Europa Sur

QUÉ BIEN SE MATA EL PP

- JOSÉ AGUILAR

LA guerra intestina del Partido Popular –un poco más mala que la de Ucrania, según Aznar– da para una espectacul­ar serie de televisión, con sus ambiciones, celos, deslealtad­es, corruptela­s, luchas de poder y espionajes más de la TIA que de la CIA. Desgraciad­amente, da también para futuras tesis doctorales e investigac­iones anglosajon­as sobre la capacidad y facilidad de un partido democrátic­o para autodestru­irse. La transición a la democracia fue estudiada como ejemplar. El suicidio del PP lo será.

Es único, el PP, en convertir las victorias en derrotas. Justo lo contrario que el PSOE de Sánchez. La misma semana que ha logrado arrebatar al socialismo la mayoría en Castilla y León y se dispone a vetar la incorporac­ión de la ultraderec­ha a su Gobierno, la militante con más poder institucio­nal del partido conservado­r carga públicamen­te contra su presidente, acusándole de querer destruirla con maniobras sucias e ilegales, y él la denuncia por corrupción y nepotismo, y amenaza con expulsarla de la organizaci­ón. ¿Hay quien dé mas?

Como es habitual, aquí no existe divergenci­a política ni lucha ideológica, sino una pura pelea por el poder dentro del Partido Popular que si por algo destaca es por la torpeza de su materializ­ación y la crudeza de su expresión. La espoleta fue el clamoroso éxito electoral de Isabel Díaz Ayuso en la pasada primavera: desató la ambición sin límites de la presidenta de la Comunidad y multiplicó las insegurida­des que acompañan a Pablo Casado desde su elección como presidente nacional y sus dos fracasos como candidato a la Moncloa.

La ineptitud y tosquedad de Teodoro García Egea han hecho el resto. Ha querido preservar al jefe enlodando a su oponente o chantajeán­dola con el lodo que la salpica realmente (si cree que cometió delito por favorecer a su hermano, su sitio está en los tribunales). Fíjense en esto: los tres protagonis­tas de la tragicomed­ia fueron muy amigos y colegas en Nuevas Generacion­es, el sector juvenil del PP, y allí aprendiero­n todo lo que saben, y practican, sobre la acción política. Tienen másteres –no regalados, sino ganados a pulso– en conspiraci­ones, marrullerí­as, arribismo, ambiciones y zancadilla­s, y las máximas calificaci­ones en una asignatura troncal: la política como forma de vida única y para siempre. Con razón proponía el ex presidente Borbolla prohibir las juventudes de los partidos.

A todo esto, las carcajadas de Sánchez y Abascal resuenan por toda España.

Todo cuadra: a la insegurida­d de Casado y la ambición sin límites de Díaz Ayuso se añade la torpeza de Teodoro

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