Indudablemente, no. Lo mismo cabe decir de otros genios del Renacimiento. Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XX no hubo artista sin mecenas. El papel que jugaron en el fomento de las artes cambió con la aparición de la prensa y de los medios audiovisuales. La iniciativa privada individual dio paso al mecenazgo institucional, fuera este privado o público.
La prensa escrita fue pionera en abrir entre sus páginas una sección para lo que se denomina cultura, como conjunto de noticias relativas a todas las bellas artes, la literatura, la historia, el pensamiento, la música, el teatro y la danza. A partir de los años 60, el protagonismo cultural universitario, la extensión de la educación y el gusto por la lectura hicieron posible la aparición de los suplementos dominicales en los periódicos de manera que se satisfacía la creciente necesidad de una información cultural monográfica y de calidad.
La televisión pública española jugó en este proceso difusor un papel extraordinario como promotor del cine, del teatro, de la música y de la literatura. Otros imitarían acertadamente el modelo que ya se había consolidado en otros países occidentales. Con idénticos criterios, en marzo de 1995 Canal Sur, la televisión pública de Andalucía, apostó por el patrocinio de la cultura andaluza y por el mecenazgo de jóvenes creadores, incluyendo en su parrilla el programa Al Sur. Han pasado desde entonces 27 años y Al Sur ha alcanzado una madurez y una calidad equiparable a la mejor oferta de la TVE 2 que es una referencia en este caso.
Hay que remitirse a las pruebas para confirmar el enorme valor de aquella apuesta por un programa que ha resistido contra viento y marea los avatares de la política y de la gestión de ese medio. El riquísimo archivo audiovisual generado durante todos esos años de vida no es solo un recuerdo o un testimonio fehaciente de su trayectoria. Su utilidad no tiene precio, como no lo tiene cualquier archivo documental de nuestra vida reciente, de nuestra historia cultural. Sin él seríamos incapaces de valorar la importancia de la contribución de Al Sur a la memoria cultural de Andalucía, a su evolución, a su enriquecimiento, ahora que tanto se habla de memoria histórica.
Sin ese archivo cultural no tendríamos memoria de que por Al Sur pasaron escritores como Saramago, Vargas Llosa, Álvaro Mutis, Caballero Bonald o Muñoz Molina; poetas como Pablo García Baena, premio Príncipe de Asturias de las Letras e Hijo predilecto de Andalucía; pintores como Luis Gordillo, directores y hombres de cine como Costa Gavras, Kenneth Branagh, Rafael Azcona, Carlos Saura, Benito Zambrano y Alberto Rodríguez, y sin olvidar la danza o el flamenco, María Pagés y Enrique Morente. Y si se repasan los últimos años se hallará en ese archivo, que ninguna torpeza política podrá borrar, de qué manera Al Sur ha sido siempre una ventana abierta a todos los jóvenes creadores andaluces, el único espacio mediático en el que tenían cobijo y cabida.
Es inquietante saber que, días pasados, la dirección de Canal Sur ha decidido eliminar el único programa cultural de su parrilla sin dar una explicación objetiva, argumentada y razonada al respecto. Pura censura predemocrática. Es inquietante que la dirección de Canal Sur TV de la razón a quien sostiene que la televisión pública es el único producto que empeora con la competencia, en su intento de imitar y copiar lo peor de los canales privados, que solo atienden a aumentar la ignorancia y la incultura de las masas. Es inquietante que la consejería pomposamente llamada de Cultura no se haya pronunciado al respecto, ni siquiera cuando el Parlamento de Andalucía ha aprobado una proposición no de ley instando a reponer el programa. Han de preguntarse los andaluces si la consejera sabía de la existencia del programa o había sido en alguna ocasión espectadora interesada. Porque una de las razones de ser de una televisión pública es cuidar de la cultura, ser mecenas de las artes y las letras, de sus creadores y de quienes la demandan aunque sean minorías, unas inmensas minorías como dijo Juan Ramón Jiménez que se preciaba de escribir para ellas.
Es inquietante saber que, días pasados, la dirección de Canal Sur ha decidido eliminar el único programa cultural de su parrilla sin dar una explicación objetiva, argumentada y razonada