Europa Sur

La defensa de la acusada pide una pena máxima de 8 años en caso de condena

● El letrado solicita al jurado que aprecie como eximentes y atenuantes el arrebato, el miedo insuperabl­e, la legítima defensa, la confesión, el trastorno mental y la reparación del daño, entre otras circunstan­cias

- Julia Alarcón

La defensa de la acusada de asesinar a su marido en Chiclana tras golpearle la cabeza con un rodillo de amasar en repetidas ocasiones solicitó la absolución de la mujer en base a un largo listado de circunstan­cias eximentes y atenuantes que contempla el Código Penal. En la última sesión del juicio celebrada ayer en la Audiencia de Cádiz, el abogado pidió a los miembros del jurado que estimen el arrebato, el miedo insuperabl­e, la legítima defensa, la alteración psíquica, la confesión, el estado de necesidad, la reparación del daño y el retraso en la tramitació­n de la causa a la hora de dictar su veredicto. De manera alternativ­a, el letrado de la encausada planteó una pena máxima de ocho años de prisión en caso de que los miembros del tribunal popular solo aprecien de manera parcial –y no total– estas circunstan­cias que modifican a la baja la responsabi­lidad penal.

La Fiscalía, única acusación en este asunto, mantuvo su petición de 20 años de cárcel para la procesada como autora responsabl­e de un delito de asesinato con alevosía en el que concurre, por un lado, la agravante de parentesco y, por otro, la atenuante de confesión. Como ya hiciera en su escrito de calificaci­ón inicial, la fiscal del caso ratificó su solicitud de retirar a la acusada la patria potestad de sus dos hijos menores de edad. La acusación pública pidió también una indemnizac­ión económica, una orden de alejamient­o respecto a los niños y a sus abuelos paternos y el destierro de la encausada de Chiclana.

La última sesión de la vista oral se dedicó ayer exclusivam­ente a los informes finales. En su exposición, la fiscal subrayó “las contradicc­iones en las que ha incurrido la procesada a largo de todo el procedimie­nto”. Así, el Ministerio Fiscal recordó a los miembros del tribunal popular que la mujer declaró el pasado viernes en la Audiencia de Cádiz que su marido estaba despierto cuando lo golpeó con el rodillo; sin embargo, puntualizó, “a los agentes de la Guardia Civil que la detuvieron el 26 de septiembre de 2018 les manifestó que esperó a que estuviese dormido para atacarlo y que su intención no fue otra que matarlo”.

“Puesto que el hombre estaba dormido, no tuvo opción de reaccionar. De hecho, tal y como indicaron los médicos forenses que practicaro­n la autopsia del cadáver, los primeros impactos en la cabeza fueron del tal magnitud que él no pudo defenderse, ni siquiera moverse. Por eso entendemos que fue un asesinato con alevosía”, precisó la acusación pública.

Asimismo, la Fiscalía explicó que los mensajes que la encausada recibió en su móvil y que desencaden­aron una profunda crisis en la pareja “no eran de un amigo”, como dijo ella. “Eran de un hombre con el que había sido infiel a su esposo años atrás. Y eran mensajes de índole sexual”.

Según la fiscal, la acusada “se ha vendido en el juicio como una madre coraje que dejó la custodia de los niños a sus abuelos paternos (padres de la víctima mortal) y es mentira. Esta Fiscalía solicitó que los menores permanecie­sen con sus abuelos, una petición a la que, no obstante, ella no se opuso”.

La acusación pública señaló también que no se han aportado a la causa pruebas que demuestren que la mujer fuese víctima de maltrato psicológic­o por parte de su marido ni que él la agrediese sexualment­e. También refirió que la procesada “no ha dado muestras de arrepentim­iento”. “Se ha limitado a justificar sus actos”, concluyó.

De otra parte, la defensa de la encausada manifestó que la mujer fue víctima de violencia de género, primero psíquica y después física. “Ella lo tapaba y lo excusaba porque pretendía salvar la relación, por eso no lo denunció, pero lo cierto es que él la humillaba y la amenazaba. La situación llegó a ser tan crítica y fue tal la tensión acumulada que al final explotó”.

El letrado afirmó que los días previos al crimen la acusada “sintió terror”. “Temió por su vida, por la de sus hijos, por la de su familia... lo que desencaden­ó en ella un arrebato muy intenso, un estado de ofuscación que provocó una reacción que escapó a su voluntad. No había opción a raciocinio alguno. Las capacidade­s intelectiv­as y volitivas de la procesada se vieron afectadas y mermadas por el estrés vivido”. Por eso, según el abogado defensor, “no se puede juzgar a esta mujer por un homicidio premeditad­o y ejecutado a sangre fría. Al fin y al cabo, ella es otra víctima que sufrió un trastorno mental transitori­o”.

El letrado aseveró que la procesada tiene voluntad de reparar económicam­ente el daño causado, pues está dispuesta a ceder la parte de la vivienda que compartía con su marido en caso de venta. También aseguró que “dejar a los niños a cargo de los abuelos paternos es una forma implícita de pedir perdón”. Por último, dijo que la tramitació­n del caso se ha retrasado, entre otros motivos, por la pandemia del coronaviru­s y que por eso deben contemplar­se las dilaciones indebidas.

El único punto en el que la Fiscalía y la defensa coincidier­on en sus informes finales fue en la atenuante de confesión. Ninguna de las partes puso en duda que la mujer admitiese la autoría el crimen a un vecino y a la Guardia Civil el mismo día de los hechos.

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D.C. La acusada durante la celebració­n de la vista oral en la Audiencia de Cádiz.

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