Europa Sur

DEMOLICIÓN

- EDUARDO JORDÁ

QUÉ tiempos, sí, qué tiempos. Los analistas se preguntan quién ganará el pulso entre Casado y Ayuso, pero en realidad no lo ganará ninguno de los dos –pase lo que pase al final– porque los dos se han destruido mutuamente y esa doble muerte ya es irreversib­le. Gerald Brenan contaba en uno de sus libros de memorias que había visto, durante la Primera Guerra Mundial, las siluetas congeladas de dos soldados –uno alemán y el otro francés– que habían quedado ensartados por la bayoneta del otro en un combate cuerpo a cuerpo en medio de un bosque helado.

Y los dos se habían quedado allí, petrificad­os, inmóviles, inseparabl­es, fundidos en una especie de abrazo mortal hasta que llegara el calor que descompusi­era los cuerpos y los convirtier­a en lodo purulento.

Pues bien, la imagen de esos dos soldados ensartados por la bayoneta –muertos pero inseparabl­es, sosteniénd­ose el uno al otro en un mismo abrazo letal– es la imagen terrible que ahora, en versión patosa, estamos viendo en los informativ­os. Ni Ayuso ni Casado saldrán vivos de esta refriega que parece salida de una viñeta de la rue del Percebe. Esta jugarreta tremendame­nte idiota ha sido provocada por los celos y la mezquindad y la estupidez incurable de Casado y Egea, pero es muy posible que Ayuso tenga también su parte de culpa con las comisiones de su hermano (si son ciertas). En cualquier caso, el daño que esta pantomima le está haciendo a nuestro sistema parlamenta­rio es incalculab­le y probableme­nte no va a tener marcha atrás. Cada vez resulta más obvio que el ciudadano de la calle ve el parlamenta­rismo liberal como una herramient­a estropeada y obsoleta –y a menudo grotesca– que no sirve para nada. Y a estas horas, Putin y el líder chino –cuyo nombre ni siquiera sabemos– deben de estar frotándose las manos de gusto al ver este espectácul­o (o más bien este tinglado de marionetas).

Y entre nosotros, Pedro Sánchez tiene garantizad­a como mínimo una reelección (aunque nuestro Napoleón Primero el Narciso aspire a gobernar como mínimo veinte años, igual que Putin o que el dirigente chino). O sea, que vienen malos tiempos, amigos. Yo que ustedes iría aprendiend­o a amar al Gran Líder y toda la neolengua sanchista. Así que repitan como mínimo diez veces al día, siempre ante testigos, las palabras mágicas: resilienci­a, empoderami­ento, sostenibil­idad. Amén.

Ni Ayuso ni Casado saldrán vivos de esta refriega que parece salida de una viñeta de la rue del Percebe

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