Carla Simón conmueve en la Berlinale con la delicada belleza de ‘Alcarràs’
La directora de ‘Verano 1993’ describe el mundo amenazado del pequeño agricultor
La directora española Carla Simón conmovió a la Berlinale con Alcarràs, una inmersión en el mundo amenazado del pequeño agricultor, que compartió la penúltima jornada a competición del festival con Leonora Addio, del italiano Paolo Taviani.
“Esta película es como una familia. No sólo porque parto de los recuerdos de la mía propia, sino porque todos los que trabajamos en ella acabamos creando una nueva familia”, explicó la cineasta, tras el pase para los medios acreditados del festival, donde la cinta fue ovacionada. Simón (Barcelona, 1986) volvía a la Berlinale tras haber ganado en 2017 el premio a la mejor ópera prima con Verano 1993, “una película aún más familiar que ésta, porque ahí sí eran recuerdos propios, mientras que aquí hay guión, es ficción”, explicó.
Alcarràs retrata el último verano de una familia dedicada a la recogida del melocotón en esa población catalana. No habrá otra cosecha, ya que el propietario de las tierras que cultivaron durante décadas, por contrato verbal, las dedicará ahora a otro negocio más lucrativo: las placas de energía solar. “Es un dilema o una ironía que así sea. La energía solar es una buena idea, algo que el mundo necesita, pero que ahora quita a los melocotoneros sus tierras”, explicó Simón.
Su familia de ficción la forman Quimet –Jordi Pujol Dolcet, el padre–, Dolors –Anna Otin, la madre–, Mariona –Xènia Roset, una de las hijas– y Roger –Albert Bosh, el hijo adolescente–. Todos ellos gente de Alcarràs o alrededores, a los que Simón reclutó en un casting singular por fiestas populares de la región. “De pronto dejé de trabajar en el campo diez horas al día para hacer una película. Y he podido mostrar lo duro que es este trabajo y lo poco valorado que está”, explicó Bosch, presente en la Berlinale como la mayoría de la “familia” o equipo protagonista, incluida Montse Oró, quien interpreta a la pequeña Iris.
Alcarràs transmite no sólo la nostalgia de ese último verano, entre cajas de melocotones y mermeladas, alguna bronca familiar y sus efectos colaterales sobre Iris y sus primos. También se hace presente la rabia del agricultor, que ve extinguirse la base de su existencia. Que sea por la instalación de paneles fotovoltaicos “es casualidad”, matizó Simón. Son muchas las amenazas sobre el agricultor, al que las movilizaciones del campo no evitarán ver arrancar los árboles que cultivó.
La proyección de Alcarràs siguió alade Un año, una noche, la película de Isaki Lacuesta que en la jornada anterior sacudió a la Berlinale con su reconstrucción del horror de los atentados yihadistas contra la sala parisina Bataclán y las heridas emocionales dejadas en una pareja de supervivientes.