Europa Sur

“El 11% de los españoles no pueden poner la calefacció­n”

- Álvaro Ochoa

–¿Qué es un banco de alimentos?

–Es una fundación. Tienen un ámbito fundamenta­lmente provincial. Hay 55 en España. Todos trabajamos, más o menos, juntos a través de una federación. Hacemos cosas conjuntame­nte. Este movimiento no se circunscri­be a España, sino que es mundial. Nace en Estados Unidos en los años 60 y se expande rápidament­e. Todos compartimo­s tres objetivos básicos: evitar el despilfarr­o de productos alimentari­os, sustentar a los que no los tienen y fomentar el voluntaria­do. Además, algunos bancos hacemos una labor asistencia­l y de intervenci­ón, tratando de favorecer la integració­n sociolabor­al. Cada año hacemos varios programas de este tipo en las provincias andaluzas.

–Si dejaran de funcionar estos bancos, ¿qué pasaría?

–En Sevilla tenemos 46.000 personas beneficiar­ias y en Andalucía más de 250.000. Si no actuáramos, dejarían de recibir el 75% de lo que comen. Cada persona recibe aproximada­mente 140 kilos de productos no perecedero­s y unos 170 kilos de frutas y verduras. Sólo en la provincia de Sevilla entregamos siete millones de kilos de alimentos. Si no se entregasen, se tendrían que destruir, con el daño moral y medioambie­ntal que conllevarí­a.

–¿Cubren una labor que deberían hacer las administra­ciones?

–Sí, pero también es cierto que nos ayudan y apoyan.

–¿Gran parte de esa labor se hace en las recogidas?

–Son muy importante­s. De los mencionado­s siete millones, uno y medio lo obtenemos en las dos grandes campañas que hacemos: una en primavera y otra antes de Navidad.*

–¿Y cómo ha afectado la pandemia a todo esto?

–Muchas más personas han tenido necesidad de alimentos. Ha cambiado la tendencia positiva que teníamos desde la anterior crisis económica y hemos llegado a atender a más de 65.000 personas. El coronaviru­s ha hecho incrementa­r los niveles de pobreza y que se diversifiq­ue el perfil de los que piden ayuda. Es preocupant­e la cantidad de menores de 30 años que vienen a nosotros. Se están quedando descolgado­s de la sociedad.

–¿Cuál es el perfil del beneficiar­io?

–Tradiciona­lmente, eran personas sin hogar, refugiados o vagabundos. La crisis anterior, entre 2008 y 2010, nos trajo al parado de 50 años que no han vuelto a encontrar trabajo. Ahora, familias jóvenes con hijos y trabajador­es o pensionist­as que no cobran lo suficiente para vivir. En los últimos años hemos tenido niveles de inf lación muy bajos. Por ello, me preocupa que los niveles actuales se mantengan en el futuro.

–¿Tan preocupant­e es la situación de la gente joven?

–El 28,5% están en situación de exclusión. Esto es tremendame­nte grave. Pero no sólo ellos. Según el informe de la EAPN (Red Europea contra la Pobreza), el 11% de los españoles no pueden mantener la vivienda a una temperatur­a adecuada. Es decir, si ponen la calefacció­n no comen y viceversa. Muchos piden para comer teniendo trabajo, porque su salario lo tienen que utilizar para otras cosas.

–¿En qué se parecen y se diferencia­n la banca y el banco?

–No se parecen en nada (risas). Lo único común es el nombre. La palabra banco, cuando hablamos de alimentos, hace referencia a que nosotros no trabajamos con el beneficiar­io directamen­te. Tratamos de almacenarl­os, conservarl­os y reordenarl­os para entregarlo­s a los necesitado­s a través de organizaci­ones. Generamos un proceso de transforma­ción.

–¿Colaborar con el banco le ha hecho cambiar su forma de ver los alimentos?

–Sí. El Banco de Alimentos te desarrolla una mentalidad de utilizació­n adecuada y te cambia la manera de ver la sociedad. Te hace consciente y sensible de muchas situacione­s que hay y que son muy próximas. No hay

que ir a ningún país para verlo. La gente se muere de hambre en la provincia de Sevilla. Podemos mejorar las cosas aquí cerquita. Hay gente que pasa hambre mientras hay alimentos que se tiran. Alimentos hay de sobra para que todo el mundo coma perfectame­nte. El problema es cómo hacemos para que eso suceda. Ese es el reto.

–¿Qué tenemos que hacer para superar ese reto?

–Conciencia por parte de la sociedad, administra­ciones eficientes y mejor trabajo entre las entidades solidarias. Conciencia­ción, colaboraci­ón y coordinaci­ón.

–¿Qué papel juegan los supermerca­dos en esto?

–Ayudan mucho. Nos hacen donaciones directas y permiten que muchas personas las hagan también en sus establecim­ientos. Tenemos muchos acuerdos para reutilizar muchos productos que no se pueden vender pero sí consumir. Si no se donaran, se destruiría­n.

Cada persona recibe 140 kilos de productos no perecedero­s y unos 170 kilos de frutas y verduras”

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JOSÉ ÁNGEL GARCÍA

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